La pandemia del SARS-CoV-2 sigue azotando gran parte del mundo. La India, el segundo país con más contagios por la COVID-19, registró este jueves 312.731 nuevas infecciones, lo que supone un nuevo récord para el país asiático. Su día más alto había sido el 8 de enero de este año, cuando había sumado 300,669 casos de coronavirus.
En los últimos meses, los brotes se han salido de control en India, sin embargo, los expertos preveen que podría empeorar. Y es que mientras otros países occidentales estaban siendo golpeados a inicios de la pandemia, a India le estaba yendo relativamente bien, con solo unas pocas muertes. Esto pudo ocasionar una falsa confianza, los ciudadanos llegaron a pensar que tenían una resistencia natural al virus.
Lo peor está por llegar en la India
Pero poco a poco los casos fueron empeorando y la India aplicó sus restricciones, aunque ya era demasiado tarde. A esto se le sumó una importante migración de personas pobres que no podían permitirse vivir bajo el bloqueo. Decenas de millones de trabajadores del sector informal se trasladaron al campo, en lo que se consideró el mayor movimiento masivo de personas en todo el continente indio desde 1947. Los migrantes dejaron las ciudades y expandieron el virus por todo el mundo.
Para el verano las restricciones se relajaron, aunque las escuelas y muchos espacios públicos permanecieron cerrados. En el otoño pasado los contagios por COVID-19 se dispararon a casi 100.000 por día. Sin embargo, la decisión de los líderes fue que simplemente tenían que seguir adelante porque el país no quería arruinar su economía con más restricciones.
El invierno llegó y a principios de la primavera de 2021 la India vio una caída drástica en los contagios por COVID-19 y un largo período de tasas bajas de casos. En ese momento, en la India volvió a surgir la idea de que de alguna manera podían evadir lo que había afectado al resto del mundo. La gente pensó que se había acabado.
La segunda ola llegó con más fuerza
En marzo de este año los casos se dispararon como nunca antes, en parte porque las restricciones se relajaron y, en algunos lugares no respetaban las medidas de bioseguridad. Absolutamente nadie usaba mascarilla. Los expertos también creen que una variante de «doble mutante», que tiene múltiples mutaciones que la hacen más contagiosa y más capaz de reinfectar a las personas, puede ser la culpable.
Ahora los hospitales ahora están abarrotados y la implementación de la vacuna ha sido lenta. Solo alrededor del 9% de la población ha recibido al menos una inyección. Mientras tanto, hay entre los ciudadanos una sensación de pánico que se corrobora con los datos de la última semana. Las proyecciones para las próximas semanas en la India sugieren que las cosas empeorarán, pero que los casos luego caerán bastante rápido.
Así evoluciona la vacunación en España
El Ministerio de Sanidad español notificó 10.814 nuevos contagios por COVID-19 y elevó a 3.456.886 los casos acumulados desde el inicio de la pandemia originada por el coronavirus SARS-CoV-2. En las últimas 24 horas se registraron 132 muertes, cifra que eleva a 77.496 los fallecidos desde marzo de 2020, cuando la enfermedad irrumpió en el país europeo. La incidencia acumulada es de 232,55 infectados por cada 100.000 habitantes.
España cuenta ya con 3.768.015 personas inmunizadas contra la COVID-19, lo que refleja un 7,9% de sus 47,3 millones de habitantes, tras recibir las dos dosis de las vacunas. Hay 10.141.949 personas que recibieron al menos una sola dosis, es decir, el 21,4% de los españoles. Recordemos que el Gobierno espera tener vacunados para finales de agosto al 70% de la población adulta, unos 33 millones de españoles pero al ritmo actual, el porcentaje demoraría siete meses.
La vacunación que va más avanzada en España es la de los grupos etarios más vulnerables. Según el último informe del Ministerio de Sanidad, el 45,4% de las personas entre 70 y 79 años ya ha recibido una dosis de la vacuna. Pero en los últimos días también se han acelerado las vacunas en el grupo de 60 a 69 años, por lo que el 38,5% tiene ya una inyección puesta.
El cuerpo de una persona, que murió de la COVID-19, yace preparado para su funeral, en un crematorio en Nueva Delhi, India, 24 de abril de 2021 | REUTERS / Adnan Abidi España recibirá en febrero 2,3 millones de vacunas de Pfizer y Moderna. REUTERS
Buscan retrasar la segunda dosis para proteger a más personas
Tanto en Europa como en Estados Unidos, las vacunas contra la COVID-19 que se están administrando requieren dos dosis en un intervalo de 3 o 4 semanas. Sin embargo, aún hay pocos datos que determinen cuál es la mejor manera de minimizar las nuevas infecciones y las hospitalizaciones con un suministro de vacunas y una capacidad de distribución limitados. Por ello, los investigadores construyeron un modelo matemático que simula la transmisión de COVID-19 y varios calendarios de vacunación con la segunda dosis retrasada.
Tras el estudio, descubrieron que retrasar la segunda dosis entre 9 y 15 semanas evitaba más hospitalizaciones, infecciones y muertes en comparación con seguir los calendarios recomendados para las vacunas Moderna y Pfizer-BioNTech. También observaron que los niveles de protección de la primera dosis eran estables si se retrasaban las segundas dosis, y que el nivel de protección tras retrasar las segundas dosis era idéntico a la protección general de los que reciben dos dosis según el calendario. Aun así, advierten de que se necesitan más estudios para determinar el tiempo óptimo entre las dosis para cada tipo de vacuna.
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