Los científicos investigan, descubren y publican sin descanso información fresca y reciente sobre el COVID-19. En la opinión de muchos, el nuevo virus es otra crónica de una muerte anunciada. Las pandemias masivas están en el horizonte más próximo si la humanidad sigue destruyendo hábitats y consumiendo de la manera que lo hace.
El año pasado se esperaba el fin del mundo para términos de siglo XXI si no se reducían las emisiones de gases de efecto invernadero. El cambio climático y el calentamiento global ocuparon gran parte del interés de gobiernos, empresas, medios de comunicación e instituciones. Hoy, el interés mundial se desplazó sorpresivamente a conocer todo lo posible sobre el COVID-19.
Biodiversidad y hábitats en peligro de extinción
Más de 1 millón de especies se encuentra en peligro de extinción. Solo en 2018 el planeta perdió más de 15,8 millones de hectáreas de bosque tropical, una cuantiosa pérdida de hábitat y biodiversidad.
Numerosas investigaciones y opiniones científicas apuntan que esta debacle ecológica tiene una incidencia clave en la aparición de enfermedades infecciosas. Las conclusiones parten de una premisa básica, pero compleja.
La humanidad en aras del desarrollo tecnológico, urbano e industrial ha devastado millones de hectáreas que propician el intercambio e interacción con especies silvestres jamás conocidas por la población común. El intercambio y la interacción no solo ha sido vecinal, sino también de patógenos que han saltado de la vida silvestre a los humanos.
El Zika, el SARS, el MERS, el ébola y ahora, el COVID-19 aparecieron por esta interacción completamente fuera del orden biológico usual.
La higiene de los mercados húmedos
A este escenario nada virtuoso se le suma la existencia de mercados húmedos. Eel COVID-19 se asocia la aparición del virus a un mercado húmedo en Wuhan. El Gobierno chino cerró los mercados húmedos y prohibió el consumo de animales silvestres. Pero desde el mundo científico advierten que no sirve de mucho cerrar los mercados húmedos.
En primer lugar, porque en Asia y en África occidental y central –desde donde llegaron los más recientes brotes de enfermedades infecciosas– los mercados húmedos surten de bienes y alimentos a las poblaciones más pobres. En segundo lugar, porque satanizar los mercados húmedos permite que los comerciantes ofrezcan sus productos y servicios en lugares clandestinos, donde las normas de higiene mucho menos se van a cumplir. Y finalmente, porque el origen del problema no está en los mercados húmedos. Las causas profundas de pandemias mundiales como la del COVID-19 se originan en la desproporcionada relación que estableció la humanidad con el medioambiente.
En el caso de los mercados húmedos tanto de África como de Asia se ofertan salamandras, cocodrilos, escorpiones, ratas, ardillas, zorros, tortugas, monos, murciélagos, y docenas de especies de aves e insectos sacrificados y vendidos cerca de vertederos abiertos y sin drenaje. Lo que apunta hacia una clara necesidad de una nueva planificación urbana.
Pandemias masivas y cambio climático
Como con el cambio climático, el modelo de consumo que priva en el mundo condujo al brote de COVID-19, entre otras causas. Lo alarmante es que puede conducir en un futuro no muy lejano a peores pandemias masivas ycon mayor continuidad.
Brian Bird, virólogo de la Universidad de California, señala que los riesgos y amenazas han estado presentes por generaciones. Pero los riesgos se potencian por la interacción humana con la naturaleza: «El mundo está bajo una emergencia crónica que demanda inversiones y cambios en el comportamiento humano».
Actividades como la minería, la construcción de carreteras, el emplazamiento de hidroeléctricas, la explotación maderera, la ganadería, la agricultura, la proliferación de asentamientos humanos informales han ido en detrimento de la biodiversidad y el hábitat natural.
Felicia Keesing, profesora de biología en Bard College, Nueva York delimita un camino más esperanzador. Señala que cuando se pierde o impactamos la biodiversidad aumenta la probabilidad de enfermedades infecciosas.
Richard Ostfeld, científico principal del Instituto Cary de Estudios de Ecosistemas en Millbrook, Nueva York, advierte que cuando se destruye un hábitat natural prosperan las ratas y los murciélagos, mamíferos relacionados directa e indirectamente con la aparición de enfermedades zoonóticas (enfermedades de origen animal).
La explosión del brote viral por COVID-19 apunta hacia las mismas reflexiones sobre el cambio climático. La transición hacia un nuevo modelo de producción y consumo parece más urgente que nunca, ahora que las pandemias masivas podrían ser un episodio recurrente, que ya puso en jaque al sistema sanitario del mundo.
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