Desde el año pasado, las autoridades del Reino Unido han sido bastante criticadas por su gestión inicial ante la pandemia de la COVID-19. Hasta la fecha, se han cometido muchos errores y los científicos piensan que se pudieron haber evitado miles de fallecimientos. Nuevamente este tema ha dado mucho de qué hablar pues según una nueva investigación el mal manejo de la pandemia es uno de los peores fracasos de salud pública en la historia del país.
El informe de 151 páginas titulado «Coronavirus: lecciones aprendidas hasta la fecha» se basa en la evidencia de más de 50 testigos, incluido el exsecretario de salud Matt Hancock, los principales asesores científicos y médicos del gobierno y figuras destacadas del grupo de trabajo sobre vacunas y el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (NHS).
Según la investigación, la gestión de la COVID-19 en Reino Unido fue «significativamente peor» que la de otros países. Principalmente porque tomaron un enfoque deliberadamente «lento y gradualista», dejaron en evidencia el excepcionalismo británico y el «pensamiento de grupo».
El mayor fracaso de salud pública en la historia
Reino Unido fue uno de los primeros países en desarrollar una prueba para COVID-19 en enero de 2020. Sin embargo, tuvo una incapacidad original de realizar las suficientes pruebas en el momento que más lo necesitaban los ciudadanos. Al respecto, los autores aseguran que el país «desperdició su ventaja y la convirtió en una de crisis permanente».
En cuanto a la toma de decisiones rápidas para una gestión efectiva de la pandemia COVID-19, las autoridades británicas fallaron por temor a que los ciudadanos rechazaran los confinamientos. Tanto científicos como gobernantes adoptaron un “enfoque político fatalista” que se limitó a intentar gestionar, pero no suprimir los contagios.
Las consecuencias de tomar malas e irracionales decisiones «fueron profundas», sobre todo para un país «con una experiencia de clase mundial en análisis de datos». Asimismo, señalan que el Reino Unido prácticamente enfrentó la mayor crisis de salud en 100 años sin ningún dato para analizar y esto fue un revés casi inimaginable.
El país europeo además mostró «importantes deficiencias en la maquinaria del gobierno», con organismos públicos incapaces de compartir información vital y asesoramiento científico afectado por la falta de transparencia, aportes de expertos internacionales y un desafío significativo, se lee en la investigación.
El temor por el confinamiento costó miles de vidas
La Organización Mundial de la Salud (OMS) caracterizó a la COVID-19 como pandemia el 11 de marzo de 2020. No fue hasta el día 23 del mismo mes que el primer ministro británico Boris Johnson anunció un bloqueo completo. 12 días después del anuncio de la pandemia, pero casi dos meses después de que el Grupo Asesor Científico para Emergencias (SAGE) se reuniera por primera vez para discutir la crisis.
“Este enfoque lento y gradualista no fue inadvertido, ni reflejó demoras burocráticas o desacuerdos entre los ministros y sus asesores. Fue una política deliberada, propuesta por asesores científicos oficiales y adoptada por los gobiernos de todas las naciones del Reino Unido ”, dice el informe. «Está claro que esta fue la política equivocada y que condujo a un número inicial de muertos más alto que el que habría resultado de una política temprana más enfática», agregan, y es que en una pandemia que se propaga rápida y exponencialmente, cada semana cuenta.
Lo más resaltante del mayor fallo de salud en la historia del Reino Unido tiene que ver con las restricciones más estrictas y los confinamientos. “Esto sucedió a pesar de que el país europeo cuenta con algunos de los mejores conocimientos disponibles en cualquier parte del mundo, y a pesar de tener un sistema democrático abierto que permitió muchos desafíos» señalan los autores de la investigación.
La gestión de la COVID-19 en Reino Unido
Las figuras que participaron en el informe destacan algunos puntos que las autoridades británicas han sabido gestionar durante la pandemia. En primer lugar todo lo relacionado con las vacunas contra la enfermedad. Su rápido desarrollo, aprobación y administración a los ciudadanos. Además del ensayo de recuperación que identificó tratamientos que salvan vidas y fue líder a nivel mundial.
También son muy críticos en otras áreas, por ejemplo el resultado de un aparente «pensamiento grupal» entre científicos y ministros que condujo al «fatalismo». Así como la idea de alcanzar una «inmunidad colectiva» a través de la infección.
Otro de los aspectos a los que no le encuentran una respuesta lógica los autores es que los expertos internacionales no formaron parte del proceso de asesoramiento científico del Reino Unido. Por tanto, no se adoptaron medidas que funcionaron en otros países.
La investigación revela que la decisión del gobierno británico de detener las pruebas masivas en marzo de 2020 fue un «grave error». Pocos días antes la OMS recién pedía un rastreo minucioso de los contactos y una cuarentena rigurosa de los contactos cercanos. «Una vez que se implementó el sistema de prueba, rastreo y aislamiento, fue lento, incierto y a menudo caótico». Finalmente «falló en su objetivo declarado de evitar futuros bloqueos» y «obstaculizó gravemente la respuesta del Reino Unido a la pandemia», se lee en el informe. Posteriormente, el problema se agravó «por la incapacidad de los organismos públicos para compartir datos», incluso entre el gobierno nacional y local.