Jürgen Habermas, Karl Popper, Ralf Dahrendorf, Heins Lubasz y otros de la denominada corriente filosofía radical, publicaron sus conversaciones con Herbert Marcuse. Un intercambio de reflexiones sobre la Teoría crítica del pensamiento, tanto marxista como del positivismo capitalista de occidente. El desafío no es lograr un justo medio entre el abandono del eros [al amor como virtud fundamental de la naturaleza humana] y el ethos representado en el consumo y la productividad como orden, más la relevancia Freudiana de la intuición del hombre como herramienta esencial de vida.
La escuela de Frankfurt
Heins Lubasz: La Escuela de Frankfurt [Institut für sozialforschung/1922] estuvo integrada por un puñado de intelectuales marxistas que hicieron de la negación, de la negatividad, su principio supremo de pensamiento. Negación en el sentido de oposición, rechazo, recusación, crítica. Sin embargo, esta negatividad había de tener -paradójicamente- resultados enormemente positivos. En el punto culminante de la Guerra Fría -años 1950 y primeros 1960- la Escuela de Frankfurt [EF] mantuvo posiciones filosóficas y políticas siguiendo dos líneas de enfrentamiento: I.-contra Occidente contribuyendo a la formación de una Nueva Izquierda –que no tenía nada en común ni con el capitalismo burgués ni con el socialismo bolchevique- y II.-negación de la dialéctica entre teoría (utopía) y mundo activo.
El hombre, como ser social es al mismo tiempo sujeto y objeto, conocedor y conocido. Tal unidad de sujeto y objeto constituye la totalidad del hombre y su mundo. El objetivismo es visto con retina crítica por la EF […]
“Es el futuro penetrado por el materialismo histórico y el presente comprimido por un cientificismo positivista. Lo que ha demostrado la historia de la humanidad es que a través de la razón de “vivir la vida” el hombre crece y evoluciona socialmente, mientras que su miedo natural a la muerte, a la oscuridad, le hace efecto a la luz, a la ilustración”
[Marcuse].
Bajo esta dialéctica propia de la EF, “la praxis sigue a la verdad, no al revés». La solidaridad sigue a la razón no al revés. Las revoluciones siguen a la razón, no lo contrario. Es un contrasentido hablar de una “razón revolucionaria”. La razón no justifica revoluciones cuando niega la vida y es expresión de oscuridad, de thanatos: Patria, socialismo o muerte liquida el instinto fundamental del hombre libre, “que ama la vida”. Y ojo, el capitalismo potencia “una solidaridad de agresión” de lucha de clases, cuando la norma es el profit (la ganancia) ¿Cuál es el justo medio?
La nueva clase obrera, la innovación y la tecnología
La trascendencia de la filosofía radical de la emancipación del pensamiento de la EF, es la búsqueda positiva de la evolución social y política concebida por Max Horkheimer, Teodoro Adorno, Habermas, o Herbert Marcuse [y su hombre unidimensional]; el lanzamiento de una nueva clase obrera.
Una nueva “infraestructura tecnológica” integrada por ingenieros, científicos naturales y especialistas del sistema de comunicación, que resulta indispensable para el funcionamiento de una sociedad avanzada. Esta «nueva clase obrera» se forma en las escuelas y universidades de las sociedades industriales desarrolladas.
Puedo comprender el enfado de Popper hacia la EF a la que, calificada casi de una “élite de decepcionados marxistas [a raíz de la llegada del nazismo alemán], donde su “teoría Crítica” no criticaba nada de nada, sino lanzaba quejas u oscuros gritos de Casandra sobre los malos tiempos que vivimos”. Creo que lo valioso del pensamiento crítico emancipador, es el rescate de la razón como instrumento de defensa de extremos nacionalsocialistas [1918-1919], o los sedimentos que impiden una posible liberación de los fracasos de la sociedad tardocapitalista, industriosa, que inmoviliza al hombre en una centralidad sistémica de propiedad, producción y consumo.
Los individuos también se hacen dóciles y domesticados cuando cohabitan en una sociedad degradada, donde la competencia hace impensable “la erotización de las relaciones laborales”. No debe existir la razón revolucionaria, decíamos.
Lo revolucionario debe venir radicalmente emancipado de muerte, miedo y oscuridad, ganado a la liberación de la miseria, la tristeza y la dominación. Esa es la ruta del verdadero hombre nuevo. El individuo libre por ser creador, innovador, bien comunicado. El estado como facilitador. La tecnología como instrumento esencial, donde el capitalismo en términos de eros y ethos, amor y ética, abre puertas a la oportunidad.
El ser y la nada, emancipación crítica
Basado en L’Étre et le Neant [El ser y la nada] de Sartre, Marcuse saludó las movilizaciones como expresión de resistencia, al estado superior y a la gris cotidianeidad del trabajo y el consumo, indagando una nueva forma de vida. Parafraseando a Sartre y Marcuse, la dimensión estética de la verdadera consideración de la naturaleza del hombre es negarse a ser instrumento de la nada.
El fracaso representado de lo vivido en Venezuela es vivir en la nada, en la anomia. La praxis, la realidad sigue a la verdad. Y la verdad ha sido la condena al miedo, la opacidad y la nada a la que se ha sido sometido el pueblo venezolano.
La emancipación del pensamiento a través de lo humano y lo social, demanda la impostergable superación del estado catastrófico, opresor y ausente, mediante la revolución racional de la innovación. Es el alumbramiento de la nueva clase obrera tecnológica. Y a partir de tal comprensión de la emancipación crítica del pensamiento seremos libres.
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