Alberto Payo /SINC
La extinción masiva del Pérmico-Triásico fue una hecatombe biológica producida hace aproximadamente 252 millones de años llevó a la desaparición de cerca del 81 % de los organismos marinos y del 70 % de los vertebrados terrestres. Se considera la mayor extinción ocurrida en la Tierra.
La recuperación de la vida marina después de esa extinción y durante el Triásico inferior o temprano se considera un período importante de cambios evolutivos que sentaron las bases de los ecosistemas que dominan los océanos en la actualidad. Sin embargo, debido a la relativa escasez de fósiles marinos que datan de este período crítico, la evolución de la biota marina es poco conocida.
Hasta la fecha se pensaba que, debido a la escasa biodiversidad superviviente, la recuperación biótica habría sido muy lenta. Se calculaba que esta se demoró unos 8 millones de años. Sin embargo, una nueva investigación reduce este intervalo a mucho menos tiempo.
Un millón de años es muy poco en la historia geológica
El investigador Xu Dai, de la Escuela de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Geociencias de China, y su equipo han podido explorar la denominada Biota de Guiyang, un conjunto de fósiles marinos del Triásico inferior conservado en la Formación Daye, en el Sur de China.
Este conjunto, que data de hace 250,8 millones de años, proporciona una instantánea sin precedentes de un ecosistema marino solo un millón de años después de la gran extinción. «No solo causó un grave descenso de la diversidad, sino que también desencadenó la transición de la fauna evolutiva del Paleozoico a la moderna. La Biota de Guiyang nos dice que esta transición se produjo ágilmente. Un millón de años en historia geológica es rápido», dice Dai, científico que lidera el estudio que publicó la revista Science.
Los hallazgos obligarían a repensar las interpretaciones de la recuperación, que hasta ahora se consideraba lenta y gradual, pero que el estudio califica como poco probable. «Nuestra investigación refuta el modelo de recuperación trofológica escalonada, prueba el rápido surgimiento del ecosistema marino y degrada la hipótesis de la ‘zona muerta trófica’ al llenar, al menos parcialmente, el vacío de vertebrados fósiles paleotróficos del Triásico Temprano», asegura el autor.
Un yacimiento con todos los niveles tróficos
Dai explica que los científicos habían encontrado algunas biotas del Triásico, de unos tres millones de años después de la gran extinción. Sin embargo, la Biota de Guiyang ha mostrado tener una antigüedad más próxima al evento y representa un ecosistema marino altamente diversificado y ecológicamente complejo. La edad numérica se caculó utilizando la técnica de datación U-Pb de alta precisión en los granos de circón hallados en el intervalo fósil.
Esta ‘rápida’ recuperación de la fauna en el Triásico Temprano se muestra con conjuntos fósiles «poco diversificados y dominados por uno o dos taxones, que se denominan ‘taxones oportunistas’. Hasta la fecha, hemos encontrado 40 especies que representan al menos 19 órdenes, desde depredadores muy grandes, como el celacanto, de un metro de longitud, hasta organismos muy pequeños, como los foraminíferos», revela Dai.
«En la biota de Guiyang existen todos los niveles tróficos, un hecho inesperado en la hipótesis de recuperación trófica por etapas», insiste.
Regiones poco exploradas en la meseta tibetana
Los peces depredadores, crustáceos, ammonoideos y bivalvos hallados tenían un tamaño muy variable, desde 10 cm hasta 1 metro de longitud. «El principal cambio evolutivo habría sido que están más diversificados en los océanos modernos, salvo los ammonoideos, que tuvieron mala suerte y se extinguieron a finales del Cretácico, junto con los dinosaurios no avianos», comenta el autor.
Dai no descarta que se encuentren fósiles tan antiguos como los que hay en Guiyang en otros lugares.. Reconoce que sus esfuerzos de muestreo están «lejos de ser suficientes» y sugiere que aún hay un gran número de regiones poco exploradas, como la meseta tibetana.
Aunque se han barajado hipótesis para lo que originó esta gran extinción, como el impacto de un asteroide de gran tamaño, la liberación de grandes cantidades de gases de efecto invernadero en los fondos oceánicos o un vulcanismo extremo, las causas exactas continúan siendo motivo de estudio. El trabajo de estos investigadores no busca dilucidar sus orígenes, sino más bien sus consecuencias.
SINC /Creative Commons