Por Jaime León | Nueva Delhi (Efe)
Eterna promesa emergente, la India vuelve a estar en el radar de los mercados y los inversores la postulan como motor económico global alternativo a una enfriada China, pero la India no es China ni por tamaño ni influencia.
Inmune al efecto dominó chino que arrastra a Rusia, Brasil y Sudáfrica, la India vuelve a brillar pero la poca integración que la protege de los vaivenes de la economía global, su escaso peso en el comercio y las dificultades para hacer negocios suponen un obstáculo para que se convierta en una nueva China. Aún así existen motivos para el optimismo indio. Su gran economía es la que más crece en 2015.
Por primera vez en décadas su Producto Interior Bruto (PIB) superó en crecimiento al chino, con un 7,5% frente al 7% en el primer trimestre de 2015, tendencia que la ONU prevé continuará hasta final de año.
Las otras potencias BRICS (acrónimo de la asociación que agrupa a las mayores economías emergentes) no pasan por su mejor momento con Rusia y Brasil en recesión y Sudáfrica con un crecimiento del 1,3 %, arrastradas por la desaceleración china. Así, la India brilla de nuevo, tal y como ocurrió en la primera década del siglo XXI, cuando un boom de inversión extranjera llovió sobre el país emergente provocando una euforia que ahora parece querer repetirse.
«El mundo necesita otros motores para el crecimiento económico. En un ambiente de ralentización una economía que puede crecer al 8 ó 9 % como la India puede definitivamente proveer el apoyo a la economía mundial», dijo recientemente el ministro de Finanzas indio, Arun Jaitley. El viceministro de la misma cartera, Jayant Sinha, fue aún más tajante al afirmar que con el enfriamiento chino y sus consecuencias internacionales la India está lista para «tomar el bastón del crecimiento global». «La India dejará a China detrás en crecimiento y desarrollo», afirmó el optimista Sinha.
Sin embargo, otros datos ponen en tela de juicio que la India tenga el músculo para tirar de la economía global o ejercer de China. Los dos gigantes tienen una población de más de 1.000 millones de habitantes cada uno, pero el PIB indio es una quinta parte del chino: 10,3 billones frente a 2 billones de dólares, una diferencia que no sería tan abrumadora si no fuera porque hace nueve años era solo tres veces superior.
La renta per cápita muestra una situación similar: 7.593 dólares en China por 1.630 en India, alrededor de cuatro veces y media más mientras que en 2010 la diferencia era de tres veces, un reflejo de los estándares de vida y desarrollo humano. Más importante aún, China representa en torno a un 13% del PIB mundial, mientras que el indio apenas supone un 2,5%.
Sus modelos de crecimiento son también diferente
China apostó por la industria y la exportación de manufacturas cuando abrió su mercado en 1978, mientras que tras las reformas de 1991 la India se centró más en servicios y la mitad del PIB depende del consumo interno y no de su relación con el exterior.
Las declaraciones de los políticos indios «son alardes divorciados de la realidad. El crecimiento indio no puede ser el motor global como lo fue China durante años. El crecimiento es muy bajo y el país muy pequeño», remarcó a Efe el analista económico Mihir Sharma.
«China conquistó los mercados de exportaciones porque creó cadenas de suministros, fábricas gigantes con un gran número de trabajadores formados y redujo la burocracia; India necesita comenzar a trabajar en esos puntos si quiere ser la próxima China», agregó Sharma, autor del libro «Restart», sobre los retos para la economía india.
El primer ministro indio, Narendra Modi, ha puesto en marcha medidas para reducir la burocracia y facilitar los negocios para atraer manufacturas, pero ha fracasado por el momento en reformas clave como la normativa para compra de terrenos industriales o la unificación del IVA.
«La cruda realidad es que la India continúa siendo un lugar difícil para hacer negocios», dejó claro el director para la India del Banco Mundial, Onno Ruhl, en un reciente informe. Tan difícil como que en algunos aspectos la India está menos conectada económicamente que la Unión Europea. Un ejemplo es que los camiones de mercancías deben pagar impuestos al cruzar las fronteras entre estados indios.
Para el gobernador del banco central indio, Raghuram Rajan, a su país le queda un largo camino para convertirse en un motor de la economía mundial. «Incluso si superamos a China en la tasa de crecimiento, su efecto será muy pequeño durante mucho tiempo», afirmó.