Desde Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Jorge Manrique hasta Mario Vargas Llosa. Pasando por una larga lista que incluye a Federico García Lorca, Antonio Machado o Benito Pérez Galdós. También Jorge Luis Borges, Pablo Neruda o Miguel de Unamuno. ¿Qué duda cabe? La lengua castellana le ha brindado a la humanidad las más ricas piezas de la literatura.
Otro tanto puede decirse para la música. Con el castellano, no solo se expresaron los grandes de la zarzuela como Federico Moreno Tórroba o José Padilla Sánchez. También ha servido para reflejar las más profundas tradiciones musicales de gauchos argentinos, rancheros mexicanos, jíbaros portorriqueños, vallenatos colombianos y llaneros venezolanos por igual.
Nacida en un rincón de Castilla, esta lengua es la más universal de todas las hijas del latín. Con ella se han escrito las piezas que llenan de orgullo a colombianos, peruanos, uruguayos y ¿españoles?
No es en los países en los que este idioma entró con la fuerza de la espada en donde se pone en tela de juicio su importancia. Por el contrario, es España la que ha sentado en el banquillo su mayor activo, por el cual se le reconoce en el mundo entero. Atrás han quedado las palabras de Miguel de Unamuno, quien se refería al castellano como la lengua en la que «Dios le dio el Evangelio del Quijote a Cervantes».
España contra sí misma
La confabulación de PSOE, Podemos y ERC para avanzar una enmienda del nuevo proyecto LOMLOE –que elimina el castellano como lengua vehicular– abrió la caja de pandora con la que se pretende dar la espalda a una de las mayores ventajas competitivas con las cuales cuenta España: un lenguaje que le unifica internamente y que la conecta mundialmente.
La reforma propuesta dejaría en manos de las comunidades autónomas la capacidad de controlar si se enseña en castellano en las escuelas como lengua cooficial.
Nicolás Fernández, presidente de la ANPE, ha dicho que la enmienda vulnera derechos fundamentales y pidió a la oposición que la recurra ante el Tribunal Constitucional. «El castellano debe ser vehicular en todo el Estado al igual que el resto de lenguas cooficiales en sus respectivas comunidades», aseguró. A su juicio, «la desaparición del castellano como lengua vehicular afecta también al carácter estatal de los cuerpos docentes».
El asunto se agrava
El más reciente capítulo en esta suerte de cruzada de España contra sí misma ocurrió en Valencia. Los padres han denunciado que la Conselleria de Educación se retrasa hasta seis meses en resolver peticiones de la exención del valenciano presentadas por familias de alumnos en zonas castellanohablantes, donde tienen ese derecho.
Anteriormente, también se ha denunciado que la Consejería de Educación trata de atemorizar a los niños que piden la exención del valenciano, para forzarles a que no se decanten por estudiar sólo en castellano. A través de una carta que remite a las familias, avisa que los «exentos» no podrán trabajar en las administraciones públicas «de la Comunidad Valenciana, Cataluña, ni Baleares». También les advierte de que no podrán competir «en igualdad de condiciones» en la empresa privada.
Los españoles del siglo XXI tendremos que estar alertas para evitar que el español deje de ser la lengua común de los españoles, lo que sería un despropósito histórico e incluso político
Camilo José Cela
Lo que dice el marco jurídico
En el artículo 3 de la Constitución Española se afirma que “el castellano es la lengua oficial del Estado español”, pero en ella no hay referencia al concepto “vehicular”.
En Cataluña, «el catalán es la lengua normalmente utilizada como vehicular y de aprendizaje en la enseñanza». Reafirman la cooficialidad de ambas lenguas, tanto del castellano como del catalán, ya que reconocen «el castellano como lengua oficial del Estado español».
Euskadi señala que tanto el castellano como el euskera son lenguas oficiales, y que como tal, «se garantizará el uso de ambas (…) se regularán las medidas y medios necesarios para asegurar su conocimiento». A diferencia del catalán, en este no se recoge el concepto de «vehicular».
En Galicia se establece que las instituciones públicas «potenciarán la utilización del gallego en todos los órdenes de la vida pública, cultural e informativa».
Es un gran patrimonio el que tenemos, el de esta lengua común, una lengua moderna, que representa nuestra época. Creo que ese es un patrimonio que debemos defender y promover porque nos enriquece a todos
Mario Vargas Llosa
Al otro lado del Atlántico
Mientras en España la lucha es por reducir el peso específico del castellano en la educación, el mercado laboral y los organismos públicos, en la América hispanohablante el compromiso es defender la lengua de Cervantes.
Una de las comunidades más activas la constituyen los hispanos en Estados Unidos. Dado que allí el español no es el idioma oficial, hay mayor riesgo de que caiga en desuso. Sin embargo, cada vez son más conscientes de la importancia de mantener una lengua que les permite comunicarse entre ellos y con el resto del continente. Es una ventaja comparativa que les abre oportunidades laborales y académicas.
En los países de Latinoamérica, en mayor o menor medida, la defensa del idioma español constituye uno de los principales signos de identidad nacional y regional, al tiempo de ser motivo de orgullo para sus habitantes.
Se ha convertido en una suerte de sinónimo de independencia y soberanía. «En esta playa solo se habla español«, escribió el cantautor panameño Rubén Blades en una de sus canciones más emblemáticas.
Colombia se siente particularmente orgullosa del Nobel de Literatura que Gabriel García Márquez obtuvo por Cien Años de Soledad. Este libro narra una historia única cuya esencia neogranadina «se pierde cuando es traducida a otros idiomas«, escribía un crítico literario.
Coexistencia de culturas
También Latinoamérica es ejemplo de cómo puede defenderse el valor incuestionable del castellano cuando convive con otras manifestaciones lingüísticas. En los países donde coexisten comunidades indígenas, el reto es conservar esas culturas, pero sin minimizar el papel del español como lengua oficial. Tal es el caso de Bolivia. Se define como un estado plurinacional. Ha tratado de mantener el balance entre la riquísima variedad cultural del altiplano y su condición de país hispanohablante.
Este equilibrio ha sido más difícil de lograr en México o Centroamérica. Allí aun persisten prejuicios y discriminación hacia los pueblos originarios, pero el esfuerzo se mantiene. Otro tanto se ha tratado de hacer en Venezuela y Colombia, con éxito parcial.
En ninguno de estos países, el uso del castellano es penalizado ni estigmatizado en forma alguna. Se ha tratado de hacer valer los derechos de las culturas primigenias del continente. Pero el carácter del español como lengua oficial y base de la educación no ha sido puesto en entredicho. Al contrario, se le exalta.
Latinoamérica defiende con orgullo la lengua castellana, la cual considera tan suya como de España. Está por verse si el país que que legó ese tesoro al mundo será capaz de defenderlo, en lugar de atacarlo. Hispanoamérica le está dando una gran lección a España.
Lea también: