Aparece en Reuters una nota que palabras más, palabras menos dice que un paciente con diabetes tipo 1 en los Estados Unidos debió pagar en 2016 una media de más de $5000 para adquirir insulina.
Investigando acerca de este tema se encuentran diferentes noticias y notas sobre compañías farmacéuticas que inflan los precios de la insulina, políticos que aprovechan la circunstancia para conseguir votos y ciudadanos que mueren por no recibir una medicina a tiempo. En medio de este mar de información, datos, demandas, promesas, etc., ¿dónde quedan los derechos humanos?
¿Por qué necesito insulina?
En 2016, el portal nbcnews.com reseñaba la historia del pequeño Dorian Carra de 6 años para ese momento, el cual fue diagnosticado con diabetes tipo 1. Dorian de apenas 2 años debía recibir insulina todos los días.
¿Por qué? Porque en la diabetes tipo 1, el páncreas no produce insulina y al no producirla, los niveles de glucosa en la sangre aumentan y esto puede causar problemas con el corazón, los ojos, los riñones, los nervios, las encías y los dientes. De ahí la necesidad de insulina diariamente.
Sin embargo, la familia de Dorian debía pagar $1880 al año por la insulina y suministros, ya que su seguro había cambiado la cobertura de la marca. ¿Marca? Sí, marca. La compañía aseguradora de la familia Carra había cambiado la marca de insulina que cubría.
Esta nueva marca, cubierta por la aseguradora, no contaba con las dosis que Dorian necesitaba, por lo tanto, Dorian y su familia debían comprar la marca más cara. Todo esto en 2016.
Ahora, la nota de Reuters explica que en 5 años el costo para el tratamiento de la diabetes tipo 1 se ha duplicado en Estados Unidos. Mientras que el mismo artículo de nbcnews.com (2016) asegura que desde 2004:
- La insulina Novolog de Novo Nordisk aumentó un 381%.
- La insulina Humalog de Eli Lilly, un 380%.
- Y la insulina Lantus de Sanofi, un 400%.
Para nada es casualidad que estas tres compañías farmacéuticas estén enfrentando cargos en el estado de Minessota por el alza engañosa de precios desde el pasado Octubre de 2018.
Los políticos, las políticas y el sistema sanitario de Estados Unidos
En mayo de 2018, Donald Trump acusaba a las farmacéuticas y los mediadores de esta industria del alto precio de los medicamentos y anunciaba que tomaría medidas drásticas jamás vistas en la Unión. Sin embargo, al parecer las medidas van en dirección opuesta.
Ya para 2017, Trump había designado a Alex Azar como el nuevo secretario de salud y servicios sanitarios de los Estados Unidos. Resumiendo, Azar en su currículo tiene el mérito de haber sido durante 5 años el presidente de Eli Lilly, la mayor compañía farmacéutica del país. En cuanto a Trump y las farmacéuticas, estas lo acusan de tomarlas como chivo expiatorio para ganar popularidad.
Paralelo a este escenario, o complementándolo, está la política sanitaria de los Estados Unidos donde los hospitales y las aseguradoras negocian directamente con las compañías farmacéuticas el precio de los medicamentos. Es decir, un hospital de la ciudad puede pagar menos por cierto medicamento que un hospital de la zona rural dado el volumen de compra. No sucede así en los países con una política sanitaria pública.
¿Y el ciudadano? ¿Y Dorian Carra?
En medio de esta batalla legal, comercial y hasta mediática, es importante preguntarse ¿dónde queda el ser humano? ¿Queda como un simple caso ilustrativo del problema? ¿Queda como una estadística más?
El director general de la Organización Mundial de la Salud, Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo el día de los Derechos Humanos en 2017:
«El goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social».
Todos tenemos derecho a la salud, al cuidado y al amor. Es un derecho básico, irrenunciable e irrebatible. Niños como Dorian Carra tienen el derecho de recibir su dosis diaria de insulina sin el miedo a perder algún día la vida, porque resulta que la marca de insulina que necesita es demasiado costosa.
Guerra de la insulina: a pesar de todo hay esperanzas
Hay una puerta abierta para la curación de la diabetes tipo 1. En 2018, un grupo de investigadores del Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa probó con éxito en ratones y células humanas un nuevo fármaco que podría ser la cura para la enfermedad.
Hay mucho camino que recorrer hasta diseñar el grupo de moléculas sintéticas que den con el medicamento idóneo. De ser así, de poder trasladar estos hallazgos a los seres humanos, se puede prevenir la diabetes tipo 1. Sin embargo, en el camino a los ciudadanos, seres humanos nos toca recordar y hacer valer nuestros derechos. ¿Tú qué piensas?
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