ANDRÉS TOVAR | INFOGRAFÍA: NEY COLMENARES
16/05/2017
Los líderes mundiales se reunieron en Beijing durante los últimos dos días para escuchar el plan de China para el comercio mundial: la iniciativa del «Cinturón y la Ruta de la Seda«. Cerca de 70 países y organizaciones internacionales han manifestado su voluntad para participar en el mega-proyecto de infraestructura, aseguró Xi Jinping en la clausura de la cumbre este 15 de mayo, pero muchos todavía no tienen idea de lo que es. La próxima reunión en Beijing está prevista para 2019.
Lo cierto es que, los que sí saben de qué se trata, han mostrado un interés poderoso, entre ellos se cuenta el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que incluso ofreció a España como «puerta de enlace» para que este proyecto se extienda desde Euroasia a América Latina. “España tiene grandes ventajas porque es una potencia comercial, porque tenemos grandes empresas, un sector turístico muy bueno, el idioma español y somos una potencia cultural y deportiva (…) la aportación más importante que puede hacer España es ser un enlace entre Asia y Europa con África y con América Latina».
Vídeo resumen de mi viaje a #China. España apuesta por reforzar la conexión con Asia, la unión genera beneficios para todos pic.twitter.com/yvYHo80xE2
— Mariano Rajoy Brey (@marianorajoy) 15 de mayo de 2017
Entretanto, Xi prometió al menos $ 113 billones en fondos adicionales para la iniciativa, e instó a los países de todo el mundo a colaborar con él, nada menos, en «la búsqueda de la globalización (…) No tenemos ninguna intención de formar un pequeño grupo en detrimento de la estabilidad mundial. Lo que esperamos es crear una gran familia de coexistencia armoniosa».
¿Pero qué rayos es ese «cinturón»?
Es más que todo un megaproyecto comercial centrado en dos columnas vertebrales: transporte y energía. Carreteras, puentes, gasoductos, puertos, ferrocarriles y plantas de energía se extienden a lo largo del proyecto. Propuesto por Xi en 2013, el programa tiene un costo estimado de $ 5 trillones (pdf) en infraestructura, una montaña de dinero que se extiende por más de 60 países de Asia, el Oriente Medio, Europa y África.
Aclamado por Xi como «el proyecto del siglo», el plan encaja en su narrativa más grande que China «está dando un ejemplo de la globalización», llenando el vacío dejado por EEUU bajo el «America First» de Donald Trump.
¿Quién está dentro y quién está fuera?
Los seis corredores de la Ruta pasan por Rusia o por las repúblicas de Asia Central (Kazajstán, Kirguistán, Uzbekistán, Pakistán), además de Sri Lanka, Turquía y Mongolia. Las obras de la Ruta de la Seda consisten en ferrocarriles, carreteras, puertos, aeropuertos, oleoductos y redes de internet con los que China apuesta a lubricar el comercio mundial y potenciar la globalización, mientras Estados Unidos tiende a aislarse en un proteccionismo defensivo.
Al encuentro de este fin de semana asistieron mandatarios de primer nivel de España, Italia, Grecia, Suiza, Polonia, Hungría, República Checa y Serbia, mientras Alemania, Francia, Gran Bretaña y Japón enviaron delegaciones de menor nivel. La ausencia de India es la más notoria, molesta por el «corredor económico» que China construye en Pakistán, uniendo Xinjiang con el estratégico puerto de Gwadar en el mar Arábigo.
De América Latina destacaron la presencia de Chile y Argentina, países que apuestan fuerte al comercio con China y a las inversiones del dragón en sus economías. Brasil envió una delegación simbólica y México estuvo también ausente.
China dice que el proyecto está abierto a todo el mundo, pero también ha identificado 65 países a lo largo del cinturón y del camino que, desde las primeras etapas de la propuesta, se ha insistido que deben participar en la iniciativa. En conjunto, las 64 naciones más China representan el 62% de la población mundial y el 30% de su producción económica (pdf).
¿Cómo va hasta ahora?
Uno de los hechos que más sorprende es la rapidez con que ha despegado la Ruta de la Seda. Cuando se lanzó la iniciativa, en 2013, apenas 17 trenes de carga unieron China con Europa. En 2016, fueron 1.702, cien veces más en cuatro años.
En el mismo lapso de solo cuatro años, China abrió 356 líneas internacionales de transporte de mercancías y pasajeros a lo largo de las carreteras del Cinturón y la Ruta y opera 4.200 rutas aéreas semanales entre el dragón y sus socios de la Ruta.
Sin embargo, uno de los aspectos más importantes de la iniciativa es que «está ayudando a los países a unirse», como sostiene el diario oficialista chino Global Times.
¿De dónde sale la pasta?
El año pasado, los bancos estatales chinos anunciaron que disponen de 900.000 millones de dólares para financiar mil proyectos de la Ruta de la Seda, en la que participa también el Banco Asiático de Infraestructura e Inversiones (AIIB). Muchos de los proyectos incluyen empresas estatales chinas de petróleo y gas, pero también han confirmado su participación las occidentales General Electric y Siemens, entre otras.
En el largo plazo, la Ruta de la Seda «podría impulsar la internacionalización del yuan fomentando su uso tanto en transacciones comerciales como financieras», sostiene Tianjie He, de Oxford Economics. La internacionalización de la moneda china, clave en su ascenso al rango de potencia global, se verá facilitada porque las enormes obras que requiere la Ruta serán préstamos chinos en su propia moneda.
Los $ 113 mil millones en fondos adicionales, según explicó Xi, se desembolsarán a través de tres fuentes diferentes. Estos incluyen el Fondo estatal de la Ruta de la Seda, el Banco de Desarrollo de China y el Banco de China. Dos instituciones multilaterales, el Beijing Investment Bank (AIIb) -con su capital registrado de 100 $ mil millones- y el Banco de Shanghai -con $ 50 billón de partida de capital- también son importantes financistas de la iniciativa. En 2016, por ejemplo, el AIIb aprobó $ 1.7 mil millones en préstamos a nueve proyectos de desarrollo a lo largo del cinturón.
Prestamistas chinos también están impulsando el nuevo plan de ruta de la seda. Louis Kuijs, jefe de investigación para Asia de Oxford Economics, estima que éstos están aportando unos $ 130 mil millones.
China también espera que otros países y fondos también «arrimen el hombro».