En este milenio con su nueva era y sus coach parece que es imperativo ser feliz. Ser feliz a costa de lo que sea. La felicidad se ha convertido en un problema, porque después de todo ¿A qué vinimos a este mundo? A ser felices, claro está. Para el psicólogo Edgar Cabanas y la socióloga Eva Illouz la felicidad es hoy día una industria. En su libro Happycracia: cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas alertan que la felicidad se ha vuelto egoísta.
Cabanas afirma que la idea de que la felicidad solo depende de nosotros es una de las trampas de la industria de la felicidad. «Un negocio millonario», aseguran..
En entrevistas con diversos medios, Cabanas señala que el discurso de la felicidad es una obsesión. «La idea es muy atractiva, una serie de pasos y recetas aparentemente muy sencillos que solo dependen de uno mismo. Pero todo esto es ficticio», anota..
A pesar del aura científica, esas fórmulas y recetas para alcanzar la felicidad no son infalibles. Cabanas explicó a BBC Mundo que una persona que compra un libro de autoayuda para autorrealizarse o para ser feliz no compra solo uno. Compra el siguiente y el siguiente. Si en realidad esas claves y formulas funcionaran, con leer un libro bastaría para ser feliz ¿no? Y sin embargo no es así.
No obstante, Cabanas vindica la alegría, en especial la colectiva. La alegría compartida entendida como el júbilo del bienestar de los demás e incluso en el tuyo propio desde la gratitud.
Happycracia o la tristeza de no ser feliz
A juicio de Cabanas, la obligación de alcanzar la felicidad es abrumadora. “Nos hace estar constantemente preocupados y obsesionados con nosotros mismos, con nuestros pensamientos y emociones”, subraya.
En una entrevista concedida al Diario Nius, Cabanas expresó que no tenía dudas de que las buenas intenciones detrás de las técnicas y consejos del discurso de la felicidad. Cree que podrían aliviar el sufrimiento de las personas. “Lo que se cuestiona ¿es siempre así?, ¿de verdad ayuda? Siempre nos fijamos en la gente a la que ayuda, pero no en la gente a la que no ayuda”.
El psicólogo puntualizó que es importante resaltar no solo a quienes ayuda. “También hay gente a la que le viene muy mal y no nos fijamos en ellas”. Enfatizó que hay a quienes el discurso no les funciona y afecta su percepción de sí mismas. “Se siente verdaderamente mal o el doble de mal, porque se sienten culpables al decir: es que soy yo, es que soy yo el que tiene la culpa de estar así”, advirtió.
Otro punto negativo de la felicidad absoluta es que se ha estigmatizado los sentimientos considerados como negativos. “Se supone que uno no puede aburrirse, enfadarse ni estar triste”. Y es que todas las emociones deben experimentarse. “La tristeza no es agradable, pero el que no lo sea no quiere decir que no sea una reacción relativamente normal ante ciertos elementos del entorno. Es una reacción saludable a estímulos negativos”, enfatizó.
En busca de la felicidad
Vivimos el secuestro de la idea de la felicidad, eso piensa el autor. “Ellos, los gurús, los coachs, son los que tienen la potestad de decir lo que funciona y lo que no, lo que contribuye y lo que no a la felicidad”, alegó.
Cabanas recomendó que para encontrar la felicidad deben “alejarse de las recomendaciones generales facilonas, simplonas, que parece que tienen las respuestas para todo el mundo”. Hay tantos caminos y tantas nociones de felicidad como personas en el mundo. El psicólogo insiste que eso se demuestra cuando encuentra gente que le dice que para ellos la felicidad es otra cosa. “Y yo digo claro, es que no sabemos muy bien lo que es”. Insistió que cada quien debería tener el derecho de decidir qué es la felicidad.