Por Miguel Ángel Artola
11/12/2016
Que el modelo de negocio de la heladera Llaollao funciona y el producto goza de la aceptación del público es una realidad indiscutible. Según datos de la propia compañía, tenían previsto cerrar el pasado ejercicio con una facturación de 48 millones, con un crecimiento del 70%, y gracias principalmente a la pujanza de la marca en el difícil mercado asiático. Sólo el pasado año 50 nuevas tiendas de Llaollao abrían sus puertas por primera vez para servir a sus clientes más de 15 millones de yogures helados junto con el resto de las franquicias.
Pero 2015 también ha sido el año en el que han comenzado a hacerse patentes los problemas que el modelo de crecimiento de la compañía presenta para seguir ganando cuota de mercado internacional. Este mismo mes se enfrentaba en los tribunales de Murcia, sede de la matriz, a una demanda que podría suponerle más de tres millones de euros en concepto de daños y perjuicios. Su otro socio portugués, la firma HTFM, le demandaba al entender que Llaollao había incumplido el contrato máster-franquicia firmado en 2011. También Llaollao interpuso inicialmente una demanda contra su socio luso al entender que le adeudaba más de 270.000 euros por suministros no abonados.
Tal y como la empresa reconoce en sus comunicados, la expansión internacional más importante tiene como destino el continente asiático y de su éxito depende la buena entente con su socio local, Z Franchises, una empresa con participación española especializada en redes de franquicia en su zona de influencia. Según informaciones que publicaba recientemente El Confidencial la relación entre Z Franchises y la firma murciana está en un momento crítico. Una situación que también afectaría a los máster-franquicia (los socios locales que a su vez franquician el negocio de la compañía en sus respectivos países o áreas de influencia) de Chile y Francia, además de Portugal, ya con demanda judicial en curso.
La estrategia de Llaollao en algunos de los mencionados países ha sido la de intentar apropiarse de la red, saltándose al franquiciado máster, como en el caso de Portugal, lo que a la larga puede acabar por pasarle factura.
Cierres de establecimientos
En España, si bien los datos de la compañía siguen hablando de crecimientos exponenciales, la realidad es que muchos establecimientos han tenido que terminar cerrando porque aunque la carta de
Llaollao ofrece productos para todas las temporadas, los españoles asociamos el helado a épocas estivales. Además, muchos franquiciados denuncian que los datos de rentabilidad que ofrece la empresa para lograr que se sumen a la franquicia no son ciertos, siendo mayores los gastos a los previstos en los folletos informativos de la compañía.
Se trata de una situación que no es nueva y que afecta también a otras entidades de diferente tipología. Ya en 2013 un porcentaje importante de franquiciados decidió organizarse en asociación para defender sus intereses frente a los aparentes excesos y exigencias de la matriz.
Una historia familiar
Pedro Espinosa Martínez es la cara más visible de Llaollao y su espíritu emprendedor ha sido reconocido con numerosos premios nacionales e internacionales. En el año 2009 decidió fundar la compañía tras dejar su puesto en la multinacional petrolera British Petroleum. Proviene de una familia con fuerte tradición heladera, los Sirvent. Parte del clan está detrás de otra franquicia exitosa de yogur helado, Smöoy. El primer local, y uno de los únicos no franquiciados, sigue ofreciendo sus productos en la localidad alicantina de Denia.