Una materia prima de fácil acceso y bajo costo como la arena está ocasionando una crisis ambiental en el mundo, por su actividad de extracción intensiva. El apetito voraz por adquirirla para satisfacer la creciente demanda, socava los ecosistemas, destruye hábitats y erosiona playas y riberas. Además de propiciar algunos negocios turbios y mafias.
La arena es altamente codiciada por sus múltiples usos. Se emplea para fabricar el hormigón de casas, el asfalto de carreteras, el cristal de ventanas. Y hasta el silicio de los chips de los móviles celulares. La arena es un componente esencial de la vida moderna. Pero cada vez es más escasa y se desconoce cuál es su capacidad y cuándo se agotará.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) estimó que alrededor de 50.000 millones de toneladas de arena se extraen al año. Se basó en datos del sector del cemento para llegar a la cifra. Pero los científicos sostienen que estas cantidades no son confiables.
«El problema central es que no entendemos el material lo suficientemente bien», dijo Louise Gallagher. Vocera del Observatorio Global de Arenas de Ginebra y una de las autoras del informe. «Todavía sabemos muy poco sobre las consecuencias de la extracción de arena. A veces ni siquiera sabemos de dónde viene, cuánto viene de los ríos. No tenemos ni idea».
El estudio advierte que en las dos últimas décadas se ha triplicado en el mundo el consumo de áridos (material granulado que se utiliza como materia prima en la construcción). Y la construcción no parece tener límites. De hecho, algo más de la mitad de los recursos extraídos van encaminados, fundamentalmente, a cubrir la demanda de ese sector.
Daño ambiental silente de la extracción de arena
La arena también tiene aplicaciones en la producción de pinturas, el tratamiento de aguas, la extracción de gas e hidrocarburos. La fundición y obtención de metales, cosmética, ocio. Usos que requieren estos materiales con unas características y una calidad mucho más restrictivas que en el caso de la construcción. La extracción de arena ocasiona un daño ambiental todavía desconocido.
Pero para los científicos esta actividad destruye los hábitats, contamina los ríos y erosiona las playas y riberas. El problema se agrava cuando las represas situadas aguas arriba impiden que los nuevos sedimentos se vuelvan a depositar aguas abajo.
«Hay muchas otras consecuencias que no se están teniendo en cuenta», señaló la investigadora independiente Kiran Pereira a DW. Las consecuencias negativas «no se reflejan en el costo de la arena», agregó la autora de un libro sobre cómo salir de la crisis de la arena.
Muchas de las consecuencias no son visibles de inmediato. Por eso es tan difícil evaluar adecuadamente la situación, explicó Stephen Edwards. Director de la investigación sobre la industria extractiva en la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN).
La extracción de arena en la India ha llevado al cocodrilo gavial del Ganges al borde de la extinción, según un artículo publicado en la revista Nature, en 2019. Menos de 250 de estos animales viven ahora en estado salvaje. Y en el río Mekong, que atraviesa seis países del sudeste asiático, la extracción de arena está desestabilizando cada vez más las orillas, hogar de medio millón de personas.
La arena es omnipresente, pero a menudo ignorada, agregó a la agencia alemana, Chris Hackney. Geógrafo de la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido, y coautor del artículo de Nature, quien resalta que pocos consideran la arena como la materia prima más importante del planeta.
Necesidades y excentricidades
La extracción de arena, especialmente cuando se realiza sin regulación o supervisión, puede causar importante daño ambiental. Los mineros se concentran en los ecosistemas fluviales y costeros donde la arena es ideal. La arena de río es buena para hormigón porque es gruesa y no contiene sal que de otra manera corroería el metal y otros materiales de construcción. Además, la alteración del caudal y la capacidad de los ríos puede causar sequías o inundaciones desastrosas. Aunque rara vez se reconoce como un factor contribuyente.
En Kerala, India, se demostró que las inundaciones fueron causadas parcialmente por el dragado de arena que sacó 40 veces más arena del lecho del río de la que el río podría reemplazar naturalmente.
El dragado del suelo marino también puede hacer que los sedimentos se desplacen a la deriva por kilómetros causando erosión costera y asfixiando ecosistemas como los arrecifes de coral.
Este impacto al medio ambiente se amplifica, cuando países como Arabia Saudita importan arena de Canadá o Australia, a pesar de estar en el desierto. El rascacielos Burj Khalifa, de los Emiratos Árabes Unidos, de 830 metros de altura, se construyó con arena importada del otro extremo del mundo. Se argumentó que la arena del desierto no tiene prácticamente ningún valor para la industria de la construcción. Cuando el viento sopla sobre las dunas, los granos de arena se alisan, mientras la arena angular de ríos, playas o el fondo marino tienen más agarre. Sólo esta arena tiene la fricción que requiere el hormigón.
Mientras, la mayor demanda de arena procede de China. El país produjo más cemento entre 2011 y 2014 que Estados Unidos en todo el siglo XX. Se prevé que India, segundo productor de cemento, supere a China como país más poblado del mundo en 2027.
Importación de arena y surgimiento de mafias
Otro caso de extracción de arena en grandes cantidades es el de los Países Bajos. Dragaron unos 20 millones de metros cúbicos de arena del fondo marino en 2011. Para construir barreras naturales a lo largo de la costa y protegerla de la erosión y los efectos del calentamiento global.
Singapur, por otra parte, amplió su superficie en una cuarta parte en los últimos cincuenta años, mediante la construcción de islas artificiales. La arena para estas islas se importó de Camboya, Vietnam, Indonesia y Malasia. Y la arena para las islas artificiales en forma de palmera de Dubái, se sacó a la superficie desde el fondo del Golfo Pérsico.
Según las Naciones Unidas, el número de personas que viven en las ciudades es más de cuatro veces mayor que en la década de 1950. Más del 50 % de la población mundial vive ahora en zonas urbanas. Y se espera que casi tres mil millones de personas más emigren a las ciudades en los próximos 30 años. Con ello, se estima un crecimiento en paralelo, de la construcción y sectores afines a la actividad extractiva de la arena.
La alta demanda y la aparente escasez de esa materia prima, acelera los negocios turbios y la aparición de las «mafias de la arena». Y los activistas que rechazan esas operaciones son amenazados e incluso asesinados. La arena y la grava son uno de los mayores recursos extraídos por volumen, posiblemente uno de los más rentables del comercio ilegal.
El auge de la construcción en Marruecos hace que la arena sea objeto de grandes extracciones ilegales de tal manera que playas enteras han desaparecido. Miles de personas se ganan la vida armados con palas y acompañados de burros cargados con cestas.
Mercado ilegal, peligroso y sin atención
La Red de Asia Meridional sobre Presas, Ríos y Pueblos, un grupo ecologista con sede en Delhi, indicó que 193 personas murieron en la India en los dos últimos años. En el submundo de la extracción de arena, por malas condiciones de trabajo, violencia o accidentes.
En la India, la extracción ilegal de arena es la mayor actividad delictiva organizada del país. Las bandas criminales conocidas como mafias de la arena saquean los recursos de arena y grava impunemente. Su actividad apenas se conoce y denuncia, pese a que genera el mismo nivel de corrupción y violencia que el comercio ilegal de animales salvajes
Desde Jamaica e Indonesia hasta Sri Lanka, Marruecos y Sierra Leona, se roba arena de las playas, que se vende a la industria local de la construcción. O se envía a países más ricos para reponer sus playas o recuperar terrenos del mar, como en Singapur. Este mercado negro diluye la responsabilidad de lavar la arena marina para eliminar la sal. Multiplicando la posibilidad de que se construyan edificios con riesgo de problemas estructurales en las próximas décadas.
En la actualidad no existen convenios internacionales que regulen la extracción, el uso y el comercio de la arena, y esta falta de control aviva el mercado negro y sus temibles efectos. Según un informe publicado en Science en 2017, “incluso cuando la extracción de arena está regulada, suele ser objeto de una extracción y comercio ilegal desenfrenados”.
A pesar de ser un problema global “con importantes implicaciones sociopolíticas, económicas y medioambientales”, no ha atraído la atención que merece.
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