Desde su irrupción en la sociedad, Internet ha abierto un asombroso abanico de posibilidades, pero con el pasar del tiempo se ha hecho cada vez más homogéneo y controlado, con serias implicaciones para la seguridad y la resistencia de la red en su conjunto. Inspirados en la conservación ecológica que busca restaurar ecosistemas saludables y biodiversos, expertos sugieren emprender un rewilding de Internet para devolverle su esencia originaria con un enfoque más ambicioso y tolerante al riesgo de la conservación tradicional. En lugar de simplemente preservar lo que queda, la idea es revitalizar completamente los ecosistemas digitales, alejándose de la centralización y el control. El fin es fomentar una red más diversa y cooperativa.
Comparan lo sucedido en Internet con la historia de la silvicultura científica en Prusia y Sajonia, donde bosques enteros fueron resembrados con árboles de una misma especie, en hileras ordenadas, con el sueño de la obtención de riquezas. Sin embargo, al perder la fuerza que le daba su diversidad, se volvieron vulnerables y menos resistentes. Aseguran que al igual que esos árboles la red también ha perdido la diversidad y robustez originales.
Su meta es una web en la que la creatividad y la innovación se desarrollen en una variedad de entornos digitales. Que la información no esté atrapada en unas pocas plataformas dominantes y que la libertad de expresión sea verdaderamente plural. Esta visión utópica, aunque desafiante, es el objetivo de este movimiento de rewilding que está ganando fuerza entre los pensadores de la tecnología.
Ya no es lo mismo
Quienes diseñaron Internet, la mayoría procedentes del mundo académico, aunque algunos trabajaron en el entorno del Departamento de Defensa y consultoras asociadas, buscaron desde un comienzo la construcción de una red informática abierta y sin trabas. Que tuviera protocolos comunicables y una estructura que permitiera añadir nodos sin cambiar la configuración básica del sistema.
Esa cultura de libertad estaba inspirada en los principios de la investigación y en la práctica de compartir los resultados con los colegas. El juicio de la comunidad informática académica sobre la contribución de cada uno era la recompensa más importante. Cada aplicación que se publicaba en la red estaba bajo el escrutinio público, con lo cual el pensamiento colectivo se fue profundizando y la capacidad tecnológica de la red ampliando y haciéndose más fácil de utilizar. De esta manera se generalizó el uso de Internet, primero en círculos de hackers y estudiantes de las universidades más avanzadas, hasta llegar a los más de 400 millones de usuarios en la actualidad.
Cuando tuvo un pleno desarrollo tecnológico y una base de usuarios suficientemente amplia, una generación de empresarios lo utilizó como nueva forma de hacer negocio, llevando su uso a todos los ámbitos de la economía y, por tanto, de la sociedad. Especialistas afirman que si la investigación académica inventó Internet, la empresa fue la que lo difundió en la sociedad, tres décadas más tarde. Pero entre los dos procesos ocurrió la apropiación, transformación y desarrollo de la red por dos culturas de libertad que fueron decisivas en su tecnología y en sus aplicaciones: la cultura hacker y las comunidades contraculturales, que plasmaron su autonomía en la tecnología, estructura y usos de la red.
En pocas manos
Esa compleja red de interacciones humanas que prosperó en la diversidad tecnológica inicial de Internet ahora se circunscribe a solo extracción de datos y motores de búsqueda que hacen grandes fortunas para unos pocos. Ese espíritu de libertad que inspiró su nacimiento y consolidación se ha ido perdiendo entre intereses políticos y económicos, principalmente estos últimos. Unas pocas empresas ejercen un control férreo, pero intangible de nuestras interacciones en línea, de la información que compartimos, de lo que comunicamos, lo que compramos y de nuestra actividades en ese mundo virtual.
Google, Microsoft, Facebook, Apple y Amazon, entre otras, recopilan una cantidad masiva de datos sobre cada uno de nosotros. Utilizan algoritmos y técnicas de análisis de datos sofisticados para crear perfiles detallados de cada usuario, lo que les permite personalizar la publicidad y los servicios que ofrecen. El problema surge cuando esta información es utilizada de manera inapropiada o incluso con fines lucrativos a costa de la privacidad de los usuarios. Estas empresas a menudo comparten o venden nuestros datos a terceros, lo que plantea serias preocupaciones sobre la privacidad y la seguridad en línea. A través de algoritmos también priorizan ciertos contenidos sobre otros para influir en nuestra forma de pensar, actuar y consumir información en línea.
Un buen ejemplo del mal ejemplo
En la actualidad, 88% de todas las búsquedas se realizan en Google, en parte porque existen contratos que hacen que sea el buscador predeterminado en muchas computadoras y teléfonos. En un artículo publicado en 2020 en The Washington Post, el periodista Geoffrey Fowler exploró cómo la empresa afecta a los usuarios. Explica que sin darnos cuenta, el sitio web más utilizado de Internet ha venido empeorando.
Asegura que en demasiadas consultas, Google está más interesado en lograr que la búsqueda sea lucrativa que en conseguir el mejor producto para nosotros. Hay cada vez más espacio dedicado a anuncios que parecen resultados de búsquedas. Más resultados comienzan con “fragmentos” de respuestas —a veces incorrectos— extraídos de otros sitios. Y cada vez más, los resultados te remiten de vuelta a las propiedades de Google, como Maps y YouTube, donde puede a su vez mostrar más anuncios y recopilar más datos personales.
Denuncia que Google puede sepultar mejores resultados cuando eso le ayuda a ganar dinero o a darle prioridad a otro de sus servicios. Puede llegar a comportarse como un terrible asistente de compras que llena tu guardarropa con cualquier camiseta que gane la comisión más alta.
En comparación con el año 2000, ahora hay que deslizar seis veces más hacia abajo la página para llegar al primer enlace real y no pagado a un sitio web externo. Google domina las búsquedas en línea, lo que le otorga un control significativo sobre la información a la que accedemos. Esto puede afectar nuestra percepción del mundo y limitar la diversidad de fuentes. Utiliza nuestros datos personales para dirigir anuncios específicos. Aunque esto permite servicios gratuitos, también plantea preocupaciones sobre la privacidad y la manipulación de la información que vemos.
El monopolio dificulta la competencia en el mercado de búsquedas. Otras empresas tienen dificultades para competir debido a su posición dominante. Aunque existen otras opciones de motores de búsqueda, la mayoría de las personas siguen utilizando Google. Esto limita la diversidad y la innovación en el espacio de búsqueda en línea.
Recuperar la red
Reconstruir Internet requiere un marco y un plan. Reconoce que poner fin a los monopolios de Internet no es solo un problema intelectual. Es también emocional. nos hace preguntarnos ¿cómo seguimos adelante cuando los monopolios tienen más dinero y poder? o ¿cómo actuamos colectivamente cuando toman nuestros espacios comunitarios, fondos y redes? Quienes se preocupan por el control de Internet a menudo se les dice que son nostálgicos. Es difícil regenerar una infraestructura abierta y competitiva para las generaciones más jóvenes que suponen que Internet son dos o tres plataformas, dos tiendas de aplicaciones, dos sistemas operativos, dos navegadores, una nube/mega-tienda y un solo motor de búsqueda para el mundo.
El rewilding de Internet implica reevaluar las estructuras existentes. Se trata de fomentar la aparición de nuevos actores y plataformas que puedan ofrecer alternativas a los gigantes tecnológicos que actualmente dominan la red.
Desde una perspectiva más técnica, también implica apoyar la interoperabilidad entre sistemas y protocolos, permitiendo una mayor diversidad de servicios y aplicaciones que enriquezcan la experiencia de los usuarios y promuevan la competencia saludable en el mercado digital. Esto significa romper con las cadenas de la dependencia tecnológica y abrir espacio para la experimentación y la innovación.
En un mundo donde la privacidad y la seguridad digital son cada vez más vulnerables, el rewilding de Internet puede tener implicaciones importantes en la protección de los datos y la autonomía de los usuarios. Al descentralizar el control sobre la información personal, se puede reducir el riesgo de abusos y vulneraciones de la privacidad. Se empodera a los individuos para tomar decisiones informadas sobre su presencia en línea.
Cuidado, estamos en reconstrucción
Internet no está regresando a las interfaces comunes de la vieja escuela o a organizaciones que operan sus propios servidores de correo nuevamente en lugar de soluciones estándar. Pero hay indicios de que algo de lo que se busca ya está aquí. Ejemplos de esto son el resurgimiento de fuentes RSS, boletines de correo electrónico y blogs, a medida que descubrimos que confiar en una aplicación para alojar conversaciones globales crea un único punto de falla y control. También están creciendo nuevos sistemas como el Fediverso con sus islas federadas, o Bluesky con elección algorítmica.
Un internet reconstruido tendrá muchas más opciones de servicio. Algunos servicios como la búsqueda y las redes sociales se dividirán. En lugar de que las empresas tecnológicas extraigan y vendan datos personales de personas, con diferentes modelos de pago se financiará la infraestructura que se necesita. En este momento, hay poca disposición para bienes públicos como protocolos de Internet y navegadores, esenciales para hacer que Internet funcione. Las mayores empresas de tecnología los subsidian e influyen profundamente.
Parte de la reconstrucción requiere que paguemos los verdaderos costos de la conectividad. La conectividad básica se hará de manera directamente, pero otras, como los navegadores, será de manera indirecta pero transparente. Especialistas destacan que habrá una gran cantidad de formas de conectarse y relacionarse entre sí. No solo uno o dos números para llamar si los líderes de un golpe político deciden cerrar Internet en medio de la noche. Aseguran que ninguna entidad estará permanentemente en la cima y que la red será un lugar más interesante, utilizable, estable y agradable para estar.
Cero monopolio
Las regulaciones y controles legales también son vitales para alcanzar la meta. La mejor manera de lidiar con los monopolios es evitar que sucedan. Pero a menos que los reguladores y los ejecutores erradiquen el dominio existente de estos gigantes ahora, el monopolio de infraestructura durará décadas. Deben aplicarse políticas gubernamentales vigorosas y procompetitivas en torno a adquisiciones, inversiones e infraestructura física. Las universidades deben rechazar la investigación financiación de empresas tecnológicas porque siempre viene con condiciones, ambas habladas y tácito.
Debe ser prioridad la investigación tecnológica financiada con fondos públicos con hallazgos difundidos públicamente. Dicha investigación debería indagar sobre la concentración de energía en el ecosistema de Internet y las alternativas prácticas que hay. Necesitamos reconocer que gran parte de la infraestructura de Internet es una utilidad de facto de la que debemos recuperar el control.
Otro paso que se debe dar es en el sentido de aumentar los incentivos regulatorios y financieros. Igualmente apoyar la gestión de recursos comunes, redes comunitarias y otros mecanismos de colaboración utilizados para proporcionar bienes públicos esenciales como carreteras, defensa y agua limpia. En suma, el rewilding une todo lo que sabemos que necesitamos hacer y trae consigo una caja de herramientas y una visión completamente nuevas.