En la cumbre climática, en Glasgow, son muchos los desafíos por avanzar y concretar. Desde una mayor ambición en las metas por reducir las emisiones de carbono hasta el cumplimiento de compromisos anteriores que quedaron en el papel. En este renglón entra el tema de la financiación de los países ricos a los más pobres, como protagonista en el debate de la COP26. Cooperación de la que poco de habla.
En 2009, en el encuentro de Naciones Unidas sobre cambio climático en Copenhague, se establecieron una serie de acuerdos para la adaptación y mitigación de la crisis climática. Las economías más poderosas asumieron el compromiso de movilizar 100.000 millones de dólares anuales para asistir a los países con mayores necesidades en la implementación de esos objetivos. La promesa no se cumplió. En 2019 se brindaron 79.600 millones de dólares y, la cifra de 2020 aún es desconocida, según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
Sin embargo, días previos a la cita mundial por el clima, se difundió en el Reino Unido, un informe desalentador. Señala que los gobiernos ricos no cumplirán su promesa de proporcionar 100.000 millones de dólares al año para ayudar a los países en desarrollo al menos hasta 2023.
El documento refiere que las naciones donantes probablemente no alcanzaron la meta con antelación, debido a un déficit de financiación privada. Y plantea que el modelo de la OCDE podría lograrse para 2023.
Pero la cita en Escocia, con la presencia de líderes de 200 países, no se está dejando pasar bajo la mesa este asunto igualmente prioritario para alcanzar los retos. En su segundo día de deliberaciones ya se registran pedidos para que las principales economías del mundo asuman sus promesas de ayuda financiera para abordar la crisis climática.
Inaceptable un “no” a la financiación en la COP26
Varios expertos y activistas reclaman por el financiamiento climático incumplido. Y abogan por más dinero para los países más vulnerables para adelantar programas ambientales dirigidos a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y planes de adaptación al cambio climático.
El mayor desafío es recuperar la confianza en el proceso de la diplomacia climática. La falta de financiación «cuesta vidas y formas de existencia», dijo Sonam P. Wangdi, presidente del grupo de Países Menos Avanzados en la COP26 de Glasgow.
Además, el éxito en la COP26 pasaría por elaborar «un paquete de financiación que presente un equilibrio justo» que puedan aceptar todas las partes, señaló Patricia Espinosa, responsable del clima de la ONU. «Tener una buena perspectiva (sobre esta cantidad de dólares) instauraría la confianza y nos permitiría avanzar en otros temas», insistió a AFP.
Entretanto Alden Meyer, del círculo de reflexión E3G indicó que se podría «esperar un sentimiento de emergencia y, quizá, una posición más firme de los países» del Sur. Y un «paquete de solidaridad creíble» sería «un factor clave» para progresar en las negociaciones.
En sintonía con ese análisis está Andreas Sieber, del Climate Action Network, que agrupa a más de 1.500 oenegés por el clima. «Si la COP26 desea empezar con buen pie» debe «demostrar que los países desarrollados van a respetar, e incluso sobrepasar, sus promesas».
Por otra parte, el presidente de Malawi, Lazarus McCarthy Chakwera, también opinó al respecto. “La promesa de dinero a las naciones menos desarrolladas por parte de los países desarrolladas (…) no es una donación, sino un pago de limpieza. Ni África en general, ni Malawi en particular, aceptarán un ‘no’ como respuesta. Ya no”.
Fondos diferidos para 2023 o 2025
El tema de la financiación se ha colado en las negociaciones iniciales de esta cumbre de la COP26. Parte de las intervenciones están apuntando a una revisión de las metas del Acuerdo de París y su reimpulso para 2030.
El acuerdo exige que las naciones mantengan el calentamiento global muy por debajo de los 2ºC para finales de siglo en comparación con la era preindustrial. Y se esfuercen por limitar el calentamiento a 1,5ºC.
El presidente de la COP26, Alok Sharma, afirmó que no alcanzar el objetivo sería “extremadamente desafortunado”. Pero que seguía confiando en que las naciones desarrolladas podrían entregar medio billón (millones de millones) de dólares a los países pobres para 2025.
Sostiene la OCDE, que la financiación climática proporcionada y movilizada por los países desarrollados aumentó de 58.500 millones en 2016 a 79.600 millones en 2019. Por tercer año consecutivo, la cantidad recaudada por los países ricos parece haberse estancado en torno a los 80.000 millones de dólares.
“Estos100.000 millones de dólares por año no están llegando como se había esperado”, indicó Nirmala Sitharaman, ministra de finanzas de India. “Necesitamos recordarles a todos que eso tiene que suceder”.
Los funcionarios de las naciones desarrolladas reconocen que el costo de la respuesta de los países en desarrollo al cambio climático requerirá en última instancia mucho más 100.000 millones. En Glasgow, negociarán qué parte de del monto deben aportar las naciones ricas con cargo a sus presupuestos gubernamentales. Y cuánto a través de mover a los inversionistas privados. Los funcionarios occidentales cuentan con que el sector privado asuma gran parte de la factura.
Monto insuficiente y mal repartido
El tema de la financiación fue abordada por el director del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, en inglés), en la COP26. Saleemul Huq, explicó que para “evitar niveles peligrosos de cambio climático”, la promesa de 100 mil millones de dólares “es minúscula”. En su opinión “las naciones en desarrollo necesitarán cientos de miles de millones de dólares” para cumplir con el objetivo del acuerdo de París de 2015 de restringir el calentamiento global por debajo de 2°C.
No obstante, Huq planteó que cumplir con el compromiso asumido “es icónico en términos de la buena fe de los países que lo prometieron”.
La revista Nature considera que estos incumplimientos tienen un origen. Los negociadores “nunca” se pusieron de acuerdo en cómo fiscalizar o medir con precisión la forma en que los países ricos cumplirían su promesa.
Otro de los problemas del compromiso asumido en 2009 es que las potencias mundiales no alcanzaron un acuerdo formal sobre la cantidad de dinero que cada una debería pagar. “Los países anuncian compromisos con la esperanza de que otros los sigan. Múltiples análisis de una participación equitativa teórica de estos pagos llegan a la misma conclusión: Estados Unidos se ha quedado muy corto”, dice el artículo.
El informe del World Resources Institute (WRI) advierte que EE UU “debería contribuir con el 40 o 47%” del total, pero “su contribución anual promedio de 2016 a 2018 fue de sólo alrededor de 7.6 mil millones de dólares”. Australia, Canadá y Grecia también se quedaron “muy por debajo” de lo que deberían haber contribuido. En cambio, Japón y Francia, han transferido “más de lo que les corresponde (14,1 y 8 mil millones de dólares). Aunque casi toda su financiación se realizó en forma de préstamos reembolsables, no de subvenciones”.
Biden ofrece $3.000 millones para crisis climática
Durante su intervención en la cumbre Joe Biden recordó que su país «ha vuelto a la mesa» de las negociaciones climáticas. Después de que su predecesor, Donald Trump, retirara al país norteamericano del Acuerdo del Clima de París.
Anunció en la COP26 que destinará desde 2024 un total de 3.000 millones de dólares anuales a la financiación de países vulnerables. Para ayudarles a adaptarse al incremento del nivel del mar, a las sequías, las inundaciones y otras consecuencias del calentamiento global.
Este aporte podría ser parte de los 11.400 millones de dólares que Biden ya ha prometido para la financiación climática anual en 2024. Pero que está pendiente de la aprobación anual del Congreso. En todo caso, es la primera vez que pone un precio al esfuerzo de adaptación, que es crítico en particular para los Estados insulares y otros países vulnerables, según analiza Bloomberg.
Biden aseguró además, que “EE UU demostrará al mundo que no solo ha vuelto a la mesa de negociación, sino que ojalá lidere con el ejemplo. «Sé que no ha sido el caso y por eso mi administración está trabajando de manera extraordinaria para mostrar que nuestro compromiso con la acción climática es acción, no palabras».
Asimismo reconoció que «no hay más tiempo para quedarse atrás o para sentarse entre los indecisos» o a discutir entre unos y otros.
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