Por Viviana García | Efe
30/09/2016
La incertidumbre marca este viernes los cien días desde que los británicos votaron por el Brexit, la salida del Reino Unido de la UE, sin que el Gobierno haya desvelado de momento planes concretos sobre cómo será la negociación para la retirada.
El apoyo del electorado al Brexit en el referéndum del 23 de junio provocó un «terremoto» político y tuvo un fuerte impacto en el mercado de valores y de divisas, ya que la libra se desvalorizó a niveles no vistos desde los pasados años ochenta.
En pocos días, el panorama político del Reino Unido quedó totalmente transformado al dimitir David Cameron como primer ministro, lo que forzó una elección interna en su partido, el Conservador, que llevó a Theresa May al poder.
El «brexit» también ha sacado a la luz los desacuerdos que había en el poder durante la campaña para el referéndum, como el apodo de «submarina» que le pusieron a May los aliados de Cameron porque nunca salía a apoyar la permanencia en la UE, según Craig Oliver, el exdirector de comunicaciones del antiguo primer ministro.
Aunque el presagio de Cameron y de algunos expertos de que el «brexit» provocaría un descalabro económico no se ha materializado, los cambios que sufrirá el Reino Unido en los próximos años son todavía inciertos, mientras hay aparentes desacuerdos en el Gobierno sobre la relación que debería tener el país con la UE.
May, que ha dejado claro que cumplirá con el mandato del electorado británico, aún no ha fijado la fecha para activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa, que establece un periodo de negociación de dos años sobre la retirada de un país comunitario, si bien se espera que sea el año próximo.
El alcance de este «divorcio» del bloque europeo, al que el Reino Unido se unió en 1973 bajo el mandato del conservador Edward Heath, supondrá desenredar un apretado y complejo nudo de leyes y reglamentos, para lo que se necesitarán más de 500 funcionarios, la mayoría de ellos expertos en comercio y temas legislativos, según los cálculos de algunas organizaciones de análisis político.
La catedrática en Política Británica de la Universidad de Leeds Victoria Honeyman ha dicho a Efe que uno de los principales cambios constitucionales será volver a escribir «cientos de piezas de legislación que mencionen la expresión legislación de la UE».
Pero lo que más inquieta a los expertos es la falta de claridad del Gobierno y los aparentes desacuerdos entre el ministerio de Exteriores, a favor del acceso al mercado único, y el de Interior, que se inclina por romper con él a fin de renunciar al libre movimiento de personas para controlar la inmigración.
«Hay varios problemas. Primero, el Reino Unido no tiene suficientes negociadores comerciales, así que tendrá que encontrarlos. Una vez encontrados, habrá que hacer malabarismos. ¿Cuánto tendrá que aceptar el Reino Unido para quedarse en el mercado único? ¿Será el coste aceptable?», ha dicho Honeyman.
Para la experta, lo complicado será «renegociar acuerdos comerciales con decenas de países, todo muy rápido, muchos de los cuales afrontan elecciones que pueden marcar las negociaciones».
Esta incertidumbre ha tenido un impacto en el sector económico porque muchas empresas han frenado la inversión o las nuevas contrataciones a la espera de conocer el rumbo de las negociaciones.
El Instituto del Gobierno ha criticado a May por su «silencio» sobre las negociaciones, algo que -ha indicado- resulta «inquietante» para las empresas y los países con los que el Reino Unido tendrá que sentarse a conversar.
La catedrática de Leeds considera que hay muchas razones para esperar a activar el artículo 50 puesto que países importantes para el Reino Unido, como EEUU y Alemania, tendrán elecciones.
«Es conveniente para el Reino Unido tener ciertas elecciones clave fuera del camino, como las de Alemania (en 2017) y EEUU (este noviembre), así el Reino Unido sabrá con quién negociará», ha explicado la experta política.
Honeyman reconoció que este retraso de la negociación inquieta a la Comisión Europea (CE) porque no quiere que el «brexit» pueda provocar un «efecto dominó» en otro países, por lo que «quiere que el Reino Unido salga rápidamente».