Por ÍÑIGO ADURIZ
Dentro del partido eran muy pocos los que apostaban por su proyecto para renovar el PSOE. Mientras en la primavera de 2014 el entonces desconocido y hoy secretario general, Pedro Sánchez, recorría las agrupaciones de todo el país con la intención de recabar apoyos para su candidatura al liderazgo de los socialistas, la mayoría, incluidos miembros de su actual Ejecutiva, consideraba que no tenía ninguna posibilidad en la carrera para suceder a Alfredo Pérez Rubalcaba. Todo cambió cuando los socialistas andaluces, con Susana Díaz al frente, decidieron dar la espalda a uno de los candidatos favoritos, Eduardo Madina, y apoyaron al madrileño. También lo hicieron la mayoría de los barones o líderes territoriales y, por supuesto, los militantes. Sánchez arrasó en las votaciones y su victoria se interpretó, también, como un triunfo interno de Díaz en la batalla por el control del partido.
Pero si alguna vez hubo un tándem entre el madrileño y la andaluza, éste apenas se mantuvo en pie unos pocos meses. El distanciamiento entre ambos es hoy total, y así se percibe dentro del partido y por los afines de uno y de otro. Ya en octubre, dos meses después del Congreso Extraordinario, Susana Díaz sacaba a relucir públicamente las discrepancias con Sánchez cuando, en una entrevista en El País, aseguró que el madrileño tenía una estrategia, y ella otra. Eran los primeros síntomas de la ‘guerra de las rosas’ –flor presente en el escudo de la centenaria formación- por el poder interno que actualmente existe en el PSOE y que recientemente ha utilizado la Comunidad de Madrid como campo de batalla.
Desde la dirección federal sostienen que entre Sánchez y Díaz “la relación es fluida, cordial y, en ocasiones, cariñosa”. También mencionan esa cordialidad fuentes oficiales del PSOE de Andalucía. Pero esa no es la opinión mayoritaria en el partido. El trato entre ambos es “frío y distante”, dicen. Hay incluso quien compara esa relación con la que mantienen el presidente chino y el Dalai Lama. Es decir, es prácticamente inexistente. En estas condiciones los socialistas se enfrentan a un año electoral en el que la primera cita serán los comicios andaluces de este domingo, y que continuará en mayo con las elecciones municipales y autonómicas.
La decisión del hoy secretario general de anunciar en septiembre su intención de concurrir a las primarias en las que se elegirá el candidato a La Moncloa, fue el origen de este nuevo desencuentro que marca la actualidad del partido que ha gobernado España durante la mayor parte del periodo democrático. La federación andaluza no entiende que Sánchez, en calidad de secretario general y líder de la oposición, mencione su lógica determinación por convertirse en cabeza de lista para las generales, porque por el momento no le ven capaz de dar la vuelta a las encuestas.
Díaz no lo veía claro en julio, cuando su federación respaldó al madrileño y le aupó a la Secretaría General en un congreso posterior a la votación de la militancia. Porque su apoyo sólo se refería al liderazgo del partido en un momento de transición hasta el periodo electoral, y en ningún caso implicaba un apoyo de la presidenta de la Junta de Andalucía a la candidatura de Sánchez a La Moncloa. Por eso, en la calle San Vicente, sede sevillana de los socialistas, molestó tanto esa autoproclamación de su líder federal.
“Pedro siempre se ha caracterizado por ser una persona que nunca se ha escondido. Cuando nadie sabía si se iba a presentar a liderar el partido él dio el paso y, una vez elegido, no se puede considerar ningún secreto que quiera ser candidato”, responden desde Ferraz. Fuentes de la Ejecutiva federal explican a Cambio16 que existen “voces” críticas con el actual secretario general que tratan de “construir un muro” entre Madrid y Sevilla “donde no lo hay”. Según explican, la relación entre Sánchez y Díaz es “mucho más cordial” de lo que algunos intentan dibujar.
El escándalo de los ERE
Lo que no se cuestiona por parte del equipo del líder federal del PSOE es que el escándalo de los ERE fraudulentos, que ha manchado la reputación de tres décadas de gobiernos socialistas en Andalucía, también provocó un fuerte desencuentro entre Sánchez y Díaz. En contra del criterio de la federación andaluza, el secretario general se negó en noviembre a costear la defensa jurídica de los expresidentes de la Junta Manuel Chaves y José Antonio Griñán, y la de los otros tres aforados supuestamente implicados en el caso, José Antonio Viera, Gaspar Zarrías y Mar Moreno. El desamparo de Ferraz molestó a los socialistas andaluces, que consideraron que con su gesto Sánchez justificaba las sospechas de la opinión pública contra la honorabilidad de esos compañeros.
Las citaciones del Tribunal Supremo para declarar como imputados recibidas por todos ellos abrieron un nuevo frente en la precampaña de los socialistas, que evitaron exigir la dimisión de los implicados a pesar de lo prometido. Las contradicciones han reabierto, también, la disputa que enfrentó a Sánchez y Díaz en octubre, cuando Ferraz aprobó su Código Ético. Con la presentación del documento, la nueva Ejecutiva quiso demostrar su firmeza contra la corrupción. En el texto, Sánchez y su equipo establecieron que “cualquier cargo público u orgánico del PSOE al que se le abra juicio oral por un procedimiento penal dimitirá de su cargo en el mismo momento en el que se le dé traslado del auto de apertura del mismo y solicitará la baja voluntaria. En caso contrario, será suspendido cautelarmente de militancia y, en su caso, expulsado del partido”.
Prácticamente una semana después de que se aprobara el texto, cuando la Fiscalía dejó en manos del Supremo la imputación de los aforados, la presidenta de la Junta quiso ser más tajante y aventuró que “cualquier cargo público u orgánico del PSOE al que se le abra juicio oral por un procedimiento penal dimitirá de su cargo en el mismo momento en el que se le dé traslado del auto de apertura del mismo y solicitará la baja voluntaria. En caso contrario, será suspendido cautelarmente de militancia y, en su caso, expulsado del partido”.
Ante esa evidente descoordinación interna, Madrid y Sevilla acordaron una fórmula de consenso, la defendida tras la mencionada imputación, teniendo que encajar críticas externas e internas. Decidieron que a Chaves, Griñán, Moreno, Zarrías y Viera sólo se les apartaría de sus cargos cuando se les imputara un delito. “Cuando se produzca esa imputación con delito, si es que se produce, el PSOE actuará y, por lo tanto, cumpliré con mi palabra”, aseguró Sánchez. Con similares palabras se expresó Díaz, cuyos seguidores confían en que los recientes acontecimientos judiciales no mermen el apoyo electoral que les vaticinan las últimas encuestas de cara a este 22 de marzo.
Ferraz insiste en que la actuación del líder federal desmarcando al partido de la defensa de Chaves y Griñán respondió al nuevo tiempo que reclaman los ciudadanos a los políticos. “La sociedad ha pedido que las cosas se hagan de otra manera, y Pedro lo ha hecho”, apuntan desde la Ejecutiva Federal. Argumentan, además, que el PSOE ha “asumido la responsabilidad” de lo sucedido en Andalucía, por lo que todos los gestos del secretario general se deben a su “coherencia política”, la que le permite también “defender la honorabilidad” de los expresidentes andaluces.
Pedro Sánchez, «acorralado»
Dirigentes territoriales dan por hecho que Sánchez se ha sentido “acorralado” por la federación de Andalucía. Y que esa “debilidad” orgánica consecuencia de la falta de apoyo de la región más importante es la que forzó al secretario general a dar un “golpe de autoridad” en Madrid con la expulsión de Tomás Gómez de la dirección regional. El drástico e inédito gesto hará mella en la credibilidad del partido que durante el pasado año presentó como uno de sus logros más destacables la aplicación de la democracia interna y de las primarias, ya sean abiertas o cerradas.
El perjuicio podría agravarse. A las puertas de las elecciones autonómicas y municipales del próximo mayo, en las que además irrumpirán coaliciones de izquierdas con o sin Podemos, que están en ascenso en las encuestas. Pero la decisión fortalece a Sánchez a nivel interno, ya que se ha asegurado el control de la tercera federación más importante del país en número de afiliados. En las asambleas celebradas en las agrupaciones del PSM que han servido para consultar a los militantes, pero que han sustituido a las primarias, ha arrasado la preferencia por Ángel Gabilondo, el exministro propuesto por Ferraz como candidato a la Comunidad de Madrid. Ante esa mayoría y a pesar de la fuerte contestación interna de la federación madrileña que exigía primarias, la Comisión Federal de Listas proclamaba el 21 de febrero oficialmente el nombre del también exrector de la Universidad Carlos III.
El golpe perpetrado en Madrid da fuerza orgánica a Sánchez, que también cuenta con el respaldo de la mayoría de los barones territoriales. Pero hasta que se produjo la destitución de Gómez y la ruptura del pacto de no agresión con el madrileño, le faltaba asegurar el respaldo de las federaciones más importantes. El control de todas ellas resultará decisivo de cara a las primarias con las que el partido elegirá a su candidato a La Moncloa. La federación madrileña ha sido neutralizada, pero no Andalucía, que duda de la idoneidad del secretario general, ni la Comunitat Valenciana, la segunda en peso de la militancia –el PSC tiene más afiliados, pero es otro partido hermanado con el PSOE-.
El líder de los socialistas valencianos, Ximo Puig, es junto con el de los castellano manchegos, Emiliano García Page, el más crítico con las formas de Ferraz. Tras lo ocurrido en Madrid con Tomás Gómez, el castellonense fue el único dirigente territorial que públicamente pidió que el candidato a presidir Madrid fuera elegido a través de primarias. Por eso Puig teme que ante el proceso interno que se avecina para el mes de julio, desde la Ejecutiva federal traten también de acabar con él con procedimientos similares. El presidente asturiano, Javier Fernández, así como Guillermo Fernández Vara, que apoyaron a Madina en el Congreso del año pasado, respaldan hoy sin fisuras al secretario general porque no quieren desestabilizar el partido. También le apoya Miquel Iceta, del PSC, o Idoia Mendia, secretaria general de los socialistas vascos.
Vuelve a sonar con fuerza el nombre de Carme Chacón
En medio de esta nueva crisis interna vuelve a sonar con fuerza el nombre de Carme Chacón, la exministra y hoy secretaria de Relaciones Internacionales de la Ejecutiva Federal. Ella también se mostró crítica con el procedimiento que acabó con la carrera política del ya exdirigente madrileño y, como Puig, se ha mostrado a favor de las primarias. La discrepancia, y que la haya hecho pública, llevan a muchos dentro del partido a pensar que la catalana vuelve a mirar hacia La Moncloa y que podría estar urdiéndose un plan por parte de Susana Díaz para aupar a Chacón a la candidatura a la Presidencia del Gobierno. Fuentes cercanas a la exministra prefieren no realizar ningún comentario ni opinión al respecto y desde Andalucía restan credibilidad a esa teoría.
Ferraz, por su parte, señala que la exministra “cuenta con toda la confianza” de Sánchez y asegura no tener “ninguna constancia” de ese supuesto movimiento estratégico. La dirección socialista recalca que la catalana “está contribuyendo de forma decisiva a las relaciones internacionales del secretario general”. En todo caso, consideran “lógico” que de cara a las primarias de julio empiecen a surgir nombres. “Lo sano, democrático y plural es que los militantes puedan concurrir libremente a los procesos internos”, apuntan fuentes de la Ejecutiva Federal, que recuerdan que “sin primarias Pedro Sánchez no sería hoy secretario general”.
Lo que suceda en Andalucía este domingo y, sobre todo, los resultados de las elecciones autonómicas y municipales de mayo, dibujarán los distintos escenarios de futuro en la estructura de poder del PSOE. Las encuestas para las generales ya sitúan al partido en un tercer lugar, por debajo del PP y de Podemos. Es probable que cualquiera de los resultados que los socialistas obtengan en las andaluzas se puedan interpretar en contra de Pedro Sánchez.
Si, como se prevé, Díaz logra un respaldo mayoritario en las urnas, la presidenta de la Junta verá reforzado su peso interno en detrimento del secretario general, lo que podría tener su importancia a la hora de apoyar a uno u otro candidato en las primarias de julio. Si los socialistas andaluces obtienen un mal resultado siempre podrán atribuírselo a Ferraz por su gestión de la crisis en Madrid, del caso de los ERE o a la convivencia de dos discursos internos: uno el que aboga por una tendencia más pactista con el PP, y el otro el que prefiere el acercamiento a nuevas formaciones como Podemos.
Será en mayo cuando Pedro Sánchez juegue todas sus bazas. Los socialistas temen un mal resultado, pero confían en poder recuperar algunos de sus feudos tradicionales como Extremadura o Castilla-La Mancha, así como incrementar de forma considerable el número de alcaldías en las que gobiernan en este momento. Si no es así y el PSOE se sumerge bajo el suelo electoral registrado en las últimas citas electorales, el actual secretario general podría tenerlo muy complicada la pugna por ser el candidato que se enfrente en las urnas a Mariano Rajoy y a Pablo Iglesias.
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