La invasión de Rusia a Ucrania, que podrá empeorar en 2023, impactó la geopolítica, la diplomacia y los mercados energéticos de Europa, con secuelas directas en el mundo. Expertos de la AIE afirman que ese cambio abrupto e inesperado seguirá modificando las fuentes de energía y los suministros durante las próximas décadas.
El mundo se encuentra en medio de su primera gran crisis energética global, un shock de una amplitud y complejidad sin precedentes. Las presiones en los mercados precedieron a la guerra. Pero las acciones del Kremlin convirtieron lo que se veía como una rápida recuperación económica luego de la pandemia en una agitación energética en toda regla.
Rusia ha sido, con mucho, el mayor exportador mundial de combustibles fósiles. Sin embargo, sus restricciones en el suministro de gas natural a Europa y las sanciones europeas a las importaciones rusas de petróleo y carbón cortan una de las principales arterias del comercio mundial de energía. Todos los combustibles se ven afectados, pero los mercados de gas son el epicentro. Rusia pretende apalancarse exponiendo a los consumidores a muy altas facturas de energía
El World Energy Outlook 2022 de la Agencia Internacional de la Energía muestra que los precios de las compras spot de gas natural han alcanzado niveles inéditos. Superando regularmente el equivalente a 250 dólares el barril de petróleo. Los precios del carbón también llegaron a niveles récord, mientras que el petróleo subió muy por encima de los 100 dólares por barril a mediados de 2022 antes de volver a caer.
Cambios en los mercados energéticos
Los altos precios del gas y el carbón representan el 90% de la presión al alza sobre los costos de electricidad. Para compensar las deficiencias en el suministro de gas ruso, Europa importó 50.000 millones de metros cúbicos adicionales de gas natural licuado en 2022 en comparación con el año anterior. No fue peor el impacto por la menor demanda de China, que frenó el consumo de gas por los cierres para frenar los brotes de covid-19 y el crecimiento económico moderado. La mayor demanda europea de GNL ha afectado el acceso al gas de otros importadores en Asia.
La crisis energética ha alterado los mercados energéticos, avivado las presiones inflacionarias y existe un riesgo inminente de recesión. Igualmente, ha permitido a los productores de combustibles fósiles una enorme ganancia inesperada de 2 billones de dólares por encima de sus ingresos netos de 2021. Los precios más altos de la energía también incrementa la inseguridad alimentaria en muchas economías en desarrollo.
La carga más pesada recae sobre los hogares más pobres, que gastan una mayor parte de los ingresos se gasta en energía y alimentos. Es probable que 75 millones de personas que recientemente obtuvieron acceso a la electricidad pierdan la capacidad de pagarla. Esto significa que, por primera vez desde que comenzamos a rastrearlo, la cantidad total de personas en el globo sin acceso a la electricidad ha comenzado a aumentar. Casi 100 millones de personas pueden volver a depender de la leña para cocinar en lugar de soluciones más limpias y saludables.
Ante la escasez de energía y los altos precios, en las economías avanzadas los gobiernos han ofrecido más de 500.000 millones de dólares para proteger a los consumidores.
La crisis energética, ¿un revés a la transición?
Otras acciones han incluido aumentar la generación de electricidad a base de petróleo y carbón, extender la vida útil de algunas plantas de energía nuclear y acelerar los proyectos de energías renovables. Las medidas para reducir la demanda han recibido menos atención, pero una mayor eficiencia es una parte esencial de la respuesta a corto y largo plazo.
Los mercados energéticos siguen siendo extremadamente vulnerables. El shock energético es un recordatorio de la fragilidad e insostenibilidad del sistema actual. Los formuladores de políticas tratan de determinar si la crisis será un revés para las transiciones de energía limpia o una acción más rápida. En algunos sectores se culpó a las políticas climáticas y los compromisos de cero emisiones netas por contribuir al aumento de los precios de la energía. Pero hay poca evidencia de al respecto.
En las regiones más afectadas, las mayores proporciones de energías renovables se correlacionaron con precios de electricidad más bajos,y los hogares más eficientes. El calor electrificado han proporcionado un amortiguador importante para algunos consumidores, pero insuficientes.
La crisis obliga a poner el foco en los gobiernos y en cómo reaccionan. Además de las medidas a corto plazo, muchos gobiernos tratan de diversificar el suministro de petróleo y gas mientras aceleran el cambio estructural.
Los tres escenarios explorados en el World Energy Outlook 2022 se diferencian principalmente por los supuestos referidos a las políticas gubernamentales.
Estimaciones en las próximas décadas
En el análisis de la AIE están el escenario de políticas establecidas (STEPS) que muestra la trayectoria implícita en la configuración de políticas actual. El escenario de compromisos anunciados (APS) que asume que todos los objetivos a los que se aspira anunciados por los gobiernos se cumplen. Incluidos sus objetivos de acceso a energía y cero neto a largo plazo. Y el escenario de emisiones netas cero para 2050 (NZE) que traza la estabilización del 1,5 °C junto con el acceso universal a la energía sostenible para 2030.
Las nuevas políticas en los principales mercados energéticos ayudan a impulsar la inversión anual en energía limpia a más de 2 billones de dólares para 2030 en STEPS. Un aumento de más del 50 % desde hoy.
La energía limpia es una gran oportunidad para el crecimiento y el empleo. Para 2030, gracias en gran parte a la Ley de Reducción de la Inflación, en Estados Unidos crecerán dos veces y media las adiciones anuales de capacidad solar y eólica, y siete veces las ventas de automóviles eléctricos.
Los nuevos objetivos estimulan la construcción masiva de energía limpia en China, lo que significa que su consumo de carbón y petróleo alcanzará su punto máximo antes de que finalice la década.
En paralelo, el rápido despliegue de las energías renovables y las mejoras en la eficiencia en la Unión Europea reducen la demanda de gas natural y petróleo en un 20 % y la de carbón en un 50 %. Un impulso al que se suma la urgencia de encontrar ventajas económicas e industriales más allá gasolina rusa.
Energías e impactos ambientales
El programa Green Transformation (GX) de Japón proporciona un importante impulso de financiación para tecnologías que incluyen hidrógeno y amoníaco de bajas emisiones nucleares. Mientras que Corea del Sur también intenta aumentar la energía nuclear y renovable en su combinación energética. La India avanza hacia su objetivo de capacidad renovable nacional de 500 gigavatios (GW) en 2030. Ya las energías renovables satisfacen dos tercios de la demanda de electricidad.
Por primera vez, un escenario basado en las políticas prevalecientes tiene una demanda global para cada uno de los combustibles fósiles que muestra un pico o una meseta. En STEPS, el uso de carbón vuelve a caer en los próximos años, la demanda de gas natural alcanza una meseta a finales de la década. Mientras que el aumento de las ventas de vehículos eléctricos estabiliza la demanda de petróleo a mediados de la década de 2030. A mediados de siglo disminuirá ligeramente.
La demanda total de combustibles fósiles disminuirá constantemente en los mercados a partir de mediados de esta década en alrededor de 2 exajulios por año hasta 2050. Una reducción anual equivalente a la producción de por vida de un gran campo petrolero.
El uso global de combustibles fósiles aumentó junto con el PIB desde el comienzo de la Revolución Industrial en el siglo XVIII. Revertir este aumento mientras continúa la expansión de la economía global será un momento crucial. La participación de los combustibles fósiles en la combinación energética global ha sido obstinadamente alta: el 80% durante décadas.
Reducir las altas temperaturas
El reporte de la AIE advierte que en 2030 la participación de los fósiles en STEPS caerá por debajo del 75%, y ligeramente por encima del 60% para 2050. Se alcanza un punto alto para las emisiones globales de CO2 relacionadas con la energía en STEPS en 2025. Con 37.000 millones de toneladas por año, y vuelven a caer a 32.000 millones para 2050. Estaría asociado con un aumento de alrededor de 2,5 °C en la temperatura promedio global para 2100. Un resultado mejor que el proyectado hace algunos años.
El impulso político renovado y avances tecnológicos logrados desde 2015 han reducido alrededor de 1°C del aumento de temperatura a largo plazo. Sin embargo, una reducción de solo el 13 % en las emisiones anuales de CO2 hasta 2050 en STEPS está lejos de ser suficiente para evitar los impactos severos del cambio climático.