Actualmente existen 75 especies de gatos domésticos alrededor del mundo. Los perros les ganan con 200.
Jonathan Losos es un amante de los gatos. Desde sus correrías de niño en las calles de Saint Louis (Illinois), la escuela y el Parque Nacional Gateway Arch hasta convertirse en biólogo evolucionista, siempre ha estado acompañado de uno o de muchos mininos. Un día decidió investigar sobre la historia, genética y evolución de los gatos, ahora muy hogareños, y esos conocimientos los comparte en un documentado y simpático libro. Sí, la vida gatuna es mucho más que mimos, miradas enternecedoras y saltos al vacío
Losos es un antiguo miembro de la facultad de Harvard y, a lo largo de su vida, también coqueteó con los lagartos, ranas y sapos. Hoy es un eminente herpetólogo y curador en el Museo de Zoología Comparada de la universidad. También ha sido elegido miembro de la Academia Nacional de Ciencias y de la Academia de Artes y Ciencias de Estados Unidos
El catedrático ha escrito tres libros. ‘Destinos improbables: Cambio, azar y futuro de la evolución’ (Penguin Random House, 2017) y coautor de ‘Biología’, uno de los principales libros de texto universitario. En el tercero y más reciente, ‘El maullido del gato: cómo evolucionaron los gatos desde la sabana hasta tu sofá’, el autor mezcla el rigor científico con abundantes anécdotas particulares de sus propias mascotas.
Explora cómo los investigadores desentrañan los secretos del gato, pasados y presentes, utilizando el rastreo por GPS (le sorprendería saber por dónde andan esos gatos de patio trasero) y la genómica (¿cuál es un gato siamés realmente?) hasta la arqueología forense. Además, Losos echa un vistazo a las condiciones y circunstancias que han dado forma al gato contemporáneo, con razas muy diferentes en anatomía y comportamiento de su estirpe ancestral.
Los maullidos, un rasgo en la evolución de los gatos
Losos, elegantemente vestido con una camisa adornada con gatos negros, ofreció una entrevista a The Harvard Gazette y confió las motivaciones de su libro. «Tenía la impresión de que no había ninguna investigación interesante sobre los gatos domésticos», dijo. «Me equivoqué.»
Reconoce que le interesó hurgar en la comunicación gatuna. Si bien todas las especies de pequeños felinos salvajes, como cervales y ocelotes, se vocalizan entre sí, y algunas más grandes, como los guepardos, también lo hacen, compartió una investigación que muestra cómo ha evolucionado el sonido característico del «maullido».
El estudiante graduado de la Universidad de Cornell, Nicholas Nicastro, había grabado vocalizaciones de grandes felinos en el Zoológico de Pretoria en Sudáfrica y las comparó con la evolución de los maullidos de gatos domésticos comunes. El maullido de los gatos salvajes, explicó, “parece más urgente y exigente. En cambio, el gato doméstico es más agradable para nuestros oídos, de tono más agudo. Lo que eso sugiere es que durante la domesticación los gatos desarrollaron una diferencia en su maullido que nos resulta más atractiva y les permite manipularnos más”.
Está claro que los gatos se maúllan unos a otros. Por eso Losos siempre consideraba que un gato le maullaba como una especie de cumplido. “Era como si le saludaran como a un igual. Resulta que no es así. Más bien es para manipularte”, sostiene el autor.
Comunicación, saludos y un toque de amabilidad
Se observó un cambio similar en los ronroneos. Si bien todas las especies pequeñas de gatos salvajes también ronronean, los gatos domésticos tienen distintos ronroneos de “satisfacción” y “solicitud”. El ronroneo de solicitud, observó, alcanza tonos más altos, similares al llanto de un bebé humano, con el que nos identificamos de forma innata.
De los gatos se dice que son independientes, audaces y sigilosos. Losos incluye estos datos en su libro. Pero hace énfasis en otras formas de comunicación entre gatos y con sus ‘familiares’ en casa.
Por ejemplo, una cola levantada, por ejemplo, parece indicar que un gato es amigable y accesible. Los estudios que utilizan siluetas de gatos con la cola levantada y hacia abajo parecen confirmar esto.
Y aunque los estudios solo funcionaron por un tiempo limitado (los gatos aprendieron rápidamente que las siluetas no eran otros gatos), respondieron al principio. Si la silueta tenía la cola levantada, “levantan la suya y se acercan. Con la cola hacia abajo, los gatos se acercan mucho menos rápido y no levantan la cola”.
Si bien esto se considera un rasgo en la evolución y domesticación de los gatos, no tiene precedentes: los leones, que viven en grupos sociales, también indican accesibilidad y amabilidad con la cola levantada.
Los grupos sociales de leones o manadas, están formados por hembras emparentadas que se acicalan entre sí, cazan juntas e incluso amamantan a sus cachorros, continuó explicando. Los gatos domésticos también pueden ser muy sociables, especialmente con otros felinos con los que han sido criados.
«Cuando los gatos viven en colonias urbanas, pueblos de pescadores o granjas se comportan como leones». La única diferencia importante es que los leones cazan colectivamente y de esta manera pueden capturar presas mucho más grandes. Afortunadamente, los gatos domésticos no hacen esto”.
En su libro, el biólogo evolutivo repasó cómo surgieron nuestros gatos domésticos, rastreando a estos gatos desde el primer felino, proailurus lemanensis, hace unos 30 millones de años, hasta la separación de los gatos con dientes de sable y dientes cónicos, de los cuales todas las especies de gatos actuales descienden.
Dispersos por el mundo y en el calor del hogar
Losos resumió la investigación genética que rastrea a los gatos domésticos hasta, muy probablemente, los gatos salvajes del norte de África, hace entre 35.000 y 10.000 años. Esto encaja con los inicios de la agricultura. En ese sentido esbozó la teoría común de que los gatos salvajes se sentían atraídos por los roedores que se alimentaban de los almacenes de granos, y que los humanos dieron la bienvenida a estos depredadores.
«La gente veía la ventaja de tener a estos gatos cerca y les ponía un cuenco de leche o los dejaba entrar a la cabaña, donde estaba caliente y seco», dijo. «Lo siguiente que sabes es que tienes el gato doméstico».
Su dispersión por todo el mundo (excepto la Antártida) fue ayudada por sus nuevos amigos humanos, incluidos, al parecer, los vikingos. La secuenciación del ADN de un gato encontrado en un lugar de entierro en la aldea vikinga de Ralswiek, ahora en el norte de Alemania, ha revelado una sorprendente similitud con los gatos egipcios.
Presumiblemente, los vikingos recogieron y ayudaron a difundir estas criaturas domésticas mientras navegaban por Europa, Islandia y posiblemente América del Norte. Mientras que los viajeros a lo largo de las rutas marítimas hacia la India y por tierra a lo largo de la Ruta de la Seda hacia China hacían lo mismo.
Aún así, Losos afirma que actualmente existen 75 especies de gatos domésticos. Los perros les ganan con al menos 200. «Los gatos necesitan ponerse al día», susurró entre risas.