Por Andrés Tovar
04/05/2017
Todos hemos conocido a personas que han logrado ser feliz después de una pérdida, o seguro hemos pasado por lo que parece ser una situación personal -ya sea familiar, laboral o de pareja- que pareciera no tener solución. Ante estos escenarios, son innumerables los libros, manuales, artículos, conferencias y más que intentan ofrecer perspectivas útiles para el bienestar, la mayoría provenientes de personas relacionadas con la psicología, la religión o las prácticas holísticas. Por eso, cuando alguna de estas «fórmulas» para la felicidad proviene de una rama más «terrenal» como la tecnología o las finanzas, resulta muy interesante por lo distinto que puede aportar.
Este es precisamente el caso de Mo Gawdat, director de negocios en Google X, quien recientemente ha sido noticia gracias a su «ecuación para la felicidad» -sí, así como suena- obtenida, revela, cuando su hijo de 21 años de edad murió inesperadamente durante una apendicectomía de rutina. El también ingeniero está compartiendo su modelo con el mundo en un libro titulado «Resuelve para ser felíz: Desarrolla tu camino a la alegría» (Solve for Happy: Engineer Your Path to Joy), planteándose como objetivo «hacer a 10 millones de personas más felices, como un tributo a su hijo».
En el libro, Gawdat explica que venía luchando contra la depresión, incluso antes de 2014, cuando Ali, su hijo, murió en un hospital de Dubai. Una aguja de dióxido de carbono, por lo general usado para crear espacios en la cavidad abdominal, fue empujada demasiado profundo en el cuerpo de su hijo, entrando en una arteria principal. Años antes de eso, Gawdat habían hecho esfuerzo para superar la pérdida estudiando por si mismo manuales de psicología, libros, y documentales, la misma forma con la cual ganó una inmensa fortuna como desarrollador de software. Allí aprendió por experiencia, explica, lo que las encuestas han demostrado ya: que después se cubren las necesidades de una persona, más riqueza no conducirá a una mayor felicidad. En todo caso, agrega, la relación causal se invierte: ser feliz hace que la gente sea más productiva y exitosa, citando una investigación de la Universidad de Warwick.
Un día, relata el ingeniero, en una conversación con su madre sobre su depresión persistente, Gawdat reconoció «un defecto en su forma de pensar acerca de la felicidad. Había estado utilizando los parámetros equivocados en el enfoque; la felicidad no era algo que una persona llega por una suma de otros logros. En álgebra, las ecuaciones se pueden resolver de muchas maneras. Si A = B + C, por ejemplo, entonces B = A- C. Si intenta despejar A, debe buscar los valores de los otros dos parámetros B y C, y si se trató de resolver para B, estaría tomando diferentes medidas. El parámetro que elija para resolver cambia drásticamente su enfoque a la solución. Lo mismo pasa cuando se decide resolver ser feliz».
La ecuación que Gawdat llegó a trabajar, como le dijo a The Guardian, fue la siguiente: «La felicidad es mayor que o igual a su percepción de los acontecimientos en su vida, menos su expectativa de cómo la vida debe comportarse«.
En resumen, Gawdat cree que nuestra emoción por defecto (claro, cuando no tenemos hambre y no estamos en peligro) es la felicidad. Sin embargo, a medida que maduramos, la vida conspira para atascar nuestros «procesadores cerebrales» elaborados con ilusiones acerca de lo que debemos hacer, de cómo es o se ve la felicidad y de lo que importa. «La presión de los padres o de la sociedad, el sistemas de creencias y las expectativas injustificadas vienen a ‘sobrescribir’ algunos de los programas originales».
Esto conduce a la confusión, la infelicidad y el dolor, un estado de cosas que Gawdat dice se puede «depurar» a través de un pensamiento más claro y una comprensión Zen de nuestro «ahora». Su ecuación de la felicidad, asegura, permite a una persona a identificar las expectativas mal concebidas que estén proyectando sombras sobre lo que la vida es realmente. De hecho, «Resuelve para ser felíz…» no discute la felicidad directamente, sino que se describe como un manual «para poner fin al sufrimiento y ayudar a que una persona pueda volver a un estado natural de felicidad más profunda y fundamental».
Gawdat ve la felicidad, o la reducción del sufrimiento, como «opciones que uno toma (…) el dolor que siento por mi hijo perdido estará siempre allí, pero no puedo avanzar en la vida con pensamientos que rodean y profundizan esa angustia. Eso requiere un compromiso y un esfuerzo continuo; de la misma manera que necesitamos ejercicio para mantenernos en forma, el trabajo constante en la solución de la ecuación de la felicidad, literalmente; la comparación de las expectativas a lo que es real todos los días, y, con suerte, con el tiempo, llegar a un estado de calma y bienestar». En este sentido, Gawdat tira de una serie de escuelas de pensamiento y religiones, incluyendo el taoísmo, el islam, y la filosofía y la metafísica, para construir sus argumentos.
La escritura en sí es más fuerte, sin embargo, cuando Gawdat recuerda a Ali, y cuando reproduce las conversaciones internas que todavía tiene con su hijo (las cursivas son suyas e indican a su hijo):
Nadie debe morir a una edad tan joven.
¿Es eso cierto? Jóvenes mueren por miles cada hora de cada día.
Mi vida se detendrá con la tuya.
Oh, ¿es cierto? La vida se detiene para nadie. Estarás aquí hasta que sea el momento de irse. Será mejor que se comportes con esto en mente.
Y después:
No puedo vivir con ésto. Me va a torturar durante años.
¿Es eso cierto? Vas a vivir, y el tiempo pasa. Los días serán largos, y los años van a ser cortos. En muy poco tiempo mirarás hacia atrás y te preguntarás: “¿Realmente ha pasado tanto tiempo desde que se fue?”
«Resuelve para ser felíz…» tiene también un sitio en Internet (en Inglés), lleno de estas reflexiones.