Un reporte periodístico, sustentado en documentación y amplios testimonios, desvela las interioridades oscuras en los pasillos y oficinas de las Naciones Unidas. Acusaciones de corrupción y acoso sexual en la ONU, la mayor organización internacional existente, comprometida a mantener la paz y la seguridad en el mundo, pero también en promover el progreso social, la mejora del nivel de vida y garantizar los derechos humanos.
El documental de la BBC arroja luz sobre denuncias de corrupción, gerentes que hacen la vista gorda y abuso sexual dentro de Naciones Unidas. Empleadas de la organización que intentaron denunciar comportamientos ilegales fueron sancionadas después de hablar. Algunas fueron despedidas.
El acoso sexual ha alcanzado a políticos, a personajes vinculados al espectáculo, al deporte, instancias judiciales, la Iglesia en todos sus credos y los centros de trabajo, escuelas, comunidades étnicas minoritarias.
Purna Sen, que en 2018 fue designada portavoz de asuntos de acoso, asalto y discriminación, dijo que había mujeres en la organización que fueron abordadas, abusadas y violadas. «Mientras se siga permitiendo que los hombres se salgan con la suya, continuarán haciéndolo», subrayó.
Sen exigió que la ONU designe un panel externo diverso que analice las experiencias del personal y recomiende una serie de acciones concretas para aplicarlas de inmediato. No para archivarlas.
Entretanto, la ONU respondió que está comprometida con la protección de «denunciantes genuinos» y con que el personal implicado asuma su responsabilidad. También indicó que estaba abierta a cualquier revisión externa de sus esfuerzos «para combatir delitos de cualquier índole».
Muchos gobiernos han legislado en esa materia, como una manera de proteger los derechos de la mujer. También han surgido instituciones públicas y privadas que amparan, asesoran y canalizan esos casos.
Acoso sexual y otras irregularidades en la ONU
Martina Brostrom, otrora alta consejera de ONUSIDA, confiesa en el documental de la BBC The Whistleblowers: Inside the UN («Delatores: dentro de la ONU») que fue víctima de acoso sexual en el trabajo.
«El abuso sexual, la explotación y el acoso sexual en la ONU suceden en la oficina central. Suceden de lunes a viernes. Suceden durante las horas laborables, en todos los sitios», asentó .
Detalló que había sido acosada por Luiz Loures, subdirector ejecutivo de ONUSIDA y asistente del secretario general, a quien describió como «sórdido» y conocido por su comportamiento inapropiado. Durante un evento en Bangkok en 2015, el alto funcionario la besó a la fuerza y la manoseó en un ascensor cuando salían de una reunión. Luego intentar arrastrarla hasta su habitación.
«Le rogué que parara, que me soltara. Tuve que escudarme con la puerta del ascensor para poder quedarme adentro porque veía con temor aquel largo pasillo. Mi mente obviamente estaba reaccionando muy, muy rápido y temiendo lo que podía suceder», contó.
Brostrom interpuso una denuncia formal y habló con investigadores de la ONU. Sin embargo, contra todo pronóstico a institución y ONUSIDA tomaron represalias de manera muy mezquina e hiriente contra ella. «Eso duele mucho. Es como si te violaran otra vez. Como si no te dejaran respirar», indicó.
En 2018, Luiz Loures se retiró de la ONU con un agradecimiento por «sus 22 años dedicados al servicio». Interrogado por la BBC, respondió: «Nunca he hostigado ni asaltado a nadie. Las acusaciones no tienen fundamento».
Al respecto, la ONU declaró que «las acusaciones de hostigamiento contra el doctor Loures fueron investigadas y que en ese momento no estaban en posición de comentar sobre la veracidad de las denuncias».
Silencio y complicidad
En agosto de 2021, Brostrom recibió una carta en la que la ONU reconocía que ella había sido «acosada sexualmente durante un prolongado período de tiempo». En referencia a su acusación de que fue sexualmente asaltada en 2015, concluyeron que «algo traumático le sucedió que es consistente con su relato de la situación». Si embargo, en las conclusiones se impuso u tecnicismo: «No cumplieron con los estándares probatorios».
Naciones Unidas tiene un estatus legal protegido y sus altos funcionarios gozan de inmunidad diplomática de todas las leyes nacionales. Se le otorga a la organización para protegerla de interferencia en el cumplimiento de sus deberes, pero ese estatus no se otorga para el beneficio personal de sus empleados. No protege los que cometen crímenes como asalto sexual.
Todas las denuncias del personal deben ser analizadas internamente. La Oficina de Servicios de Supervisión Interna de las Naciones Unidas (OSSI) maneja las acusaciones más serias, incluyendo las denuncias de criminalidad, pero carece de autoridad legal.
La BBC recibió una grabación secreta que sugiere que la OSSI no siempre es efectiva. En la grabación, el director de la división de investigaciones, Ben Swanson, habla en una reunión de personal y menciona que una alta funcionaria de la ONU lo visitó llorando. Le describió cómo uno de los asistentes del secretario general António Guterres le había metido la mano dentro del pantalón. Swanson afirma que les contó al secretario general y a otros altos funcionarios los detalles de la acusación de asalto sexual, pero lo callaron. «Traté de contar la historia y me cortaron de tajo», se le escucha decir. Añadió que a la mujer la disuadieron de reportar el supuesto ataque sexual porque el denunciado era uno de los «preferidos de Guterres».
Corrupción de los pies a la cabeza
Peter Gallo -el informante que compartió la grabación de audio- añade algunos detalles en el documental. «Pasé cuatro años como investigador en la sede central de la ONU en Nueva York. Mi conclusión de esa experiencia es que la organización está plagada de corrupción de pies a cabeza», asentó
Purma Sen pregunta: «¿Por qué el secretario general no dice: ‘Esto es inaceptable, ¿qué vamos a hacer al respecto?’. En cambio escuchamos: ‘No, eso no lo vamos a tocar».
Sen insiste en que siendo la ONU defensora de los derechos humanos y, de hecho, la creadora de la mayoría de esos derechos, todavía no ha aprendido a fomentarlos entre las personas que trabajan para la organización.
La respuesta del despacho del secretario general de la ONU fue de una bien ajustada esterilidad diplomática: «Guterres sigue comprometido con «ancionar a cualquier trabajador, de alto o bajo rango, que acose sexualmente».
Aunque Sen confió a la BBC no estar sorprendida por estos testimonios «profundamente perturbadores», indicó que el caso de Martina Brostrom era sintomático de un problema más amplio en la ONU.
En el documental se calcula que un tercio del personal de la ONU ha experimentado acoso sexual durante el trabajo, pero que la gran mayoría de los casos no se reportan. «Los casos que conocemos son la punta del iceberg. La gente siente que habrá consecuencias adversas si los denuncia, que tomarán represalias en su contra», aseguró.
En un comunicado, el despacho de Guterres, declaró que ha habido «importantes mejoras en el combate contra el flagelo de acoso sexual, del cual ninguna organización es inmune».
Aseguró que las medidas incluían la contratación de mujeres investigadoras para examinar las acusaciones. Una línea directa para que el personal denunciara la mala conducta y mejor capacitación de la alta gerencia.