Hace más de cinco mil años el ser humano inventó la escritura y nos permite conocer la historia de la humanidad, pero esa gloriosa habilidad va en camino a desaparecer: la tecnología impone otros modos de que las ideas y el conocimiento perduren
Lentamente, pero mucho más rápido que como nació, está muriendo la escritura manual. La tecnología con sus teclados y, más recientemente, con las aplicaciones que convierten en texto los audios, han decretado su desaparición.
Primero las computadoras, y ahora los teléfonos inteligentes, han posicionado los teclados como “la herramienta” para escribir. En especial entre los nativos digitales, como los millenials y la generación Z, pero también entre quienes les preceden.
La escritura manual es un invento del hombre con más de cinco mil años de historia. Nació por la necesidad que nuestros antepasados sintieron de comunicar a través del tiempo y la distancia sus pensamientos, emociones, experiencias y conocimientos a otros.
Pero atrás, como cosa del pasado, van quedando los esfuerzos de los maestros en el desarrollo de las destrezas finas mediante las lecciones de caligrafía en las escuelas. Las hermosas letras cursivas desarrolladas por el famoso Método Palmer, un rasgo distintivo de los docentes, desaparecen de las pizarras. Como lo han hecho las cartas y las emociones que podían trasmitir sus mensajes manuscritos.
En los manuscritos convergen arte y utilitarismo. Su progresivo abandono preocupa a educadores y pedagogos, porque está demostrado que aquello que no ejercita se pierde. En un mundo cada vez más determinado por la tecnología hay quienes consideran que es innecesaria. El debate está abierto. ¿Acaso en futuro se requerirán arqueólogos especializados para descifrar los manuscritos históricos?
Arte en peligro
Vivimos una era dominada por la tecnología, en la cual la comodidad y la eficiencia de la escritura a máquina han desplazado la práctica de la escritura a mano. Aunque el cambio luce inevitable es importante reconocer el valor y la importancia de la caligrafía como forma de comunicación y expresión personal.
Uno de los principales factores que contribuyen a la disminución de la escritura a mano es la omnipresencia de computadoras, teléfonos inteligentes y tabletas en la vida cotidiana. La velocidad y la eficiencia de la escritura con los dispositivos modernos permiten anotar rápidamente nuestras ideas sin necesidad de lápiz y papel. Además de contar con herramientas como la autocorrección que reduce los errores en la comunicación escrita.
También influye el cambio en el panorama educativo. En muchas escuelas, la escritura cursiva ya no forma parte del plan de estudios.
Las prioridades se han desplazado hacia la alfabetización digital y las habilidades tecnológicas. Relegando la caligrafía tradicional. Las generaciones más jóvenes están creciendo con una exposición limitada a esta forma de arte.
La caligrafía tiene otra desventaja: puede ser confusa y difícil de leer. En especial entre personas con mala letra o discapacidades de aprendizaje. Mientras que el texto digital suele ser claro, legible y fácil de editar. La tecnología también proporciona una capacidad única para conservar el contenido escrito de manera indefinida. Evitando las pérdidas y deterioros asociados a los documentos físicos.
Más allá de lo funcional
La tecnología ofrece comodidad y ventajas en términos de legibilidad y eficiencia, pero la escritura a mano también posee cualidades únicas. La caligrafía, más allá de ser un medio de comunicación, es una expresión artística y una ventana al alma humana.
Es importante reflexionar sobre su valor e importancia como forma de comunicación y expresión personal. La tecnología ha transformado profundamente nuestras formas de interacción y registro de información. Pero la caligrafía sigue siendo una habilidad fundamental que merece ser preservada y cultivada. Especialmente en el ámbito educativo y creativo.
Una carta manuscrita, una tarjeta de felicitación o una simple nota transmiten un sentimiento de conexión y calidez que resulta difícil de replicar en el mundo digital. Permite imprimir a las palabras en cada trazo una dosis de nuestra personalidad, miedos, alegrías y aspiraciones. Es, en esencia, una huella única que revela quiénes somos.
Su desaparición gradual tiene implicaciones que van más allá del ámbito personal. Numerosos estudios científicos demuestran que el acto de escribir a mano estimula áreas del cerebro asociadas con el lenguaje, la memoria y la creatividad. Al relegarla podríamos estar limitando nuestro potencial cognitivo.
Además, ha sido un vehículo fundamental para la transmisión del conocimiento y la preservación de la historia. Documentos históricos, cartas, diarios y manuscritos constituyen un invaluable tesoro de siglos. Por lo que podríamos perder una parte esencial de nuestro patrimonio histórico cultural.
La escritura a mano es mucho más que una simple habilidad: es una expresión de identidad. Cada letra, cada trazo, revela aspectos únicos de la personalidad y contexto cultural de quien escribe. Sin ella corremos el riesgo de homogeneizarla y perder la riqueza y diversidad que nos individualiza.
Escritores subastan manuscritos
La prensa británica reseñó en diciembre una peculiar subasta con fines benéficos. Las frases iniciales manuscritas de las obras más famosas de un grupo reconocidos escritores. Novelistas de la talla de Philip Pullman, Tracy Chevalier y Joanne Harris, entre otros. Quienes aprovecharon el evento para expresar su preocupación por la creciente digitalización y abogar por mantener viva la tradición de escribir a mano.
Otros destacados autores, como Stephen Fry, Michael Morpurgo, Mark Haddon, Jacqueline Wilson y Adele Parks, se sumaron a la iniciativa, al igual que celebridades como el guionista Richard Curtis y el cantante Rick Astley. Autores, cuyas obras han cautivado a millones de lectores. Quienes a pesar del avance imparable de la tecnología recurren a la pluma y el papel como parte de su proceso creativo.
Donaldson, autora de la exitosa obra infantil «El Gruffalo», lamentó que «hoy en día, la mayoría de la gente simplemente da golpecitos con el dedo». Cuenta que un «carismático maestro de primaria» le enseñó a escribir en cursiva. Dijo que se siente «en minoría» por usar un diario en lugar de una aplicación. Considera que esta habilidad es un paso esencial para comenzar nuevas historias.
«Hay algo en el contacto con el papel que es un poco como encender un aparato eléctrico. Sin ese contacto no creo que consiga que la corriente fluya desde mi cerebro, por mi brazo y hasta mi mano», afirma. La individualidad también plasmanda en un manuscrito es un valor adicional por muchos autores. «Me encanta la individualidad y el carácter de la escritura de distintas personas», expresó Donaldson.
Los escritores consultados coinciden en que la escritura a mano fomenta una conexión más profunda entre el pensamiento y la expresión escrita. «Me parece que la conexión entre el cerebro, la mano y el bolígrafo es más orgánica y sincronizada que cuando uso un teclado», señaló Chevalier.
Desafíos de la era digital
A pesar de los beneficios de la escritura a mano, la realidad es que la tecnología ha transformado la forma en que escribimos. Pullman, autor de La materia oscura, reconoció que la artritis le ha obligado a abandonar el bolígrafo y recurrir al teclado. «Ahora no puedo sostener un bolígrafo; firmar libros es un verdadero problema», lamentó.
Pese a lo cual insiste en la importancia de la legibilidad. «No puedo entender por qué los escritores que firman libros para los lectores piensan que basta con un garabato feo e ilegible», afirmó Pullman.
Algunos autores han adoptado un enfoque híbrido, combinando la escritura a mano con el uso del ordenador. Adele Parks, por ejemplo, utiliza el cuaderno para las primeras fases de desarrollo de una novela y luego recurre al ordenador para la redacción final.
Otros autores, como Tracy Chevalier, también expresaron su preferencia por la escritura a mano. Destacan la «conexión más orgánica y sincronizada» entre el cerebro, la mano y el bolígrafo. Sin embargo, algunos, como Joanne Harris, admiten que siempre han escrito «directamente” en su computadora portátil.
Cifras preocupantes
La subasta tuvo lugar en un contexto de preocupación por la caligrafía de los niños. Los expertos en educación advierten que el uso de computadoras, tabletas y teléfonos inteligentes ha llevado a que algunos niños tengan letras ilegibles. Según un informe divulgado a finales de 2024, la mala caligrafía está afectando el éxito académico de los estudiantes. Los evaluadores están deduciendo puntos en exámenes «indescifrables».
La interrupción de la educación a causa de la pandemia de Covid-19 impactó negativamente en la capacidad de los estudiantes para escribir de manera legible. Según una encuesta anual del National Literacy Trust, la proporción de niños que escriben a mano en su tiempo libre está disminuyendo. Casi el 36% que rara vez o nunca lo hace, frente al 23% del año anterior.
La encuesta también reveló que solo uno de cada diez niños escribe a mano todos los días, en comparación con uno de cada cinco el año anterior. Para el National Literacy Trust, la escritura a mano es una habilidad importante que puede ayudar a mejorar la creatividad, la comprensión y la legibilidad.
Desde la mensajería instantánea hasta las redes sociales, los teclados y las pantallas se han convertido en los principales aliados de la Generación Z para expresar sus pensamientos. Un estudio realizado por la Universidad de Stavanger, en Noruega, reveló que alrededor del 40% de los jóvenes nacidos a finales de los 90 y principios de los 2000 han perdido esta habilidad.
Destreza obsoleta
También hay quienes argumentan que en un mundo cada vez más digital, la escritura a mano se ha convertido en una destreza obsoleta. Como Gillian Bowditch, columnista del The Sunday Times. “No hay duda de que la escritura elegante de letras es un arte en extinción”, afirma. En su opinión la tecnología, lejos de ser un enemigo, ha democratizado el acceso a la escritura y ha impulsado la creatividad.
Argumenta que la tecnología ha permitido que personas con diversas habilidades y orígenes puedan expresarse de manera efectiva. Porque herramientas como los correctores ortográficos y la inteligencia artificial han nivelado el campo de juego. Las computadoras les permiten comunicar sus ideas de manera profesional a quienes nunca aprendieron ortografía ni gramática.
Bowditch plantea que combatir la dependencia excesiva de las computadoras enseñando a escribir a mano “es como enseñar a los niños a utilizar logaritmos para superar su dependencia de las calculadoras. Es un paso en gran medida regresivo”.
La fijación por la escritura a mano, según la columnista, es un síntoma de un sistema educativo anclado en el pasado. Bowditch es tajante, la preocupación por la pérdida de la escritura a mano es un reflejo de la nostalgia por un pasado idealizado. “La tecnología ofrece nuevas y emocionantes posibilidades para el aprendizaje y la expresión”.
Considera que insistir en esta práctica en edades más avanzadas es una pérdida de tiempo. “Tan pronto como dejen la escuela, sus empleadores esperarán que produzcan todo el trabajo escrito en una computadora, un método mucho más productivo”. Aunque reconoce la importancia de la escritura a mano para desarrollar habilidades motoras finas y comprensión de la lengua escrita en los primeros años de escolarización.
Cerebro en riesgo
Pero la escritura a mano, lejos de ser una simple habilidad motora, estimula áreas del cerebro relacionadas con la memoria, la comprensión y la creatividad. Según John C. Dunlosky, experto en ciencias cognitivas, es un proceso que fortalece conexiones neuronales fundamentales. Al reemplazar, podríamos estar limitando nuestro potencial cognitivo.
Los resultados del estudio también muestran que retrasar la enseñanza de la escritura manual en favor de herramientas digitales puede beneficiar a estudiantes con dificultades motoras. Pero en el resto de los jóvenes repercute en escrituras desordenadas, ilegibles y falta de fluidez al escribir textos largos.
Nedret Kılıçeri, profesora de la Universidad de Estambul, señala que los niños y jóvenes encuentran cada vez más complicado estructurar ideas cuando tienen que escribirlas a mano. Lo que afecta tanto su escritura como su capacidad para organizar pensamientos.
El problema no se limita a la Generación Z. La Generación Alfa (2010-2024) y la Generación Beta (2025 en adelante) están creciendo inmersas en tecnología, lo que podría agravar aún más la pérdida de la fundamental habilidad. Los principales problemas incluyen mala caligrafía, falta de expresión y una creciente dependencia tecnológica.
Incluso estudiantes universitarios, acostumbrados a escribir extensos ensayos en secundaria, reportan dificultades para mantener la misma fluidez y creatividad al escribir a mano. En foros como Reddit, algunos comparten su frustración al sentirse menos capaces. Lo atribuyen a factores como el estrés, la falta de práctica y el sistema educativo.
El futuro más allá de la pluma
La campaña de los escritores británicos reavivó el debate sobre la importancia de preservar la escritura a mano en la era digital. Aunque las tecnologías digitales ofrecen numerosas ventajas, es fundamental reconocer el valor de la escritura a mano como una herramienta de expresión y aprendizaje.
Es fundamental encontrar un equilibrio entre el mundo digital y el analógico, reconociendo el valor de ambas herramientas. El impacto de su pérdida va más allá de la caligrafía. La escritura a mano no solo es una habilidad práctica, también es una herramienta clave para el pensamiento crítico y la expresión personal.
La pregunta que surge es si estamos dispuestos a dejar que una habilidad milenaria se desvanezca o si encontraremos formas de adaptarla a un mundo cada vez más digital, sin perder los beneficios cognitivos y expresivos que aporta.