Los conflictos armados significan muerte y destrucción. Siempre las principales víctimas son los más inocentes y desprotegidos: niños, mujeres, ancianos, enfermos. Y también los animales, tanto los de vida silvestre como los que habitan en ciudades y zoológicos. La guerra de Ucrania no ha sido diferente. Desde el inicio de la invasión rusa a este país cientos de animales han muerto por la metralla o por inanición. Otros han quedado sin hogar deambulando en busca de comida por el desplazamiento forzado de sus dueños o cuidadores.
Los que están en cautiverio viven las penurias de no contar con alimentos y el estrés que significa estar en medio de un conflicto.
Pero la guerra también ha afectado a aves que cumplen su ruta migratoria a través de Ucrania. Este es el caso de las águilas moteadas (Clanga clanga), que cambiaron sus hábitos migratorios y reproductivos. Este comportamiento atípico lo descubrieron investigadores de la Universidad de Ciencias de la Vida de Estonia, de la East Anglia University y del British Trust for Ornithology, estas últimas de Reino Unido.
Los científicos llevaban tiempo estudiando la migración de estas aves. Sin embargo, antes de que comenzara el conflicto bélico en febrero de 2022, los peligros a los que se enfrentaban eran muy distintos. Se relacionaban con el clima adverso, las sequías y la destrucción de hábitats esenciales, entre otros.
Cambio de vuelo obligado
Los científicos publicaron sus resultados en la revista científica Current Biology. Explicaron que monitoreaban 19 ejemplares a los que le habían colocado GPS. Vieron cómo poco tiempo después de que empezara el conflicto todas las aves estudiadas redujeron significativamente su tiempo de estancia en Ucrania o evitaron totalmente sobrevolar el país para escapar de alteraciones ocasionadas por artillería, tanques y otros tipos de armamento. Este comportamiento ocasionó que, en promedio, las águilas viajaran 85 kilómetros más que en años anteriores.
Indicaron que las aves estuvieron expuestas a fuego de artillería, aviones a reacción, tanques y otras armas durante su viaje por el país en los meses de marzo y abril. Una de las tareas que emprendieron fue comparar el comportamiento migratorio actual con datos de años anteriores mientras las aves se desplazaban entre sus zonas de invernada en el sur de Europa y sus áreas clave de reproducción en el sur de Bielorrusia. Los resultados mostraron que las águilas moteadas evitaron sus paradas habituales, lo que las obligó a viajar distancias mayores y llegar más tarde a sus destinos de anidación.
Uno de los factores principales fue el ambiente hostil propiciado por tanques y armamento pesado en su ruta habitual de vuelo, lo que demostró el impacto potencial de los conflictos armados en la fauna silvestre. Para los científicos es preocupante porque puede afectar gravemente la condición física de las aves, crucial para una reproducción exitosa.
Mejor agotada, que muerta
Los investigadores notaron que en promedio, las aves viajaban 85 kilómetros adicionales y que las migraciones duraban más: 246 horas en comparación con las 193 antes de la invasión rusa, en el caso de las hembras. Los machos tardaban 181 en lugar de las 125 registradas. Solo 6 de las 19 aves monitoreadas hicieron escala en Ucrania, en comparación con las 18 de 20 registradas antes de la guerra durante el período de 2018-2021. Algunos sitios de escala considerados importantes como Polesia no se utilizaron en 2022.
Los investigadores advirtieron que la situación podría retrasar la reproducción. Las águilas necesitarían más tiempo para recuperarse. “Es como si fueras a correr un maratón pero no tuvieras escapadas de agua. Y al final, alguien te pide que corras unas siete u ocho millas adicionales,” dijo Charlie Russell, de la Universidad de East Anglia, coautor del estudio.
El equipo indicó que las mayores desviaciones de un camino directo ocurrieron donde la actividad militar era mayor. Sin embargo, Russell precisó que los desvíos parecían haberse realizado sobre la marcha en respuesta a eventos esporádicos. Mientras que un águila, apodada Borovets, continuó volando a través de Kiev a pesar de la intensa lucha, otra conocida como Denisa cambió su camino después de volar a un kilómetro de explosiones y batallas alrededor de las afueras de la ciudad.
En tierra es peor
El Gobierno ucraniano calcula que el conflicto ha causado daños ambientales cercanos a 40.000 millones de dólares, incluidas miles de hectáreas de bosque destruidas. Son muchos los animales afectados o muertos. La fauna silvestre está expuesta a bombardeos y explosivos, y los nidos a menudo son abandonados. Los aproximadamente 3,5 millones de cabezas de ganado, 5,7 millones de cerdos y 212 millones de pollos que se calcula hay en el país son vulnerables a ataques indiscriminados o abandono. Además, los animales domésticos y de zoológico están expuestos a los mismos horrores que los ciudadanos ucranianos.
En Ucrania existen tres grandes zoológicos: el de Nikolaev, el de Kharki y el de Kiev. Tan solo este último cuenta con unos 4.000 animales de 200 especies. Los ataques son continuos, el ruido de las bombas los altera, hay conflictos muy cerca de las instalaciones donde se encuentran y algunos ya han sufrido bombardeos como ocurrió en el ecoparque de Yasnohorodka, al norte de Kiev. Han muerto alrededor del 30% de los animales. Es una granja de avestruces que cuenta también con ciervos, vacas, búfalos, conejos, cerdos, cabras, ovejas, gallinas, gallos, patos y pavos reales, para que los visitantes interactúen con ellos.
En otros zoológicos se pudo tramitar el traslado de depredadores como leones, tigres o zorros. Algunos escaparon o fueron liberados como los ciervos. Sin embargo, elefantes, jirafas, gorilas siguen sin poder desplazarse a otras instalaciones fuera del país. Las tareas de traslado de por sí son complicadas y en mitad de un conflicto armado casi inviables. El estrés, el miedo y el peligro de ser alcanzados por disparos u otros artefactos pueden causar daños irreversibles o la muerte del animal. Por eso muchos de ellos siguen en sus jaulas sedados o han sido reubicados en espacios subterráneos del mismo zoológico.
Una mano amiga
La estadounidense Shana Aufenkamp viajó a Ucrania para ejercer un voluntariado en un refugio de animales. Lo hizo en el refugio de la organización sin ánimo de lucro Breaking the Chains International, una institución que rescata animales de las zonas de Ucrania más afectadas por los ataques rusos. Su fundador explicó que fue militar durante 18 años en zonas de conflicto alrededor del mundo y que esto le originó estrés postraumático. Aseguró que creó la organización porque un animal “salvó su vida».
“Abrí mis ojos y tuve la visión de lo importante que son los animales, no solo para mí, sino para el conjunto de la sociedad. Quería protegerlos a todos los niveles y usar cualquiera de mis habilidades con mi experiencia militar y las de mi equipo”, señaló. La institución además de atender y cobijar a los animales, organiza clases de terapia con estos dirigidas a soldados heridos.
“Obviamente la situación es mala, porque allí no hay infraestructura. La gente tuvo que evacuar rápido. En muchos casos abandonaron a perros y gatos, porque no pudieron llevárselo con ellos, así que los dejaron en la calle”, expresó. Sin embargo, donaciones privadas han permitido rescatar y atender a más de 10.000 animales como perros, gatos, ponis, gallinas y cabras.
Animales trasladados
Una vez en el refugio de Ucrania, Aufenkamp se ofreció para trasladar a los animales hacia Estados Unidos. La labor la hace junto con la directora del refugio de animales Homeward Trails, en Fairfax, Virginia. Transportar un solo gato desde Ucrania hasta Norteamérica cuesta alrededor de 600 dólares estadounidenses, dijo Aufenkamp. “Es caro, pero de lo contrario (el animal) se quedaría en el refugio”, apuntó.
Algunos de los gatos que las voluntarias trasladaron los rescataron de edificios bombardeados, mientras que otros los abandonaron sus dueños. Uno de los lugares de acogida fue Crumbs & Whiskers, un local de Washington, donde cuidan a gatos abandonados que están a la espera de ser adoptados. El lugar recauda dinero a través de los visitantes, que deben pagar una entrada para poder acceder y jugar con los felinos.
En el AAP Primadomus, el centro de rescate en España de la ONG internacional Animal Advocacy and Protection, también se han recibido animales provenientes de zoológicos de Ucrania. Muchos llegan en precarias condiciones. Aunque su recuperación plantea un desafío, expertos consideran que se puede mejorar su frágil salud, paso a paso, a través de una dieta adecuada, ejercicio y descanso.
Un estudio de la Universidad de Cambridge junto con el Comité Internacional de la Cruz Roja señala que los animales son las víctimas desconocidas de los conflictos armados. A menudo los masacran, bombardean o los privan de alimento en gran escala, algo que, según la publicación, el derecho humanitario internacional ignora en gran medida.