El mal olor delata el crimen ambiental de las megagranjas de la industria porcina que destruye ecosistemas y biodiversidad
El conflicto entre la preservación del medio ambiente y la industria ganadera tiene un nuevo escenario en México. La expansión de la industria porcina amenaza Yucatán. La segunda selva tropical más grande del continente, después de la Amazonía.
La península de Yucatán es invaluable. Alberga los restos de la cultura maya, una de las más avanzadas de la América prehispánica, así como a sus descendientes (representados en las comunidades indígenas con su importante bagaje cultural) y los misteriosos cenotes. La selva ha sido su hogar por siglos.
La declaratoria de zona libre de fiebre porcina, y posterior instalación de la industria y sus granjas, se ha convertido en una maldición. Una amenaza al medioambiente y a sus pobladores originales quienes se resisten y se han declarado en pie de lucha en defensa de sus derechos.
Negocio millonario
El cerdo es la carne con más demanda en el mundo. Se calcula que su consumo mundial alcance aproximadamente 131 millones de toneladas en 2030. Representa un aumento del 7,2% en comparación con los niveles de 2023.
Aunque los cerdos no son especies nativas de América (arribaron al continente de la mano de los conquistadores y colonos españoles) hoy día Estados Unidos, Brasil y México se encuentran entre los principales productores del mundo. Solo superados por China y la Unión Europea.
México ocupa el décimo segundo lugar. Con una producción que ronda los 1,73 millones de toneladas anuales. En 2018, el valor de la producción nacional alcanzó los 67,100 millones de pesos (aproximadamente 3,300 millones de dólares).
Para comprender el peso que tiene en el comercio internacional basta conocer las cifras de 2022, cuando las exportaciones de carne porcina sumaron 882 millones de dólares. La industria genera unos 350,000 empleos directos y más de 1,7 millones de empleos indirectos. Alrededor de 2 millones de familias dependen de la industria.
Algo huele mal
Desde 2017 algo comenzó a oler mal. The Guardian reporta lo que ocurrió en Sitilpech. Un tranquilo pueblo maya que se encuentra en el borde del Anillo de Cenotes. Una red de lagos de hundimiento y ríos subterráneos formados por el impacto de un meteorito hace 66 millones de años.
La llegada de una megagranja porcina marcó un antes y un después en la vida de sus habitantes. Ahora malviven asfixiados por un hedor insalubre y una crisis ambiental sin precedentes. Siempre ha sido un pueblo tranquilo, donde la vida era muy buena hasta que comenzó esa granja”, dicen.
El agua cristalina que brotaba de sus pozos, antes esencial para la vida diaria, ahora despide un olor fétido y no reúne las condiciones mínimas para el consumo humano o animal. «Tenemos que darles a las gallinas agua purificada porque de lo contrario tienen diarrea», cuentan los residentes.
Las comunidades locales denunciaron el aumento en los casos de infecciones intestinales en Yucatán entre 2012 y 2019, período de expansión de las granjas porcinas en la región. Los cultivos tradicionales también muestran signos de deterioro. “Los rábanos crecen delgados y el cilantro a menudo se vuelve amarillo”.
La megagranja de cerdos, ubicada a menos de un kilómetro del pueblo, es una de las 500 a 800 instalaciones similares que han aparecido en la península de Yucatán en las últimas dos décadas. A menudo ubicadas en medio de la importante selva tropical húmeda de Yucatán.
Las granjas tienen un impacto significativo en la Península de Yucatán y su biodiversidad. Pueden albergar hasta 50,000 cerdos apiñados en pequeñas jaulas. Debido a su expansión en algunas aldeas mayas de la región hay una proporción de 100 cerdos por cada residente.
Desequilibrio mortal
La proliferación de las megagranjas altera el delicado equilibrio ecológico de la región. Los desechos porcinos, ricos en nitratos y bacterias fecales, junto con los antibióticos y los tratamientos hormonales, contaminan los acuíferos, los cenotes y los suelos. Ponen en riesgo la biodiversidad y la salud de las comunidades locales.
En la temporada de lluvias, las granjas vierten desechos porcinos en la cuenca de piedra caliza porosa. Lo que provoca enfermedades en los habitantes locales y afecta gravemente la biodiversidad de la zona.
“Más del 90% de las 800 fábricas de cerdos que se estima existen en Yucatán operan sin ningún tipo de permiso ambiental”, afirma Lourdes Medina Carrillo, abogada ambiental.
Explica que son proyectos sin registro de consulta previa a los indígenas, que surgen de la destrucción de la selva tropical húmeda. Considerada la segunda más importante del continente “Sin permisos para cambios en el uso del suelo y con impactos como la contaminación del agua”, afirma.
Los residentes locales también denuncian daños ambientales. Como la tala de árboles. «Fue muy triste. Cortaron árboles que tenían más de 100 años. Son los que más nos benefician cuando hay sequía», declaró un miembro de una familia de Kinchil, a una hora de la capital de Yucatán.
La evidencia científica respalda las denuncias de las comunidades. Un estudio realizado por el ministerio federal de medio ambiente de México demuestra que la cuenca alrededor de las granjas en Yucatán está saturada con nitrógeno y fósforo provenientes del excremento de los cerdos.
Otro estudio realizado por científicos, las propias comunidades y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) que analizó muestras de agua de cenotes, manantiales y pozos en Yucatán encontró contaminación por E. coli y otras bacterias.
No son los únicos
Caso similar al de la comunidad indígena maya de Chapab, reseñado por Mongabay. Desde 2017, cuando una enorme granja de cerdos se instaló sin su consentimiento, la pestilencia asfixia a sus habitantes, al igual que los problemas de salud de nueva data y contaminación del agua.
«Se empezaron a enfermar los chiquitos, los niños, también personas grandes», lamenta Luis Ysmael Salazar Teh, comisario ejidal de Chapab. Las enfermedades respiratorias, las infecciones gastrointestinales y las alergias se volvieron comunes entre los habitantes. Quienes se ven obligados a vivir en un ambiente hostil, malsano y plagado de moscas.
A lo que suman la contaminación de los pozos y lagunas con los desechos de la granja. Que provoca la muerte de los peces y enferma a quienes consumen esa agua. También afecta la capacidad de los residentes para cultivar sus tierras. Las plantas se secan y los hongos en los cítricos son ahora comunes. Algunos residentes han tenido que vender sus tierras por la contaminación.
«La instalación de la megagranja ha sido un verdadero calvario para nuestra comunidad», señala un habitante. «La contaminación afecta nuestras tierras, nuestros cultivos y nuestra salud. Ya no podemos vivir en paz».
Yucatán joya verde amenazada
La Península de Yucatán es un tesoro natural. La segunda selva tropical más extensa del continente americano y mayor recarga de agua en México, está en peligro por la expansión de la industria porcina. La naturaleza porosa del suelo cárstico en la región acelera los procesos de lixiviación y la contaminación de sus aguas.
En mayo de 2020, Greenpeace publicó un informe que denunció la rápida expansión de las granjas porcinas en la Península de Yucatán. En esa ocasión identificó 222 granjas que provocaron la pérdida de 10,997 hectáreas de selva maya. De las cuales 122 se instalaron en regiones consideradas como sitios prioritarios para la conservación de la biodiversidad, 43 funcionaban dentro de Áreas Naturales Protegidas.
Un año después, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) divulgó los resultados de una serie de monitoreos realizados en Yucatán, confirmando la contaminación en agua, suelo y aire en las zonas ocupadas por las mega granjas porcinas. El informe identificó 507 coordenadas correspondientes a posibles granjas porcinas en 87 municipios de Yucatán y su Anillo de Cenotes.
Según Sara Cuervo, ecóloga forestal y coordinadora regional del CCMSS en la Península de Yucatán, únicamente 18 megagranjas cuentan con Manifestación de Impacto Ambiental (MIA).
En 2023, Semarnat divulgó los resultados que arrojó una serie de monitoreos realizados en Yucatán a lo largo del 2022 en las zonas que ocupan las megagranjas y las áreas en donde tienen influencia territorial.
Adrián Pedroza Acuña, experto del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, en su intervención reconoció que la presencia de nitrógeno amoniacal y fósforo asociable a las granjas porcinas rebasa los límites permisibles establecidos en la norma. “En algunas granjas (la concentración) es incluso hasta 10 veces mayor a esos límites”.
Acelerado por el NAFTA
Sitilpech y Chapab no son casos aislados. Muchas comunidades en Yucatán experimentan problemas similares desde la expansión de la industria porcina en la región. Al menos 10 comunidades mayas han recurrido a los tribunales en defensa de sus derechos.
El aumento de la industria porcina en Yucatán comenzó con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA). Se aceleró a principios de 2000 después de que las autoridades de salud de Estados Unidos declararon a Yucatán como una zona libre de fiebre porcina clásica y eliminaron las restricciones a la exportación de cerdo.
A medida que el impacto de las megagranjas crece los residentes se han organizado para resistir. En 2023 protagonizaron varias protestas contra las instalaciones. Solicitan su cierre debido a los impactos negativos de la industria porcina en su salud, suministro de agua, agricultura tradicional y control territorial.
El caso Kekén
La ira de muchos de los residentes de Yucatán apunta a la empresa mexicana de cerdo Kekén, el mayor exportador del país. Sus cerdos se venden en todo el mundo, incluidos los mercados de Corea del Sur, Japón y Estados Unidos. Aunque hay denuncias similares contra empresas del Grupo Porcícola Chapab y Productora Pecuaria de Yucatán,
Kekén es parte del conglomerado Kuo Group. También incluye empresas en la industria automotriz y química. En 2023 generó ingresos de más de 1.9 mil millones de dólares. La mitad provenientes de la división porcina.
Kekén es un empleador importante en Yucatán. Alega en su defensa que se especializa en la producción de cerdo de alta calidad, utiliza biodigestores para un uso más eficiente del agua y brinda beneficios a la comunidad local. Como el apoyo a la agricultura en comunidades mayas cercanas. Afirma que el 90% de sus instalaciones están en áreas protegidas para la conservación de la biodiversidad.
Pero según abogada ambiental, Lourdes Medina, los medicamentos y las hormonas administradas a los cerdos, junto con su excremento, terminan en elagua. Afectando la calidad del suministro utilizado por las comunidades y a la naturaleza. Además, la contaminación de las aguas subterráneas tiene graves consecuencias ecológicas. Como la pérdida de biodiversidad y un exceso de materia orgánica.
Medina Carrillo también destaca que el problema es aún más grave por la interconexión del acuífero de la península, los pozos y los cenotes. La contaminación de una parte puede afectar a todo el sistema y a las comunidades que dependen de él para su suministro de agua.
Megadaño ambiental
Las granjas porcinas son una fuente considerable de contaminación. Las convierte en un componente clave en la lucha contra el cambio climático. Ejercen una fuerte presión sobre los ecosistemas. Según un informe de Greenpeace en la península de Yucatán se encuentran el 14.2% de las granjas porcinas de México.
- Contaminación del Aire: Los sistemas de producción pecuaria son responsables del 15% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en México, el ganado porcino está entre las principales fuentes. La producción mundial de cerdos genera alrededor de 668 millones de toneladas de CO2-eq, equivalentes al 9% de las emisiones del sector pecuario (FAO). Sin considerar los generados por la cadena de suministros.
- Contaminación del Agua: Solo entre el 20% y 40% del nitrógeno consumido por los cerdos es retenido. Más del 60% es expulsado en heces y orina. Forman purín, sustancia que puede contaminar el agua. Los nitratos (NO3) presentes en el agua potable pueden producir nitrosaminas. Aumentan el riesgo de cáncer de estómago, afecciones respiratorias y metahemoglobinemia (síndrome del bebé azul).
- Deforestación: El 45% de las actividades porcinas se realizan en la selva seca de Yucatán, con una estimación de 10,997 hectáreas deforestadas.
- Pérdida de Biodiversidad: Las granjas porcinas están poniendo en riesgo 43 Áreas Naturales Protegidas (ANP) de la península de Yucatán.
- Violación de Derechos Indígenas: En Yucatán las granjas violan de derechos indígenas. En especial la libre determinación y consulta previa. Los permisos a menudo se otorgan sin consultar a las comunidades. Lo que genera desplazamientos forzados.
Reclamo ante los tribunales
Los residentes de otra comunidad afectada, Homún, presentaron un caso contra Kekén en la Corte Suprema. Acusaron a la empresa de «daños graves e irreversibles a la salud humana y al medio ambiente» que incluyen «contaminación del agua … emisión de contaminación del aire nociva; propagación de patógenos peligrosos», ocasionados por una granja de 48,000 cerdos. Al menos uno de esos casos fue respaldado por el máximo tribunal.
Con base en ese precedente, la comunidad maya de Yucatán emprendió una batalla legal contra la poderosa industria porcina que amenaza su territorio y su salud. Desde hace años vienen denunciado los impactos negativos de las megagranjas porcinas instaladas sin su consentimiento, que contaminan sus tierras y aguas.
Ante la negativa de las autoridades locales y estatales de atender sus demandas, los habitantes de Chapab, junto con organizaciones de la sociedad civil, decidieron llevar su caso hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
A través de una petición firmada por más de 300 organizaciones y ciudadanos, solicitan que la Corte atraiga el caso y ordene una consulta indígena para determinar el futuro de las granjas.
Roberto Sánchez, abogado de Kanan Derechos Humanos, explica que acuden ante la Suprema Corte porque no encuentran justicia en los tribunales locales. Que reiteradamente han fallado en favor de las empresas porcinas. Para los abogados de Kanan Derechos Humanos, el argumento que usan es absurdo y refleja una clara parcialidad hacia los intereses de las empresas.
«La comunidad de Chapab busca que la SCJN establezca un precedente que proteja los derechos de los pueblos indígenas y garantice el acceso a la justicia ambiental», afirma Sánchez. «Esperamos que la Corte reconozca el derecho de las comunidades a ser consultadas sobre proyectos que afectan sus territorios y sus vidas».
Ni una granja más
La industria porcina en Yucatán representa una grave amenaza para la selva maya, provocando la pérdida de hábitat, la contaminación de los recursos naturales y la violación de los derechos de las comunidades indígenas. Pese a lo cual el Gobierno mexicano, a través de la concesión de permisos, continúa estimulando el crecimiento desenfrenado de la cría industrial de cerdos.
La abogada ambientalista Lourdes Mendoza ha denunciado la complicidad de las autoridades estatales de Yucatán con la industria porcina. Las acusa de proteger los intereses de las grandes empresas en detrimento de la salud y el medio ambiente. «En lugar de sancionar a las empresas porcícolas, se les premia con reconocimientos», señala la abogada.
La lucha de las comunidades mayas por defender su territorio y su modo de vida se ha intensificado en los últimos años. Pero enfrentan una fuerte oposición por parte de las empresas y de las autoridades, quienes utilizan la represión y la criminalización para silenciar las voces disidentes.
«Las comunidades mayas están cansadas de vivir en medio de la contaminación y la violencia», afirma Mendoza. Por lo que los pueblos mayas piden “ni una granja más, ni el crecimiento de las que ya están establecidas”.
Sheinbaum no las va a cerrar
La industria porcina contó con el respaldo de la administración del presidente López Obrador y todo indica, que la selva de Yucatán está fuera de su agenda de Claudia Sheinbaum, la nueva presidenta de México, pese a la fama de defensora del medioambiente que le precede.
Precisamente una de las críticas que le hicieron en el pasado los ecologistas fue su respaldo al Tren Maya. Uno de los proyectos de infraestructura más controversiales del país. Atraviesa 1500 kilómetros de la valiosa selva tropical de Yucatán y sus yacimientos arqueológicos para conectar lugares turísticos como Cancún con zonas rurales de la península.
Durante su campaña Sheinbaum, dijo que no promovería el cierre de megagranjas en Yucatán. “Entiendo que hay regulaciones para las granjas porcinas, hay tecnología para evitar la contaminación … el tema es que se cumplan las regulaciones”, declaró en una conferencia de prensa en marzo. “Esta idea de que las megagranjas deben cerrarse porque contaminan, no”.