Pascual Fernández Martínez y Julián Pérez García
3.500 millones de personas, la mitad de la humanidad, viven hoy en las ciudades y se prevé un aumento hasta 5.000 millones para el año 2030. En España cerca del 80% de la población vive actualmente en núcleos urbanos.
Miles de personas elegimos las grandes urbes para vivir y crear un hogar. Pero existen numerosos problemas que amenazan la sostenibilidad de nuestros entornos urbanos. Empresas como Vía Célere tienen claro que el sector inmobiliario es clave en el desarrollo de las ciudades y que para avanzar en la resolución de los desafíos que plantean los Objetivos del Desarrollo Sostenible, nuestra agenda global común, son necesarias alianzas de impacto.
Por este motivo, la promotora lanzó Célere Cities, una iniciativa estratégica para generar alianzas con otros agentes, de dentro y fuera del sector inmobiliario, donde volcar todo su conocimiento en la construcción de viviendas para contribuir a crear ciudades más sostenibles y mejores entornos urbanos.
Fruto de este compromiso, en 2018, Vía Célere y la Universidad Autónoma de Madrid impulsaron el Observatorio de Sostenibilidad Ambiental de la Edificación Residencial con el objetivo de aportar nuevas herramientas para controlar el impacto del sector de la construcción en el entorno, usando como modelo las promociones residenciales de Vía Célere.
Según Naciones Unidas, las ciudades del mundo ocupan solo el 3% de la superficie terrestre, pero representan entre el 60% y el 80% del consumo de energía y el 75% de las emisiones de carbono. En la Unión Europea, los edificios son responsables de aproximadamente el 40% del consumo de energía y del 36% de las emisiones de CO2.
El Green Deal y el PNIEC
Iniciativas como el Green Deal a nivel europeo o el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) en España, sientan las bases para una descarbonización progresiva de la economía y una reducción ambiciosa de las emisiones contaminantes, con un claro impacto en la actividad del sector inmobiliario y de la construcción.
Por tanto, en 2020, desde el Observatorio hemos puesto el foco en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y su impacto en la edificación residencial, estudiando y calculando una huella de carbono un poco especial: la huella de carbono tipo de la construcción residencial en España, estimada para un modelo de edificación residencial actual, que utiliza materiales y tecnologías de construcción modernas y eficientes.
El concepto de huella de carbono se identifica como el conjunto de los gases de efecto invernadero (GEI) emitidos tanto por el efecto directo como por el indirecto por un individuo, una organización o un producto. Aunque son muchos los tipos de GEI, se miden conjuntamente en términos de toneladas de dióxido de carbono equivalentes (t CO2), por ser este GEI el más importante.
La mayoría de las empresas grandes y medianas españolas y la totalidad de las empresas cotizadas, miden y reportan en sus informes de Responsabilidad Social Corporativa anuales su huella de carbono, la generada por la actividad anual de cada organización. Esto es particularmente interesante como ejercicio de transparencia, pero sobre todo porque la mayoría de las empresas se comprometen y actúan para que sus emisiones disminuyan de año en año, contribuyendo de esta forma a la mitigación de uno de los mayores retos medioambientales al que se enfrenta nuestro planeta.
Estimar la huella de carbono
Para hacer sus estimaciones, las empresas normalmente utilizan la metodología estandarizada aconsejada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que fundamentalmente se determina a partir de lo que se denominan los “Alcances”. Así, dentro de lo que se denomina el Alcance 1 se miden las emisiones directas producidas por la actividad propia de la organización, típicamente en la combustión de calderas, hornos, instalaciones y vehículos de transporte propios, y otras, como son las emisiones que se producen por las fugas de aire acondicionado.
En el Alcance 2 se miden las emisiones indirectas asociadas a las energías que compra la organización, normalmente electricidad y/o gas; mientras que en el Alcance 3 se computan otras emisiones indirectas que están típicamente asociadas, por ejemplo, al transporte de materias primas y almacenaje y distribución de productos terminados realizados por terceros, o las emisiones producidas en los viajes desde su domicilio al puesto de trabajo realizado por los trabajadores de la organización (en nuestro caso durante los 320 días laborables que fueron necesarios para ultimar la construcción de esta promoción inmobiliaria), y otras emisiones indirectas.
Aplicando esta metodología estandarizada hemos calculado que la huella de carbono del proceso de construcción de la promoción inmobiliaria analizada, de 98 viviendas y cerca de 15.500 metros cuadrados, fue de 300 toneladas de CO2 equivalentes.
Pero, adicionalmente, hemos realizado un cálculo que normalmente no analizan las empresas y organizaciones y que se refiere a la huella de carbono de los materiales utilizados en el proceso de construcción de la promoción inmobiliaria. Típicamente esta huella de carbono sería la que calculan y reportan, por ejemplo, los fabricantes de ladrillos, de acero o del vidrio que se utilizan en cualquier construcción. Pero es evidente que no todos los fabricantes de un mismo material o producto tienen la misma huella de carbono. Esta cuestión es relevante si el grado de compromiso de una organización es real y elige a sus proveedores considerando también su impacto indirecto sobre el cambio climático.
Para este segundo cálculo, mucho más complejo y difícil de realizar para una organización, hemos desarrollado dos vías alternativas.
La primera, que hemos denominado “Enfoque de peso”, se realizó a partir del análisis de cerca de 9.000 facturas y albaranes de suministro de materiales y servicios, que permitieron resumir el conjunto de los inputs utilizados en la construcción de la promoción inmobiliaria en una relación de 33 materiales básicos, con una masa total de unas 33.500 t de materiales a los que se aplicó la metodología Life Cycle Assessment, identificando las emisiones de CO2 equivalentes que se generan a lo largo de todo el ciclo de vida de cada material (extracción, fabricación, transporte y reciclado final), de tal forma que, agregando, podemos llegar a una estimación precisa de las emisiones de GEI generadas por las 33.500 toneladas de materiales utilizadas en la promoción inmobiliaria. Los resultados obtenidos es este primer enfoque señalarían que los materiales utilizados en la construcción tendrían una huella de carbono de unas 6.500 t de GEI, en términos de CO2 equivalente.
Enfoque de Valor
Lo interesante de nuestro análisis es que hemos comprobado que este mismo cálculo, que es muy complejo y muy laborioso de realizar para cualquier organización y que se multiplica si la empresa fabrica muchos productos distintos, se puede aproximar de una forma bastante adecuada a través de una vía alternativa, denominada “Enfoque de Valor”, que utiliza la metodología de análisis económico basada en las tablas input-output, y que precisa únicamente de la información sobre el valor económico de las compras y suministros adquiridos por la empresa a las diferentes ramas productivas.
Como conclusión final, agregando los cálculos de las emisiones de GEI de los materiales utilizados en la construcción y las emisiones de GEI producidas específicamente en el proceso de construcción (los comentados Alcances) concluimos que la huella de carbono tipo de un metro cuadrado de construcción para una promoción residencial moderna en España, sería aproximadamente de unos 400 kilos de gases de equivalentes de CO2 por cada metro cuadrado construido, un indicador en la banda baja de los que constamos que han reportado otros estudios académicos previos en diferentes países.
Fruto de este estudio sobre la huella de carbono de una promoción residencial hemos obtenido un dato que puede ser utilizado como indicador ambiental global de la actividad constructora de una promotora inmobiliaria, configurándose así como el punto de referencia básico para el inicio de actuaciones de reducción de consumo de energía y para la utilización de recursos y materiales con mejor comportamiento medioambiental.
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