Por Efe
16/12/2015
Los obispos españoles han admitido que la Iglesia ha visto debilitada su presencia y su «legítima influencia moral» en la sociedad y en las personas debido a un «proceso de secularización generalizado», que se refleja en la forma de dar solución a problemas como el aborto, la educación o el paro.
Así lo reconoce la Conferencia Episcopal Española (CEE) en el Plan Pastoral para los próximos cinco años (2016-2020), presentada este miércoles e inspirada en la exhortación apostólica del papa Francisco Evangelii gaudium, y que lleva por título «Iglesia en misión al servicios de nuestro pueblo».
En este documento, la CEE observa que un predominio de la cultura secular unido a la «poca valoración social de la Iglesia» y admite que, en ausencia de suficientes referencias religiosas, la cultura dominante es cada vez más secular.
«En este proceso, la Iglesia ve debilitada su presencia y su legítima influencia moral en la sociedad y en las personas», reconocen los obispos que opinan que muchos prescinden de ella como de una institución «anticuada e inútil, cuando no falsa y perjudicial».
Así, señalan que los problemas de convivencia que implican «graves cuestiones morales», como las que plantean la natalidad, el aborto, la educación o el paro, y la inserción laboral de los jóvenes, se discuten y encauzan «sin tener en cuenta la moral natural ni la doctrina social de la Iglesia».
Denuncian que «no pocos cristianos se van apartando de las enseñanzas de la Iglesia y se dejan guiar por las opiniones del laicismo» y que la doctrina católica no es tenida en cuenta por ellos «como un referente social para las leyes ni para las costumbres».
«En la esfera de lo público apenas hay nadie que se atreva a hacer una referencia cristiana o simplemente religiosa», lamentan, aunque, no obstante, afirman que también aparecen muchas iniciativas justas que buscan el bien de las personas, pero en ellas «predomina el pragmatismo, los intereses económicos y los consensos oportunistas, sin tener en cuenta las referencias morales».
Así, en este contexto, «es normal que la religión y la Iglesia aparezcan como realidades inútiles y sin sentido», opinan los obispos que califican de «innegable» la «debilidad social de la Iglesia».
La CEE destaca que se ha difundido en la sociedad la idea de que la religión no tiene fundamento racional ni científico, por lo que las creencias religiosas son vistas como «opciones subjetivas», que no pueden ser universalizables «ni deben influir en el ordenamiento de la vida pública y colectiva».
«En el mundo laicista, la religión puede ser respetada como una práctica personal o como un bien cultural, mientras se mantenga estrictamente en el ámbito de las prácticas privadas», apunta.
Crítica a los políticos
En este sentido, denuncia que las instituciones públicas y políticas prescinden de cualquier referencia religiosa y lamenta que «no pocos entienden la no confesionalidad del Estado como una secularización global de toda la sociedad».
«En la vida pública, el silencio sobre Dios se ha impuesto como una norma indiscutible», critica.
La CEE pide una reflexión para analizar cómo los propios obispos, sacerdotes, religiosos y fieles cristianos han contribuido al alejamiento de algunos cristianos.
De esta manera, señala que un examen «humilde y sincero» obliga a reconocer «el empobrecimiento religioso» que se ve reflejado en la disminución del número de practicantes y en el «deterioro profundo» de la institución familiar y la defensa de la vida, así como de la educación religiosa de niños y jóvenes.
«Ante este panorama no podemos quedarnos indiferentes», sino revisar la manera de actuar y modificar «lo que haga falta» para superar los obstáculos de la fe.
Los obispos no perciben todavía síntomas de vuelta a la valoración de la vida cristiana, pero creen que «hay motivos para pensar que la regeneración democrática de la que se habla, termine despertando el deseo de una regeneración moral».
En su Plan Pastoral, la CEE contempla dedicar 2016 a la reflexión sobre las exigencias de la evangelización, 2017 se centrará en la comunión y corresponsabilidad de los agentes pastorales, 2018 al anuncio de la Palabra de Dios, 2019 a la celebración del misterio cristiano y 2020 al ejercicio de la caridad.