Detener el derretimiento de la capa de hielo de la Antártida occidental es una urgencia. Su colapso total podría elevar el nivel del mar entre 3,3 y 4,3 metros rehaciendo nuestra civilización, y no en el buen sentido. Una de las propuestas para enfriar el planeta es la geoingeniería o modificación de la radiación solar que representaría una oportunidad válida para frenar ese deshielo, peo que tiene muchos puntos vulnerables y controvertidos.
La geoingeniería solar es un tipo de ingeniería climática en la que la luz del sol (radiación solar) se reflejaría de vuelta al espacio para limitar o revertir el cambio climático. No es un sustituto de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero podría actuar como una medida temporal para limitar el calentamiento global.
Los dos métodos más estudiados son la inyección de aerosoles estratosféricos y el blanqueamiento de nubes. Los investigadores creen que el primer método, denominado inyección de aerosol estratosférico, podría reflejar la luz solar de regreso al espacio y ganar tiempo a la humanidad al mantener fresca la Antártida.
La tecnología consiste en desplegar pequeñas gotas de azufre en la estratosfera en múltiples puntos alrededor del mundo. La propuesta tiene una defensa cautelosa y también un cuestionamiento que advierten que podría enmascarar el cambio climático antes que revertirlo.
Un estudio publicado en Nature Climate Change encontró que el SAI ralentizaría el derretimiento en la Antártida. Con una posibilidad de prevenir el colapso de la capa de hielo si se inicia temprano en un escenario de bajas emisiones. Pero estas emisiones de carbono alcanzaron un récord en 2023, lo que hace que un escenario de bajas emisiones parezca dudoso.
La controvertida geoingeniería solar
“Sí, la geoingeniería o ingeniería climática puede parecer ciencia ficción y puede dar miedo. Probablemente debería asustarnos a todos. Pero el cambio climático es más aterrador”, comentó Paul Goddard, autor principal de otro estudio publicado en JGR Atmospheres.
La pérdida total de la capa de hielo de la Antártida occidental (un proceso que probablemente requiera varios siglos para completarse) dejaría bajo el agua el sur de Florida (incluido Miami). A la mayor parte de los Países Bajos (incluida Ámsterdam) y casi la mitad de Bangladesh, escribió el periodista Jeremy Hance, especialista en medio ambiente en un artículo para Mongabay. Las Bahamas no existirían; ni lo harían muchas naciones insulares. Y eso es sólo una muestra.
Cientos de millones de personas (hasta el 40% de la humanidad) podrían verse desplazadas. Provocando migraciones masivas, malestar político y el posible fracaso de los Estados nacionales. Y eso es sólo el aumento del nivel del mar. A esto se suma el aumento del calor letal, las sequías, las tormentas y los incendios forestales de este siglo y de los siglos futuros.
¿Podríamos evitar que esto suceda? La geoingeniería solar, y en particular la SAI, se ha convertido en la más popular de las iniciativas que se están investigando. La preferencia por la inyección de aerosol estratosférico se basa en algunos hechos. El enfoque imita una erupción volcánica, que envía azufre a la estratosfera, enfriando el planeta en el corto plazo. La cataclísmica erupción del Monte Pinatubo en Filipinas en 1991 enfrió el planeta 0,5 °Celsius durante más de un año.
La técnica es comparativamente asequible, refiere la publicación. Las estimaciones de costos del programa SAI ascienden a 10.000 millones de dólares al año, dijo a CNBC el profesor de derecho ambiental Edward Parson.
Ideas, ensayos y pocas conclusiones
Si bien esta cifra no es una tontería, es mucho más barata que colocar espejos gigantes en el espacio que, según los expertos, costaría billones, otra idea de geoingeniería solar. Además, la SAI es mucho más barata que el daño causado por el futuro cambio climático estimado entre 19 billones y 59 billones de dólares anuales para 2050.
David Keith dice que la SAI es actualmente una de las favoritas porque la mayoría de los científicos coinciden en que “podría hacerse”. Keith, profesor del Departamento de Ciencias Geofísicas de la Universidad de Chicago, es posiblemente el investigador de la SAI más conocido.
Pero hay muchas opiniones y diversas. Algunos piensan que derivaría en posibles impactos ambientales o, en preocupaciones de que las naciones puedan convertir la tecnología en un arma. Otros manifiestan temores de que la SAI podría dar a las empresas de combustibles fósiles y a gobiernos una excusa para ignorar las acciones contra el cambio climático.
“No puedo imaginar ningún esquema de gobernanza global que pueda gestionar de manera efectiva y justa el despliegue de tales tecnologías. Y en las circunstancias políticas actuales”, señaló Frank Biermann, investigador en Gobernanza de Sostenibilidad Global de la Universidad de Utrecht en los Países Bajos. Biermann es uno de los iniciadores de una carta abierta que pide una prohibición de la geoingeniería solar, firmada por 500 expertos. Y respaldada por 2.000 organizaciones de la sociedad civil.
A pesar de las investigaciones que se han realizado, nadie puede estar seguro de los resultados reales durante el despliegue de una SAI. Keith dijo, por ejemplo, que todavía no sabemos mucho sobre las capas de hielo de la Antártida. La inyección de aerosol estratosférico “haría menos probable que la Antártida Occidental colapsara. Pero cuánto menos probable, creo que realmente no lo sabemos muy bien”.
El tiempo corre en contra
Para comprender mejor, necesitaríamos más investigación, y especialmente investigación de campo, dicen los científicos. Pero la investigación de campo en geoingeniería solar, y especialmente en la inyección de aerosol estratosférico, se ha topado una y otra vez con obstáculos planteados por activistas, comunidades y gobiernos.
Biermann, uno de los impulsores del acuerdo de no uso de la ingeniería solar, afirmó que él y sus colegas no están directamente en contra de la investigación. Pero su carta se opone a cualquier despliegue de geoingeniería, desarrollo tecnológico o patentes. Biermann añadió que los firmantes del acuerdo también «se oponen» a la investigación de campo porque conduce al desarrollo tecnológico.
Mientras tanto, los impactos climáticos continúan aumentando: solo este año, la selva amazónica ardió como nunca antes, el medio oeste de Estados Unidos sufrió inundaciones devastadoras. Mientras que el sur de África soportó una sequía terrible. Y un calor récord azotó a casi 5.000 millones de personas durante el junio más caluroso de la historia.
Las temperaturas ahora han alcanzado esporádicamente niveles en los que la supervivencia humana sin protección ya no es posible, y más de 1.300 personas murieron de calor extremo durante la peregrinación islámica Hajj en Arabia Saudí. Esta avalancha de eventos es la razón por la que algunos científicos dicen que están convencidos de que se requiere ahora un compromiso global con la investigación en geoingeniería.