Existe una compresión muy limitada sobre la respuesta inmunológica al SARS-CoV-2. Se supone que superar la COVID-19 debe inmunizar a las personas, pero los científicos no tienen certezas absolutas. La inmunidad humoral frente a una enfermedad es mucho más compleja que superar la enfermedad y generar anticuerpos.
La respuesta inmune del cuerpo depende de varios factores: si efectivamente se generaron anticuerpos y cuánto durarán en el sistema inmune, factores personales, la edad y la exposición a la carga viral.
Una respuesta incierta
No hay investigación alguna que asegure que toda persona que se haya infectado con la COVID-19 genere una respuesta inmune celular eficaz. Es decir, que el sistema inmune sea capaz de generar anticuerpos que neutralicen el virus y lo destruyan. Además, de que quede en la memoria de la células que el SARS-CoV-2 es el enemigo si hubiera una reinfección.
Para la respuesta inmune del cuerpo ante cualquier virus, la teoría dice que ante la agresión de un virus, las células T y B se activan para reconocer al invasor y producir anticuerpos. Dentro de la respuesta inmune están las inmunoglobulinas G (IgG) listas para actuar ante la nueva infección. Mientras la células T y B también están listas y producirían anticuerpos más rápido si aparece una nueva infección.
Con el SARS-CoV-2 se desconoce si las inmunoglobulinas G tienen la capacidad de neutralizar el virus. En teoría, se cree que las células pueden garantizar un nivel de inmunización, pero se desconoce hasta qué punto.
El SARS y el MERS
Con tan pocas certezas, los expertos se vuelcan a la evidencia que han dejado otros brotes de otros coronavirus, por ejemplo, el SARS y el MERS. Ante los cuales sí hay una respuesta inmune humoral (basada en anticuerpos) que puede durar de dos a cuatro años. Como el SARS-CoV-2 está emparentado con estos tipos de coronavirus se puede esperar que la respuesta inmune sea similar.
También existe la posibilidad de que la inmunidad al nuevo coronavirus SARS-CoV-2 se genere por etapas. Una segunda infección podría reforzar la respuesta inmune, como ocurre con otras enfermedades. Hay vacunas que se administran en varias dosis, como las del sarampión, el polio y la rabia
Al no generarse suficiente inmunidad en una primera infección, la segunda puede ser una infección más leve que genere células de memoria más eficaces para erradicar y enfrentar el virus. Sin embargo, la probabilidad de una segunda infección no significa que sea necesaria para la generación de anticuerpos eficaces.
En el caso de la COVID-19, el quebradero de cabeza es que no se conoce el nivel de anticuerpos que generó una personas que superara la enfermedad, cuánto pueden durar esos anticuerpos en el sistema inmune y cuál es su capacidad de protección.
Factores personales
Además, a la manera cómo se desenvuelve el sistema inmune se suman factores personales. Existe la posibilidad de que el sistema inmune de algunas personas reconozca partes del antígeno viral que no son importantes.
La respuesta inmune al SARS-CoV-2 podría generar una gran cantidad de células de memoria y anticuerpos que no sean eficaces para erradicar y luchar contra el virus. Otra posibilidad es que el sistema inmune no se active al no reconocer correctamente el virus.
Hay una hipótesis que apunta a que los genes podrían tener un papel particular en la respuesta a la infección por SARS-CoV-2. Se sabe que el este coronavirus induce una primera respuesta antiviral que se codifica en el cromosoma X.
Las mujeres tienen dos cromosomas X, mientras que los hombres tienen un cromosoma X y un cromosoma Y. Al tener una mayor cantidad de cromosomas X, las mujeres podrían tener una mayor cantidad de TLR7, un receptor de respuesta inmune innata, que explicaría por qué la COVID-19 ha afectado más a los hombres que a las mujeres. Pero es solo una hipótesis.
Inmunosenescencia
La edad es otro factor que se debe considerar en la respuesta inmune, pues con la edad se produce un fenómeno llamado inmunosenescencia, cambios en el sistema inmunitario a causa del envejecimiento que afectan la inmunidad innata y adaptativa. Las células T se cansan y se producen menos células nuevas.
El estilo de vida igualmente influye en la fortaleza del sistema inmune, pues el alcohol, el tabaco y la mala nutrición lo debilitan. Por último, se encuentra la carga viral a la que estuvo expuesta la persona infectada. La carga viral condiciona la activación del sistema inmune. Pueda que la respuesta del sistema inmune sea mucho más lenta que la velocidad con la que el virus infecta y se replica.
Entender la respuesta inmune al SARS-CoV-2 es esencial para el desarrollo de vacunas eficaces y universales. ¿Por qué? Porque permitiría reconocer cuál es la parte del nuevo coronavirus que activa el repertorio celular y de anticuerpos capaces de neutralizar y aniquilar el virus.
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