La historia del RCGS Resolute parece sacada de la imaginación Maqroll el Gaviero. El personaje creado por el escritor colombiano Álvaro Mutis cuenta las tribulaciones sufridas en sus viajes por mares y ríos del mundo. Las de este crucero no se quedan atrás: acaba de ser subastado por apenas 600.000 dólares; pero deberá pagar por el hundimiento y pérdida total del navío Naiguatá CG-23 de la Armada de Venezuela.
La mala suerte parece acompañar a este crucero de bandera portuguesa que operaba la compañía canadiense One Ocean Expeditions. Cien días – pero no de soledad, como los años del libro de García Márquez– lleva en el puerto de Willemstad, en la isla neerlandesa de Curazao.
La historia del RCGS Resolute comenzó en 1991, cuando fue construido y avaluado en 25 millones de dólares con el propósito de realizar viajes a las regiones polares. Pero en octubre de 2019 el crucero rompehielos dejó varados a cientos de turistas en Argentina al cancelar una expedición por el Antártico. Sus numerosas deudas le impedían siquiera cargar combustible. Acreedores, operadores turísticos, proveedores y extripulantes reclamaron y una corte local lo dejó bajo arresto en el puerto de Buenos Aires.
A principios de marzo la compañía dueña del barco, Bunnys Adventure & Cruise Shipping Co., una firma registrada en Bahamas, habría pagado una millonaria suma para llegar a acuerdo con los acreedores e impedir el remate de la nave, según supo el servicio de noticias Deutsche Welle.
El barco pudo zarpar con destino, supuestamente, a Hamburgo, Alemania. Pero por razones que se desconocen tomó rumbo hacia aguas más tropicales, las del mar Caribe: Curazao. Fue en la madrugada del 30 de marzo cuando se produjo el confuso incidente que terminó con el hundimiento del Naiguatá CG-23 de la Armada de Venezuela.
Las versiones sobre el incidente en el Caribe
Sobre este incidente cada una de las partes involucradas tiene su versión. Una es la de la compañía con sede en Hamburgo, Columbia Cruise Services (CCS), encargada de la gerencia técnica del barco. Esta sostiene que el crucero navegaba en aguas internacionales cuando el Naiguatá abrió fuego e «intencionalmente embistió a Resolute”.
La de las autoridades venezolanas es otra. Asegura que el crucero chocó al navío de la marina «en aguas jurisdiccionales de la República Bolivariana de Venezuela».
El informe de la Oficina de Investigación de Accidentes Marítimos de Portugal (GAMA) es la tercera. Se trató de «un hecho no accidental en el contexto de una operación iniciada por la Armada venezolana».
Aunque con daños menores en su casco, el crucero continuó viaje hacia Curazao, donde ha permanecido surto desde entonces, en parte por la cuarentena por el coronavirus. En mayo una corte local acogió una demanda del Estado venezolano por la pérdida del Naiguatá y ordenó el embargo del Resolute. El tribunal resolvió que mientras se aclaraba la responsabilidad sobre el incidente, el crucero solo podía abandonar Willemstad tras el pago de una garantía bancaria.
A fines de junio, medios especializados en temas marítimos anunciaron que el barco iba a remate. La firma Arctica Adventure and Cruise Shipping Co. habría asumido las deudas de los acreedores, cercana a los cuatro millones de dólares; y solicitado la subasta, amparada en la orden de una corte de Rotterdam del 17 de marzo, cuando el buque ya había dejado Buenos Aires y navegaba rumbo a Curazao.
Esta decisión sería la única explicación para entender por qué este crucero rompehielos, acostumbrado a navegar por aguas polares, se dirigió a un destino tan tropical como Curazao.
La historia del RCGS Resolute no termina aquí
El remate fue realizado el 22 de junio pasado y solo hubo un oferente. Medios especulan que fue la misma Arctica. “La puja de salida – dice DW – habría sido de 10 millones de dólares”. Pero al no haber interés el precio fue bajando hasta que finalmente fue vendido en 600.000 dólares.
«El barco es libre de salir, porque fue subastado y tiene un dueño nuevo. Con la venta, el embargo se levantó”, dijo a DW uno de los abogados que representa al Estado venezolano en Curazao, quien pidió mantener su nombre en reserva.
La suma debe quedar bloqueada en la cuenta de la corte en Curazao, mientras continúa el juicio por la responsabilidad del hundimiento del Naiguatá. Este depósito es mucho menor que lo exigido en la demanda de Venezuela, pero al menos permite liberar el crucero. El valor del buque hundido es de unos 125 millones de dólares.
El abogado admite que la compra puede haber sido «una conveniencia entre las dos compañías, para poder sacar el barco”; pero no se centra en eso. “Ellos hicieron su juego, pero para mí lo más importante es seguir adelante por la sentencia definitiva”.
“Si ganamos el caso, esos 600 mil ya son una cuota. Pero podemos ejecutar el monto total de la demanda contra el antiguo dueño, el operador y la compañía aseguradora en cualquier país. Y ellos deben responder”, argumentó. Sin embargo, reconoce que el proceso podría llegar hasta la Corte Suprema en los Países Bajos y durar más de un año.
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