China ha sido durante mucho tiempo una pieza fundamental en el engranaje de la economía global. Las expectativas para este año, apuntaban a que el gigante asiático impulsaría un tercio del crecimiento económico mundial este año, por lo que su dramática desaceleración en los últimos meses está inquietando a los líderes, a los mercados e inversionistas internacionales.
Algunos analistas advierten que por primera vez en décadas, la segunda economía del mundo es en sí misma el problema.
La preocupación surge porque, después de un rápido aumento de la actividad a principios de este año tras el levantamiento de los bloqueos remanente de la pandemia, el crecimiento se está estancando. Los precios al consumidor están bajando, la crisis inmobiliaria se está profundizando y las exportaciones están en declive. El desempleo entre los jóvenes ha empeorado tanto que el gobierno no publica los datos.
Además, el índice Hang Seng (HSI) de Hong Kong entró en un mercado bajista, cayendo más del 20% desde su reciente pico en enero. La semana pasada, el yuan chino descendió a su nivel más bajo en 16 años, lo que llevó al banco central a hacer la mayor defensa de la moneda de su historia. Al fijar una tasa de cambio frente al dólar mucho más alta que el valor de mercado estimado.
En el complejo escenario, los inversores globales han retirado más de 10.000 millones de dólares de los mercados bursátiles de China, reseña Time. Y la mayor parte de esa cantidad se ha vendido en acciones de primera línea. Goldman Sachs Group Inc. y Morgan Stanley han recortado sus objetivos para las acciones chinas, y el primero también advirtió sobre riesgos de contagio al resto de la región.
La desaceleración de la economía de China
Las autoridades se están preparando para un golpe a sus economías a medida que disminuyen las importaciones chinas de todo. Desde materiales de construcción hasta productos electrónicos. Caterpillar dice que la demanda china de máquinas utilizadas en las obras de construcción es peor de lo que se pensaba. Mientras, Joe Biden calificó los problemas económicos de China como “bomba de tiempo”.
En las últimas semanas no solo se habla de la desaceleración de la economía en China sino de la presencia de deflación. Es decir, el fenómeno contrario a la Inflación que consiste en la caída generalizada y prolongada del nivel de los precios de bienes y servicios.
Por lo general, la deflación es causada por la disminución de la demanda, lo cual representa un problema mucho más grave que la inflación. Esta contracción de la demanda significa una merma general de la economía.
La falta de medidas decididas para estimular la demanda interna y los temores de contagio han desencadenado una revisión de calificaciones de crecimiento. Varios bancos de inversión están recortando sus pronósticos sobre el crecimiento de la economía de China a menos del 5%.
«Rebajamos el pronóstico de crecimiento del PIB real de China. A medida que la crisis inmobiliaria se ha profundizado, la demanda externa se ha debilitado aún más. Y el apoyo político ha sido menor de lo esperado», escribieron los analistas de la UBS según CNN.
Los investigadores de Nomura, Morgan Stanley y Barclays habían recortado previamente sus previsiones. Eso significa que China podría incumplir significativamente su objetivo de crecimiento de 5%. El mismo primer ministro chino, Li Qiang, ve difícil que para fines de 2023 el país logre la meta. Un modesto crecimiento desde el 3% con el que cerró en 2022, uno de sus peores desempeños en décadas.
Bonos, deudas, impagos y crisis inmobiliaria
Está muy lejos de la crisis financiera global de 2008, cuando China lanzó el mayor paquete de estímulo del mundo y fue la primera economía importante en salir de la crisis. También es un cambio respecto de los primeros días de la pandemia, cuando China era la única economía desarrollada importante que evitó una recesión. Entonces, ¿qué salió mal?
La economía de China ha estado estancada desde abril, cuando se desvaneció el impulso de un fuerte comienzo de año. Pero las preocupaciones se han intensificado este mes. Tras los impagos de Country Garden, que alguna vez fue el mayor desarrollador del país por ventas de propiedades y Zhongrong Trust, una de las principales empresas fiduciarias.
Los informes de que Country Garden había incumplido los pagos de intereses de dos bonos en dólares asustaron a los inversores. Y reavivaron los recuerdos de Evergrande, cuyos impagos de deuda en 2021 marcaron el inicio de la crisis inmobiliaria. Si bien Evergrande todavía está atravesando una reestructuración de su deuda, los problemas en Country Garden generaron nuevas preocupaciones sobre la economía china.
Pekín ha implementado una serie de medidas de apoyo para reactivar el mercado inmobiliario. Pero incluso los actores más fuertes están al borde del default, lo que subraya los desafíos que enfrenta Pekín para contener la crisis. Según The Guardian las autoridades chinas han presionado a economistas locales de alto perfil para que eviten discutir las tendencias negativas de la economía, incluida la deflación.
Jim Reid, estratega del Deutsche Bank, dijo que los últimos datos comerciales resaltaban que la economía china estaba siendo «arrastrada hacia abajo por la debilidad de la demanda global y una desaceleración interna».
EE UU restringe que el conocimiento y el dinero fluyan a China
El gobierno de Biden detalló nuevas reglas que limitan las inversiones estadounidenses en industrias de tecnología avanzada en China. En un esfuerzo por proteger la seguridad nacional en un momento de mayor tensión con Pekín.
Las nuevas reglas impondrían restricciones a las inversiones de empresas estadounidenses de capital privado y de riesgo. Así como a empresas conjuntas, en inteligencia artificial, computación cuántica y semiconductores chinos. Las reglas estarán sujetas a un período de comentarios públicos.
Las restricciones, que llevan mucho tiempo en proceso, tienen como objetivo impedir que el conocimiento y el dinero estadounidenses fluyan a China. Y a la vez limitar la cantidad de tecnología de punta disponible para el ejército chino. Los funcionarios que anunciaron la medida enfatizaron repetidamente que su objetivo era limitar la ayuda del capital estadounidense al ejército de China, no dañar la economía de China.
“Esta es una acción de seguridad nacional, no económica. Reconocemos el importante papel que desempeñan los flujos de inversión transfronterizos en la vitalidad económica de EE UU. Y esta orden ejecutiva (está) protegiendo estrechamente nuestros intereses de seguridad nacional”, dijo un funcionario bajo anonimato.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de China señaló que había “presentado una severa protesta” ante EE UU sobre las propuestas de restricciones a la inversión. Calificándolas de “acto flagrante de coerción económica e intimidación científica y tecnológica” cuyo “verdadero propósito” era “privar a China de su derecho al desarrollo”.