El Diccionario de la Lengua Española dice que plagiar es «copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias». Es un delito y debe ser enfrentado como tal. Es plagio aunque se produzca en artes, en literatura o en ciencias, siempre y cuando se use conscientemente lo que otros han publicado o presentado anteriormente y cuando se oculta la fuente original, ya sea omitiendo citarla o nombrarla para reconocer su identidad en la nueva obra.
Para el caso específico de los artículos científicos, la Asociación Mundial de Editores de Revistas Médicas (WAME) hizo una declaración cuya traducción libre sería: «Plagio es el uso de ideas o palabras (u otra propiedad intelectual) publicadas o no publicadas por otras personas, sin su permiso ni reconocimiento, presentándolas como propias y originales en vez de reconocer que provienen de otra fuente. Esto aplica ya sea que las ideas o palabras hayan sido tomadas de resúmenes, proyectos de investigación, aplicaciones a comités revisores institucionales, o de manuscritos publicados o no publicados en cualquier formato (impreso o electrónico)».
El plagio en las publicaciones científicas
En el caso de las publicaciones científicas, son los editores o lectores quienes advierten su parecido con otro que han leído en algún momento. En algunos casos incluso es el mismo primer autor de la obra. Una vez que sucede, se debe proceder de acuerdo con las normas y recomendaciones internacionales que se aplican a los delitos científicos.
Gracias a los avances de la tecnología, en Internet podemos encontrar varios programas que permiten transcribir frases o párrafos de un texto en que se sospeche que se trata de un plagio. Dichas herramientas funcionan revisando en las bases de datos las publicaciones sobre un tema determinado. Dando un informe de identidades o semejanzas detectadas en alguna de ellas.
Pero también hay un tipo de plagio más dañino para los científicos que no involucra publicaciones y está en gran parte fuera del alcance de la ley de derechos de autor. Además, es poco probable que se detecte mediante algoritmos de similitud textual como los mencionados anteriormente. Y es que las mismas características que hacen que este tipo de plagio sea difícil de identificar y controlar también brindan una poderosa ventana sobre la construcción única del crédito de autor en la ciencia, los problemas de la revisión por pares y las limitaciones de las tecnologías de vigilancia del plagio.
Las posible represalias por cometer plagio
Las acusaciones de plagio son bastante comunes entre científicos. Si se detecta el plagio en un artículo científico, lo primero que sucede es que al autor se les cierran las puertas a futuras publicaciones en el medio donde labora. En general, el plagio daña al científico, pues pierde su trabajo, nombre y reputación. Pero lo peor que puede perder un científico ante este tipo de plagio no es un trabajo o un producto. Sino el potencial de hacer uno propio y obtener un mérito por ello.
El plagio es dañino si lo comete un estudiante, pero mucho más cuando lo hace un profesor, un directivo universitario o un investigador
En distintas comunidades del aprendizaje de las ciencias, entre ellas las universidades, si se descubre un plagio suelen actuar de manera muy severa. Esto se debe a que quieren lograr que sus comunidades entiendan el daño que causa el apropiarse indebidamente del trabajo de otros. Más dañino aún es si quien lo comete es un profesor o un directivo universitario.
El pasado mes de junio, hubo varios señalamientos de parte de diversas organizaciones que representan a la comunidad científica colombiana hacia el ministro de Ciencia del país, Tito José Crissien. En ese momento, la Academia de ciencias exactas, físicas y naturales le transmitió al presidente colombiano Iván Duque “su extrañeza y su desaliento ante la designación del administrador de empresas con MBA en el mismo tema y magíster en educación, como ministro». Teniendo en cuenta su participación comprobada en plagio de documentos académicos.
Además, manifestaron que esta designación «constituye un mensaje muy negativo para la sociedad colombiana. En particular para las nuevas generaciones, al ignorar prácticas antiéticas mundialmente rechazadas por la comunidad científica y académica”. Según las organizaciones denunciantes, «existe suficiente evidencia sobre varios plagios en que habría incurrido el profesor Crissien en artículos en los cuales es coautor». Los artículos científicos también se publicaron en el sitio web plagios.org en una publicación que se refiere a denuncias de plagio y malas prácticas. También fueron reseñados en algunos periódicos locales.
Es cada vez más común en la comunidad científica
Ihsan Yilmaz, un físico turco acusado de plagio dijo una vez que «tomar prestadas oraciones en la parte de un artículo que simplemente ayuda a comprender mejor no debe verse como plagio. Sobre todo si las introducciones que son del todo originales, pues es la parte más importante de cualquier artículo científico». En el clima actual de publicar o perecer, «estamos bajo presión para publicar nuestros hallazgos junto con una producción que se lee lo suficientemente bien como para que el artículo sea publicado y leído, para que nuestra investigación sea notada e inspire más trabajo», argumenta.
Sin embargo, el hecho de ocultarlo o ignorar que una frase o párrafo la escribió otra persona se considera un delito. La principal diferencia entre la autoría y plagio en la ciencia, comparado con otros campos, tiene que ver con la prioridad. El crédito científico es para la persona quien hace nuevas afirmaciones y las publica primero. Después de que esta primera persona lo haya publicado, lleva muy poco mérito para el segundo científico. Y no debe reconocerse como quien lo dijo primero.
Apropiarse de un texto de alguien después de que ya se haya publicado en un juego con poca ganancia para el plagiario. Mientras que es relativamente poco el daño a los plagiados. También es un tipo de plagio más fácil de perseguir, gracias a los algoritmos de similitud textual.
Se estima que alrededor del 10% de los científicos encuestados reportan conocimiento directo de plagio en sus artículos. Entre los registros documentados el 93% de los científicos especializados ni siquiera saben que los plagiaron.