Las omnipresentes redes sociales, han enriquecido groseramente a unos pocos mientras que enfurecen a millones. Padres, sicólogos, ONG, y parlamentarios presionan para imponer regulaciones que las obliguen a responsabilizarse por sus acciones y más aún por sus inacciones. Hay quienes piensan que el problema es que existen y los jóvenes literalmente están enviciados y socialmente forzados a permanecer en ellas. Sacrificando su seguridad y salud mental.
Las principales empresas tecnológicas están en el punto de mira por su presunta inacción para de proteger a los menores y la contribución de las redes sociales a la crisis de salud mental entre adolescentes. Nueva York y las escuelas públicas de Seattle presentaron sendas demandas contra redes sociales prominentes como TikTok, Meta, Snapchat y YouTube, acusándolas de exacerbar la crisis de salud mental entre los jóvenes. Acusaciones que se centran en la manipulación y creación de adicción a través de sus plataformas.
Las grandes tecnológicas alegan que han implementado medidas para proteger a los niños. Como la configuración de privacidad predeterminada en sitios web, aplicaciones y videojuegos. Que según ellas proporciona la máxima protección a los menores, evitando técnicas que inciten a reducir dicha protección. Consideran que con recomendar que la ubicación esté desactivada por defecto-para evitar la localización de los niños- y la recopilación de datos se limite a lo esencial -para el correcto funcionamiento del servicio- es suficiente.
El caso de New York City
Nueva York emprendió acciones legales contra cinco de las principales redes sociales, acusándolas de “exacerbar la crisis de salud mental entre los jóvenes a nivel nacional”. Las plataformas en cuestión, TikTok, Instagram, Facebook, Snapchat y YouTube son acusadas de fomentar la adicción y promover comportamientos dañinos entre los menores. Lo que las convierte en una “amenaza para la salud mental”.
La ciudad de Nueva York invierte anualmente alrededor de 100 millones de dólares (aproximadamente 88 millones de euros) en programas para tratar problemas de salud mental juvenil. El alcalde de Nueva York, Eric Adams, señala que, aunque la ciudad se ha construido sobre la innovación y la tecnología, muchas redes sociales están poniendo en peligro la salud mental de los niños.
Las acusaciones de la ciudad se basan en evidencias que apuntan a prácticas problemáticas de las redes. Como el uso intencional de algoritmos diseñados para fomentar el consumo compulsivo y la implementación de mecánicas adictivas similares a las de los juegos. El movimiento de Nueva York no es un caso aislado. Otros 41 estados denunciaron a Meta (propietaria de Facebook e Instagram) por razones similares, estableciendo un precedente en la lucha contra los efectos negativos de las redes en la salud mental de los menores.
Zuckerberg “arrepentido”
Los principales líderes de las tecnológicas han sido convocados varias veces ante las cámaras del Congreso de Estados Unidos. En la más reciente y polémica audiencia, los senadores estadounidenses los criticaron las cinco grandes empresas tecnológicas, comparándoles con los de las tabacaleras y Boeing. “Tienen las manos manchadas de sangre”, les espetó el senador Lindsey Graham, republicano de Carolina del Sur.
Zuckerberg respondió a las críticas con una franca e inusual declaración a las familias de los niños y adolescentes víctimas de las redes sociales. «Siento todo por lo que han pasado. Nadie debería pasar por lo que han sufrido sus familias, y por eso hemos invertido tanto», dijo a las familias reunidas en la audiencia. Otros ejecutivos, incluyendo a Shou Zi Chew de TikTok, Linda Yaccarino de X, Evan Spiegel de Snap, y Jason Citron de Discord, también intentaron asegurar al Senado sobre su compromiso con esta causa.
Pese a las “doloridas palabras” de Zuckerberg ni él, ni los otros 5 directivos, asumieron realmente sus responsabilidades. Evadieron cualquier compromiso de compensación a las familias afectadas. Sus argumentos sobre las acciones para mejorar la seguridad no lograron convencer ni a los dolidos padres, ni a los incrédulos senadores.
A pesar de las docenas de audiencias con ejecutivos tecnológicos, la legislación sobre seguridad infantil en Internet ha estado estancada por años. Los legisladores se sienten frustrados con la lentitud e incapacidad para actuar del Congreso. La reciente audiencia, se centró en el abuso sexual infantil (CSAM). Fue convocada en medio de un creciente apoyo para fortalecer las protecciones en línea para los niños que usan internet.
Paquetes legales en espera
Los líderes del Comité Judicial del Senado esperaban que la audiencia impulsara un paquete de proyectos de ley para frenar el material de abuso infantil en línea. Que permita a las víctimas demandar a las empresas y dificulte que las plataformas desestimen tales acciones judiciales. A pesar del amplio apoyo bipartidista a los proyectos de ley presentados en mayo, están estancadas. Sin un calendario claro para su consideración en el pleno de la Cámara.
Mientras, varios estados aprobaron leyes que exigen a las empresas tecnológicas implementar funciones de privacidad y seguridad más estrictas. Incluso prohibir completamente el acceso de los adolescentes a las redes sociales sin el consentimiento de sus padres. Muchas de las medidas más radicales se enfrentan a desafíos legales de la industria tecnológica o han sido bloqueadas en los tribunales. Subrayando la necesidad de que el Congreso tome medidas.
Hora de proteger a los niños
Cuatro senadores, los republicanos Tom Cotton, y Katie Boyd Britt, y los demócratas Brian Schatz y Chris Murphy publicaron un documento en el Washington Post en el que afirman categóricamente que es hora de proteger a los niños en las redes sociales. El grupo bipartidista de senadores ha propuesto la Ley de Protección de los Niños en las Redes Sociales.
La legislación busca proteger a los menores de los peligros de las redes sociales, incluyendo acosadores, depredadores y algoritmos adictivos que promueven contenidos dañinos. En el documento sostienen que las redes sociales, pese a asegurar que no permiten a menores de 13 años en sus plataformas, usan métodos de que los niños eluden fácilmente.
Según una encuesta de Common Sense Media, el 38% de los niños de entre 8 y 12 años reconocen que utilizan las redes sociales. Los adolescentes pasan casi nueve horas diarias frente a las pantallas, y más de la mitad de ellos dicen que su uso de las redes sociales es “casi omnipresente”. Junto con el hecho de que más del 60% de los adolescentes han intentado dejar las redes sociales sin éxito, sugieren signos de dependencia y adicción.
Salud mental en riesgo
Los senadores afirman en el documento que las plataformas de redes sociales utilizan algoritmos potentes para enganchar a los usuarios y mantenerlos en línea el mayor tiempo posible. Se traduce en mayores ingresos publicitarios para las empresas, pero a menudo a expensas de la salud mental de los jóvenes.
“El incentivo económico para enganchar a los jóvenes es claro: cuanto más tiempo pasen los usuarios en aplicaciones como Facebook o Snapchat, más dinero ganarán esas empresas con la publicidad, y más segmentados y, por tanto, más valiosos serán esos anuncios”.
Los algoritmos personalizados a menudo promueven contenido tóxico que inducen reacciones emocionales. Lo que puede llevar a los jóvenes a sentirse más deprimidos, ansiosos y molestos. El auge de los smartphones y las redes sociales ha coincidido con la crisis de salud mental entre los jóvenes.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) las tasas de depresión entre los adolescentes se duplicaron de 2009 a 2019. En 2021, casi 3 de cada 5 chicas adolescentes declararon sentirse persistentemente tristes o desesperanzadas. Casi 1 de cada 3 consideró seriamente el suicidio. Un aumento de casi el 60% desde hace una década.
“La razón está clara: los medios sociales facilitan y alimentan la duda sobre uno mismo, la depresión, el acoso y otros comportamientos antisociales que ya son comunes entre los jóvenes”.
Tecnológicas lo sabían
Los senadores destacan en el su documento que las grandes empresas de redes sociales están conscientes de los impactos negativos que sus productos tienen en los jóvenes. Un estudio realizado por Instagram en marzo de 2020 reveló que la plataforma crea una “tormenta perfecta” para la salud mental de los adolescentes. La empresa ocultó los resultados que salieron a la luz pública en 2021 cuando un denunciante los reveló.
La inseguridad en Internet es una preocupación creciente. Se estima que hay 500.000 depredadores infantiles en línea cada día. Muchos se hacen pasar por menores y contactan a sus víctimas a través de las redes sociales. Perfectos terrenos de caza para los depredadores ante la autodeclaración para verificar la edad y la inexistencia de un obligatorio consentimiento parental para que los menores se unan.
Ante la incapacidad, o falta de voluntad, de las empresas de redes sociales para resolver estos problemas, el Congreso propuso la Ley de Protección de Menores en las Redes Sociales. La legislación establece la obligatoriedad de que las empresas de redes sociales verifiquen la edad de los usuarios e impidan que los menores de 13 años utilicen sus plataformas. También exige el consentimiento de un padre o tutor antes de permitir que los adolescentes menores de 18 años utilicen la plataforma. Además, prohíbe a las empresas utilizar algoritmos personalizados para promocionar contenidos a usuarios menores de edad.
Mantener seguros a los niños
La ley establecería un programa piloto federal que utiliza información de las bases de datos gubernamentales existentes para verificar la edad y las relaciones parentales. Proporcionaría un método racionalizado para cumplir con los requisitos de la ley sin exigir a los usuarios que entreguen su información privada a una empresa.
“Las expectativas de este proyecto de ley son claras: las empresas de medios sociales deben mantener seguros a los niños e informados a los padres”, acotan en el documento. Si las empresas tecnológicas no cumplen con su deber, la ley autoriza a la Comisión Federal de Comercio y a los fiscales generales de los estados a emprender acciones civiles contra las plataformas infractoras.
Según el grupo bipartidista, la Ley de Protección de Menores en las Redes Sociales no resuelve todos los problemas de la era digital. Pero pondría freno a algunos de los peores abusos de las empresas de redes sociales que priorizan las ganancias sobre la seguridad y el bienestar de niños y adolescentes. “El Congreso ya no puede permanecer al margen”.
La investigación de Chicago
Pero una perspectiva surgida desde la academia encontró otra arista y sugiere una solución que puede sonar radical. Un grupo de economistas de la Universidad de Chicago, la Universidad de California en Berkeley, la Universidad Bocconi de Milán y la Universidad de Colonia recientemente realizó un estudio sobre el uso de las redes sociales. Revela una interesante paradoja. Descubrieron que, aunque las personas valoran estar en las redes sociales, muchas pagarían para que las plataformas no existieran.
El fenómeno se asemeja a la lógica de desear productos de marca: las personas pueden no querer gastar en un artículo caro, pero lo hacen porque sus amigos también lo tienen. De manera similar, muchas personas se unen a las redes sociales simplemente porque otros lo hacen. Aunque preferirían no hacerlo. Fenómeno conocido como “efecto manada”.
Los investigadores midieron cuánto estarían dispuestos a pagar los usuarios para que plataformas como Facebook e Instagram dejaran de existir. Sorprendentemente, la cifra era alta. Una prueba de que a pesar de usarlas, en el fondo no sienten que les produzcan un beneficio real. De manera innovadora, realizaron experimentos donde ofrecían sumas de dinero a estudiantes universitarios a cambio de abandonar sus redes.
Pagar más por dejar Tik Tok
Aunque no querían salirse individualmente, sí aceptaban hacerlo si todos sus amigos también lo hacían. Lo que evidencia que lo hacen más por presión social que por gusto. Descubrieron que los estudiantes estaban dispuestos a pagar hasta 28 dólares para eliminar TikTok temporalmente de su círculo. Por Instagram pagaban hasta 10 dólares.
Los hallazgos demuestran la existencia de una “trampa de las redes sociales” para una gran parte de los consumidores. Quienes encuentran individualmente óptimo utilizar el producto, aunque obtengan un bienestar negativo de él. La decisión de seguir en las redes sociales a pesar de la infelicidad que les causa es totalmente racional.Salirse les excluye de su círculo social. Subraya la complejidad de la relación entre los individuos y las redes sociales en la era digital.
Los resultados sugieren que existe un deseo real de que las redes sociales desaparezcan. Leonardo Bursztyn, uno de los economistas involucrados, descubrió que cerca de la mitad de los encuestados pasaban unas 2,5 horas al día en actividades, principalmente relacionadas con Internet, que preferirían que no existieran.
Decir no a las redes sociales
La investigación arroja luz sobre una dimensión diferente en la conversación sobre los perjuicios de las redes sociales. El problema no radica en los aspectos negativos de las redes sociales, sino en su existencia misma. La cual canaliza la interacción social en un embudo estrecho. Que atrapa a las personas en un mundo digital en el que preferirían no estar.
Las propuestas actuales para regular las redes sociales, como las de los senadores no pueden resolver el problema. Según los investigadores no se trata solo de eliminar contenido inapropiado. Sugieren que cualquier solución efectiva tendría que facilitar que las personas opten por no participar en las redes sociales y reduzca el coste social de no hacerlo.
Quizás exista alguna estrategia ingeniosa para hacer socialmente viable decir no a las redes sociales. Si los legisladores están realmente furiosos,” podrían optar por la opción nuclear y prohibir totalmente las redes sociales”. Parra los economistas que hicieron el estudio, aunque no parece fácil, los estadounidenses estarían mejor sin ellas. Muchos padres seguramente están de acuerdo. Las opciones están en la mesa: regular, prohibir o eliminar las redes sociales. Como diría Hamlet “¡Esa es la cuestión”!