Si algo ha caracterizado el mandato de Donald Trump es la polémica. Se trata de algo que va más allá, incluso, de su propia figura o de las elecciones que finalmente perdió. La ejecución de Lisa Montgomery, la primera mujer en ser sentenciada a la pena de muerte en casi 70 años, ha sido uno de los últimos hitos la gestión del republicano en la Casa Blanca. Y sobre este asunto, la sociedad estadounidense también está muy dividida.
El 13 de enero, Lisa Montgomery, de 52 años de edad, se convirtió en la primera mujer ejecutada en Estados Unidos en los últimos 67 años. Era la única reclusa en el llamado «corredor de la muerte». Se le condenó por asesinato. La sentencia se cumplió. Le administraron una inyección letal en la Penitenciaría Federal de Terre Haute, Indiana.
Sus abogados siempre argumentaron en su defensa que había sufrido abusos extremos desde su infancia y que estaba mentalmente enferma. Solicitaron que se le diera una sentencia conmutada, para cumplir cadena perpetua en lugar de la pena de muerte.
Una polémica de nunca acabar
El caso de Lisa Montgomery reaviva la polémica sobre la pena de muerte. No es un tema sencillo. No solo implica su efectividad para reducir la tasa de criminalidad, sino también involucra temas sensibles de tipo moral, cultural y religioso.
Amnistía Internacional registra que 56 países del mundo mantienen en sus legislación la pena de muerte. De ellos, 28 países llevan al menos una década sin llevar a cabo ejecuciones.
En España, la Constitución de 1978 abolió la pena de muerte, excepto en los casos que la legislación militar establecía en tiempo de guerra. El Código Penal Militar establece la pena de muerte para casos de traición, rebelión militar, espionaje, sabotaje o crímenes de guerra. El 1995 se abolió finalmente también la pena de muerte de la legislación militar. Adicionalmente, el 16 de diciembre de 2009, España ratificó el Protocolo Nº 13 a la Convención Europea de Derechos Humanos, que establece la abolición de la pena de muerte en cualquier circunstancia.
La pena de muerte en Estados Unidos
En Estados Unidos la Corte Suprema reafirmó en 1976 la constitucionalidad de la pena de muerte. Desde entonces, más de 1.480 personas han sido ejecutadas, sobre todo mediante una inyección letal. Eran personas blancas (55,9%), negras (34%), hispanas (8,5%) y de otras razas (1,6), según un reporte de la organización Death Penalty Information Center.
Debido al sistema de gobierno federal, la pena de muerte no es legal en todos los estados. Actualmente, 28 la permiten. En 2019, Nueva Hampshire se convirtió en el vigésimo primer estado en abolirla. Ese mismo año, en California, donde hay el mayor número de personas en el «corredor de la muerte», el gobernador Gavin Newsom firmó un decreto para aplazar las ejecuciones. Tras suscribir el documento dijo que quiere prohibir las ejecuciones en el estado. «Moralmente no puedo permitir que se mantengan», subrayó.
En Estados Unidos la pena capital es legal a nivel federal por asesinato, traición, espionaje, piratería, ciertos delitos de tráfico de drogas o el intento de asesinato de un miembro del jurado, oficial de la corte o testigo en alguna situación.
El crimen de Lisa Montgomery
Lisa Montgomery fue condenada por matar a Bobbie Jo Stinnett, de 23 años de edad, en la ciudad de Skidmore, en el noroeste de Misuri, en diciembre de 2004. Usó una cuerda para estrangular a Stinnett, que estaba embarazada de ocho meses. Luego cortó a la niña del útero con un cuchillo de cocina, dijeron las autoridades. Se llevó a la niña con ella e intentó hacerla pasar por suya. En la pequeña comunidad de Skidmore, hay poca simpatía por ella. Muchos creen que los momentos finales de Bobbie Jo Stinnett fueron tan horribles que la sentencia de muerte está justificada.
Solicitud de clemencia
Pero los abogados de Lisa Montgomery aseguran tenía un daño cerebral, una enfermedad mental grave y sufrió una vida de tortura sexual. A finales de diciembre presentaron una petición al Presidente en la que argumentaban que después de una vida de abuso y tortura, Montgomery estaba demasiado enferma mentalmente como para ser ejecutada, que merecía misericordia. Aseguraron que en el momento del crimen estaba en estado psicótico y fuera de contacto con la realidad.
Desde 2008, Montgomery había estado recluida en una prisión federal para reclusas con necesidades médicas y psicológicas especiales en Texas, donde recibió atención psiquiátrica. Estuvo bajo vigilancia de suicidio en una celda aislada.
No más pena de muerte
La ejecución de Lisa Montgomery, a pocos días de finalizar la presidencia de Donald Trump, abrió otro boquete político. Joe Biden se opone a la pena de muerte y ha dicho que trabajará para que sea abolida. En su campaña Biden abogó por eliminar la pena de muerte. También ofreció otorgar incentivos a los estados, presumiblemente fondos federales, para abolir sus leyes de pena capital. Por su parte, Kamala Harris ha sido una firme opositora a la pena de muerte desde hace mucho tiempo en California.
Sería un cambio radical no solo con respecto a Trump sino a sus predecesores de ambos partidos. El Partido Demócrata aprobó la pena de muerte en 2012 y solicitó su abolición en 2016. Desde julio de 2020, cuando el Gobierno de Estados Unidos puso fin a una pausa de 17 años en las ejecuciones, ha habido cerca de 13 ejecuciones.
El 16 de enero, Dustin Higgs, un preso condenado a muerte en Indiana, fue el último ejecutado durante la presidencia de Trump, pocos días antes de dejar el cargo. Falta ver hasta dónde cumplirá Joe Biden su oferta electoral. En ese caso, Lisa Montgomery podría ser la última mujer ejecutada.
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