La polémica envuelve a una de las agencias más importantes de la ONU. En el centro del debate está el informe que publicó la FAO en la COP28. Científicos le acusan de sesgo a favor de la industria ganadera y de tergiversar datos de estudios científicos para subestimar el impacto en el cambio climático.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) es la agencia dedicada a liderar esfuerzos internacionales para erradicar el hambre. Fundada en 1945, en teoría debe ser neutral y trabajar por la seguridad alimentaria para todos. Con 195 miembros (194 países y la Unión Europea), la opera en más de 130 países en esfuerzos globales para desarrollar una agricultura sostenible. Se enfoca en cuatro principios: mejor producción, mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una mejor vida. Luce fácil en el papel, pero son enormes llas presiones y conflictos de interés.
En la Cumbre del Clima realizada en diciembre en Dubai (COP28), la FAO presentó el informe “Caminos para reducir las emisiones” (‘Pathways towards lower emissions’). El texto cita como fuentes los trabajos científicos de Paul Behrens, profesor asociado de la Universidad de Leiden, y Matthew Hayek, profesor asistente de la Universidad de Nueva York, y contiene una evaluación global de las emisiones de gases de efecto invernadero que sugiere una serie de medidas para mitigar la huella ambiental de los sistemas agroalimentarios. En total, 120 acciones políticas para hacer más sostenibles las operaciones de la industria ganadera, que incluye como parte de la solución y no del problema.
Gravemente tergiversado
En abril, Behrens y Hayek publicaron una carta en la que acusan a la FAO de «tergiversar gravemente» sus investigaciones y de utilizar información desactualizada para apoyar conclusiones que minimizan el impacto del consumo de carne en el cambio climático y favorece a la industria ganadera. Alegan que el informe contiene «numerosos errores de encuadre, metodológicos y de datos»., y por tanto instan a la FAO a que se retracte.
El informe Pathways towards lower emissions malinterpreta los datos de un estudio de Behrens sobre los impactos ambientales de las dietas recomendadas a nivel nacional y las utiliza para justificar una estimación que reduce la contribución de las actividades ganaderas al calentamiento global. La FAO, a contravía de los estudios, señala que reducir el consumo de carne solo reduce las emisiones agroalimentarias mundiales entre un 2 y 5%. Un porcentaje falso.
El trabajo de Behrens examina los impactos ambientales de las dietas recomendadas a nivel nacional respaldadas por las autoridades gubernamentales en 2017, que quedaron obsoletas y no son útiles para entender los efectos actuales en el medioambiente de los hábitos dietéticos. Behrens declaró a The Guardian que «el consenso científico actual es que los cambios en la dieta son la mayor palanca para reducir las emisiones y otros daños causados por nuestro sistema alimentario». Sin embargo, el investigador considera que la FAO eligió «el enfoque más tosco e inapropiado para sus estimaciones». La FAO subestima el potencial de mitigación de las dietas basadas en plantas.
Múltiples errores
Hayek también acusó a la FAO de citar de manera inapropiada un análisis previo, en el que fue coautor. Dice que subestima el potencial de mitigación de reducir el número de animales criados para el consumo. «No fue simplemente comparar manzanas con naranjas. Fue tratar de equiparar manzanas muy pequeñas con naranjas muy grandes. En consecuencia, el potencial de mitigación de criar menos ganado se subestimó en un factor de entre 6 y 40 veces», explica.
Los científicos señalan que el documento de la FAO mezcla diferentes años de referencia para los mismos datos. Expone estimaciones imprecisas sobre las emisiones derivadas del consumo de carne hasta 2050 y pasó por alto el costo de oportunidad de la captura de carbono en tierras no cultivadas.
“Los errores de la FAO fueron múltiples, atroces, conceptuales y todos tuvieron la consecuencia de reducir las posibilidades de mitigación de emisiones derivadas del cambio dietético muy por debajo de lo que deberían ser. Ninguno de los errores tuvo el efecto contrario”.
Matthew Hayek, profesor asistente de la Universidad de Nueva York
100 organizaciones en contra
Pero Behrens y Hayek no se quejaron solos ante el sesgo de la FAO. Más de 100 organizaciones y expertos salieron en su apoyo. En una carta pública dirigida al director general de la FAO, el Dr. Qu Dongyu, piden que retire el informe y se reemplace por uno que rectifique los errores metodológicos y se base en estudios actualizados y adecuados. La carta, coordinada por Feedback Global (grupo de campaña medioambiental) está firmada por 78 organizaciones de la sociedad civil y 22 expertos académicos, entre otros.
Los firmantes apoyan las críticas de Behrens y Hayek y exigen una investigación sobre los graves errores y los sesgos sistémicos. También recomienda retrasar la publicación de la Hoja de Ruta 2050 hasta que la agencia haya adoptado procesos más sólidos, inclusivos y transparentes. Asimismo, expresan su preocupación por un informe de 2023 en el cual ex funcionarios de la FAO afirmaban que la agencia los marginó y censuró por presiones de empresas y países productores de ganado,
«El debate en torno al impacto climático de la alimentación y la agricultura está extremadamente polarizado y plagado de desinformación financiada por la industria. Es de vital importancia que las organizaciones internacionales, como la FAO, presenten informes imparciales y científicamente sólidos que puedan servir como guía para la acción climática. Nos preocupa la falta de rigor del informe Pathways».
Nusa Urbancic, directora general de la Fundación Changing Markets
Errores metodológicos
Entre los errores metodológico incluyen el doble conteo de las emisiones de la carne hasta 2050, la mezcla de diferentes años de referencia y la inclusión de emisiones derivadas del aumento del consumo de verduras, frutas y frutos secos que no están relacionadas con la sustitución de la carne y los lácteos en las dietas.
Los firmantes también acusan a la FAO de tomar decisiones inapropiadas al elaborar sus modelos, como ignorar el potencial secuestro de carbono de la tierra que se ahorra con el cambio de dieta y confundir las dietas saludables sostenibles con las dietas recomendadas por los gobiernos. En fin, piden a la FAO que alinee su investigación con estudios científicos revisados por expertos.
«La FAO ha cometido errores graves y vergonzosos. Son una mancha en su reputación. Todos los errores subestiman sistemáticamente el potencial de reducción de emisiones de las dietas bajas en carne y lácteos. La gente se preguntará con razón si el personal de la FAO ha sido incompetente o si muestra un sesgo sistemático en contra del cambio alimentario”.
Martin Bowman, director de políticas y campañas de Feedback
La red mundial de inversores FAIRR, con un patrimonio de 70 billones de dólares, pidió a la FAO una respuesta sustancial a las preocupaciones planteadas por los científicos Paul Behrens y Matthew Hayek sobre el informe y la Hoja de Ruta 2050. Espera que la FAO corrija los sesgos y errores, y mantenga la integridad e imparcialidad que garantizan resultados científicamente sólidos.
Estudios ignorados
La FAO estimó engañosamente que el potencial de mitigación de emisiones del cambio alimentario es de 0,19-0,53 Gt de CO2 equivalente al año. Behrens y Hayek estiman la cifra es entre 6 y 40 veces inferior al potencial real. Un estudio de Clark et al (2020) muestra que el potencial de mitigación de las emisiones directas derivado de un cambio en la dieta acorde con la dieta EAT-Lancet se acerca más a 3,10 Gt de CO2 equivalente al año. Cifra que aumenta hasta 6,22 Gt de CO2eq al año si se tiene en cuenta el potencial de secuestro de carbono derivado de la restauración de los ecosistemas en las tierras preservadas.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático llegó a la conclusión de que un cambio hacia dietas más basadas en plantas podría mitigar las emisiones de GEI entre 0,7 y 8 GtCO2-eq al año. Mayores reducciones de carne y lácteos conllevarían mayores reducciones de emisiones. El IPCC cita que una dieta flexitariana reduciría las emisiones globales en aproximadamente 5 GtCO2-eq al año, más de 9 veces superior a la estimación de la FAO.
200 científicos
Una encuesta reciente entre más de 200 científicos del clima y expertos en alimentación y agricultura plantea que las emisiones ganaderas mundiales deben reducirse en un 50% para 2030 y en un 61% para 2036. Con reducciones más rápidas y profundas en los países de mayores ingresos. El 78% de los expertos encuestados afirmaron que el número absoluto de cabezas de ganado a nivel mundial debe alcanzar su punto máximo en 2025 y desde ahí debe empezar a reducirse
La mitigación de emisiones del cambio a dietas veganas sería aún mayor. Poore y Namecek (2018) estimaron que el potencial total de mitigación de emisiones del cambio dietético hacia dietas veganas es de 14.700 millones de toneladas de reducción de CO2eq por año: 6.600 millones de toneladas de reducción directa de CO2eq. Más 8.100 millones de toneladas adicionales de CO2eq de eliminación de carbono por año durante 100 años si se restaura la naturaleza en la tierra preservada.
Duras reacciones
Las críticas al informe de la FAO sobre el impacto de la ganadería en el cambio climático no solo provienen de la comunidad científica. Organizaciones medioambientales cuestionan la influencia de las grandes empresas cárnicas. Merel van der Mark, responsable de campañas de Rainforest Action Network, se mostró indignada por la postura de JBS, el mayor empacador de carne del mundo en Dubai. «Celebró el informe de la FAO señalando que la carne «no era el problema, sino la solución a la crisis climática». ¿Qué papel tuvieron JBS y otras empresas cárnicas en la elaboración del informe de la FAO?», se pregunta.
Pete Smith, catedrático de Suelos y Cambio Global de la Universidad de Aberdeen, lamenta la falta de rigor científico de la FAO. «La ciencia está clara en que la reducción del consumo de productos ganaderos es esencial para mitigar el cambio climático. Es absurdo y decepcionante que la FAO ignore esta evidencia y la sustituya por recomendaciones sesgadas a favor de la industria cárnica», declaró.
Shefali Sharma, de Greenpeace, señala un conflicto de intereses en la FAO en su relación con las grandes empresas lácteas. «La Plataforma Láctea Mundial, el mayor lobby corporativo de la industria láctea, participa en la publicación de informes conjuntos con la FAO», dijo. La activista exige a la agencia que implemente estrictas normas de revisión por pares independientes, transparentes y rigurosas. «Es la manera de garantizar su credibilidad en la política agrícola, alimentaria y climática», añadió.
FAO promete revisión
La FAO se le ha tenido como la fuente más fiable de datos agrícolas del mundo. Sus reportes son utilizados por gobiernos, organismos y la iniciativa privada para diseñar estrategias que minimicen los daños de las actividades agrarias al medioambiente. Pero tiene el mandato de aumentar la producción agrícola y ganadera para garantizar la seguridad alimentaria en el mundo. Dos facetas que presentan un posible conflicto de intereses.
Un portavoz de la FAO declaró a The Guardian que “la organización está comprometida a garantizar la precisión y la integridad de las publicaciones científicas”. Alegó que el informe cuestionado se sometió a “un riguroso proceso de revisión por pares internos y externos”. Reveló que examinan los puntos planteados por los académicos.
Las críticas de Behrens y Hayek y de los 100 expertos ponen de relieve la necesidad de un mayor rigor y transparencia en los reportes sobre el cambio climático y la alimentación de los organismos multilaterales. La información no siempre es neutral. Es crucial que los consumidores y los responsables políticos sean conscientes de los posibles sesgos y que corroboren la información antes de tomar decisiones. El debate sobre el papel de la ganadería en el cambio climático y la salud humana es complejo, pero debe construirse con evidencia científica sólida y transparente, libre de sesgos e intereses económicos.