La esclavitud fue abolida en el planeta, en diferentes épocas según cada país, y legalmente no debería existir. Sin embargo, en pleno siglo XXI se sigue hablando en presente, y no en pasado, de esta práctica denigrante. Como si se tratara de una enfermedad endémica, hay brotes en muchas partes del mundo, unos más evidentes que otros, imposibles de controlar o erradicar.
Ahora con el remoquete de moderna, tal vez por su facilidad de adaptación, la esclavitud tiene bajo su yugo a por lo menos 50 millones de personas. Los datos de un informe de finales de 2022 de la Organización Internacional del Trabajo, la Organización Internacional para las Migraciones y Walk Free de las Naciones Unidas indican que 28 millones las explotan en trabajos forzados y el resto en matrimonios forzados.
Una de las caras más visibles de la neoesclavitud la representan las empleadas domésticas en países del golfo Pérsico, donde la relación laboral se rige por el kafala. Un sistema denunciado en innumerable ocasiones por dar «un barniz de legalidad a la esclavitud» que persiste a pesar de las supuestas reformas. Los empleadores tienen libertad y poder para abusar de las mujeres que emplean. Diez años después de que la ONU aconsejó a Qatar que aboliera el kafala y lo reemplazara por una red laboral regulada, el sistema se sigue aplicando con total desenfado en el Líbano, Jordania y otros Estados del golfo.
Cincuenta de miles
En un artículo del diario The Guardian titulado “Every day I cry’: 50 women talk about life as a domestic worker under the Gulf’s kafala system” se muestra la realidad del kafala a través de las experiencias de 50 mujeres que trabajan o han trabajado bajo esas reglas. El reportaje, que se llevó a cabo durante dos años, revela las condiciones en las cuales laboran estas trabajadoras, generalmente excluidas de las leyes de protección por hacerlo en hogares privados.
Hablaron de ser deshumanizadas y tratadas como animales. Perlah, de 33 años de edad, oriunda de Filipinas, trabajó en Jordania durante dos años. Lo hizo hasta 2022 para una familia de seis personas en un piso en Ammán. Le daban una comida al día que mayormente consistía en pan y fideos instantáneos. Además, no tenía cama y dormía en el balcón del apartamento, expuesta al frío y a la vista de los vecinos.
Otra mujer, engañada con la promesa de una beca para estudiar en Omán, terminó siendo forzada a trabajar en condiciones duras sin vacaciones, sufriendo golpes y hambre. “El trabajo es duro. Limpias, lavas el auto, lavas la ropa. No tenemos vacaciones», expresa Beatrice, quien tenía 21 años cuando un reclutador –un hombre de su comunidad en Liberia– le dijo en 2021 que le habían otorgado la ayuda estudiantil.
No hay duda
En gran medida estas mujeres dependen de sus empleadores y muchas han reportado ser sometidas a violencia y abuso sexual. Además, se ven obligadas a trabajar siete días a la semana, con sus pasaportes confiscados por sus empleadores. Muchas tuvieron que pagar tarifas de reclutamiento para obtener sus trabajos. Diecinueve que trabajan actualmente o recientemente en los Emiratos Árabes Unidos denunciaron que habían sido abusadas por empleadores o agencias de reclutamiento. Un portavoz del gobierno de Qatar manifestó que ha habido una serie de reformas legales en la última década. Ahora se permite que los trabajadores migrantes cambien de trabajo sin el consentimiento de sus empleadores y se estableció un salario mínimo más alto.
Más allá de las reformas, el kafala sigue siendo aplicado y castiga penalmente el abandonar su lugar de trabajo. Tres de las entrevistadas habían sido encarceladas por fugarse de empleadores violentos. Especialistas consideran que estos son indicadores de trata de personas. La ONU la define como la explotación de personas mediante la fuerza, la coacción, la amenaza y el engaño.
“Todas las condiciones destacadas sugieren indicadores claros de trabajo forzoso u otra forma más severa de ‘servitud doméstica’. Amabas contrarias a los derechos humanos internacionales y las normas laborales”, asegura Tomoya Obokata, relator especial de la ONU sobre las formas contemporáneas de la esclavitud. François Crépeau, también ex relator especial de la ONU, dice que el sistema laboral en esos países está ideado para extraer el máximo trabajo por un costo mínimo.
Esclavitud o muerte
En países del Medio Oriente no es raro oír de muertes o desapariciones de trabajadoras domésticos. A sus familias se les dificulta acceder a la justicia o incluso obtener respuestas claras sobre la causa de la muerte. Uno de esos casos es el de de Vergie Tamfungan, de 39 años de edad, que murió en circunstancias inexplicables en una agencia de reclutamiento de los EAU. Su cuerpo fue repatriado solo después de que su historia salió publicada en la prensa.
Otros caso es el de Jullebee Ranara, una trabajadora doméstica filipina que vive en Kuwait, asesinada por el hijo de 17 años de su empleador en enero de 2023. Su cuerpo carbonizado lo hallaron en el desierto. En 2018, encontraron el cadáver de Joanna Demafelisisis en un congelador en un apartamento de Kuwait. Había estado desaparecida durante un año.
Un total de setenta mujeres bangladesíes murieron en Arabia Saudita entre 2016 y 2021; más de 50 fueron suicidios, informó el gobierno de Bangladesh. En el Líbano, dos trabajadoras domésticas mueren en promedio cada semana, según la agencia de inteligencia del país. Muchas caen de edificios durante intentos de escape o se suicidan.
A la moderna
La Agencia de la ONU para los Refugiados define la esclavitud como una sujeción excesiva por la que una persona somete a otra a una obligación o trabajo. Para la Acnur, la esclavitud no desapareció, sino que mutó y adquirió nuevas facetas. A diferencia de lo que podamos pensar, se da en muchos países y atraviesa líneas culturales, étnicas y religiosas.
La trata de personas, el matrimonio forzado, la esclavitud sexual y el trabajo infantil son las principales formas que adquiere la esclavitud moderna. Lo que no ha variado es que afecta a la población más vulnerable del planeta. Se calcula que en la mayoría de los países se da la trata de personas, ya se trate que sea el de destino, de tránsito o de origen. A las víctimas las someten a múltiples explotaciones de índole sexual, trabajos forzados, servidumbre y hasta extracción de órganos.
La agencia expone que el Informe Global sobre el Tráfico de Personas 2022, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), asegura que el número de víctimas a escala mundial descendió 11% en 2020 con respecto al año anterior, debido al menor número de detecciones en países de ingresos bajos y medios. Se cree que la pandemia redujo las oportunidades de actuación de los tratantes, pero también pudo haber mermado la capacidad de las autoridades para detectar a las víctimas.
El informe detalla los conflictos bélicos vuelven a las personas afectadas mucho más vulnerables ante los delincuentes. Se ha comprobado que la guerra en Ucrania ha elevado la trata de personas en la población desplazada. La mayoría de las víctimas resultantes de los conflictos tienen su origen en países de África y Oriente Medio.
Trabajo a la fuerza
La Organización Internacional del Trabajo define el trabajo forzoso como «todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente». La mayoría de los casos de esta otra forma que adopta la esclavitud se dan en el sector privado. Acnur destaca que los relacionados con la explotación sexual comercial representan un 23% del total. Las víctimas son en su mayoría (casi cuatro de cada cinco) mujeres o niñas. Un 63% del total corresponde a sectores distintos de la explotación sexual.
La OIT calcula que hay 152 millones de niños en todo el mundo que trabajan, muchos incluso antes de aprender a leer o escribir. En ese sentido, alerta sobre el flagelo del trabajo infantil, que quita a los niños y niñas la posibilidad de desarrollar su infancia con normalidad, los aleja de la escuela y afecta a su dignidad. De acuerdo con datos de Acnur, solo 65% de los niños refugiados están escolarizados en primaria.
Muchos de estos niños que no van a la escuela tienen que trabajar para ayudar a su familia, de manera que la causa de su falta de escolarización está íntimamente ligada con el trabajo infantil. Otra causa de esta situación son los niños que están solos, sin padres ni tutores. Sin tener un respaldo familiar que les garantice el acceso a los medios básicos para su subsistencia, se ven obligados a buscarse un trabajo para sobrevivir.
El matrimonio forzado
Las Naciones Unidas consideran el matrimonio infantil y forzado una violación de los derechos humanos. Además es una práctica nociva que afecta de forma desproporcionada a mujeres y niñas, impidiéndoles vivir sus vidas libres de toda forma de violencia. El matrimonio infantil (menores de 18 años) se considera una forma de matrimonio forzado. Es una clara amenaza a su futuro, al privarles de su capacidad de decisión sobre sus vidas y hacerlas más vulnerables a la violencia, el abuso y la discriminación.
De acuerdo con datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas, cada año obligan a 14,2 millones de niñas a contraer matrimonio y a una edad muy temprana. Esto también significa la privación de su derecho a la educación. Datos de Unicef indican que más de 650 millones de mujeres vivas hoy en día se casaron cuando eran niñas; es decir, 28 niñas cada minuto. Precisa que las mujeres refugiadas son vulnerables a este tipo de matrimonios. Chad, Níger y República Centroafricana son los países con la mayor tasa de esta otra forma de esclavitud en el siglo XXI.
Medidas para erradicarlo
La Organización Internacional del Trabajo, Walk Free y la Organización Internacional para las Migraciones proponen tomar con celeridad medidas conjuntas para poder avanzar de manera significativa en la lucha contra la esclavitud moderna.
Mejorar y hacer cumplir las leyes e inspecciones de trabajo.
- Poner fin al trabajo forzoso impuesto por el Estado.
- Reforzar las medidas para combatir el trabajo forzoso y la trata de personas en empresas y cadenas de suministro
- Promover la contratación justa y ética.
- Ampliar la protección social.
- Reforzar las protecciones legales, incluida la elevación de la edad legal para contraer matrimonio a los 18 años sin excepción.
- Mayor apoyo a las mujeres, niñas y personas vulnerables.
Los especialistas aseveran que la educación es una de las mayores armas para luchar contra la esclavitud moderna. Se puede proteger a los niños y niñas del reclutamiento forzado, el trabajo infantil, la explotación sexual y el matrimonio infantil, pues les brinda conocimientos y habilidades para llevar vidas independientes y construir sus vidas.