Por Andrés Tovar
03/01/2017
En un intento de restaurar una apariencia de equilibrio entre la vida laboral y personal, las empresas francesas con más de 50 empleados están obligadas a garantizar a los trabajadores el «derecho de desconectarse» de la tecnología cuando salen de la oficina en la noche.
La ley, que entró en vigor el 1 de enero y tiene poco claras las disposiciones de aplicación, establece la obligatoriedad para las empresas de «empezar las negociaciones para definir los derechos de los empleados a ignorar sus teléfonos inteligentes» escribe AFP. Es parte de una serie de nuevas medidas introducidas en mayo de 2016 que hacen que sea más fácil para las empresas francesas contratar y despedir trabajadores, un esfuerzo por reducir la tasa de desempleo del 10% del país. Mientras que los proyectos de ley han provocado protestas de los defensores de los trabajadores, la «ley de la desconexión» ha obtenido un amplio apoyo.
Puede parecer irónico que un país donde sus trabajadores promedio trabajan unas 35 horas laborales a la semana y tienen vacaciones extralargas clamen por un tiempo de inactividad adicional. No obstante, Francia merece felicitaciones para hacer frente a lo que muchos han hecho caso omiso: La difuminación entre el trabajo y la vida familiar. (Ya en Japón, el exceso de trabajo lleva al suicidio). Lo ciertos es que llevamos nuestro trabajo con nosotros en todas partes, a través de los ordenadores portátiles y los teléfonos inteligentes. Nos hizo las cosas mucho más fáciles, pero también nos obligó a estar «siempre accesibles, al instante», una nueva cultura que deja poco tiempo para desconectar y reiniciar el sistema, dando lugar a mayores niveles de desgaste profesional, estrés y relaciones tensas, por no decir dañadas.
«Los empleados dejan físicamente la oficina, pero no dejan su trabajo (…) Ellos permanecen unidos por una especie de correa electrónica, como un perro. Los mensajes al móvil y el correo electrónico ‘colonizan’ la vida del individuo hasta el punto en que él o ella finalmente se rompen» opinó el político francés Benoit Hamon, consultado por la BBC sobre la ley, con una posición radical sobre el tema.
Las empresas francesas no son los únicas que han dibujado límites en torno al correo electrónico de los empleados. A partir de 2011, los servidores de Volkswagen no envían o reciben mensajes de correo electrónico desde los teléfonos inteligentes propiedad de la compañía entre 18:15 y 7 de la mañana los días laborables y fines de semana (aunque la política sólo se aplica a los empleados a tiempo completo con contratos negociados por los sindicatos en Alemania, y no a los ejecutivos de alto nivel).
En 2012, el CEO de la firma de tecnología Atos, Thierry Breton, anunció planes para prohibir todo el correo interno después que un «programa de bienestar» laboral encontró que los empleados pasan de 15 a 20 horas a la semana suprimiendo los mensajes de respuesta. Y en 2013, el ministro de Trabajo alemán limitó la comunicaciones electrónicas después de la horas laborales de su departamento a «sólo casos excepcionales».
¿Un debate global?
A menos de que consiga trabajo en Francia este año, la mayoría de nosotros no estará recibiendo esos beneficios por lo pronto. Pero podemos hacer nuestros propios límites. La fundadora del Huffington Post y autoproclamada «gurú del bienestar laboral» Arianna Huffington tiene una serie de sugerencias en este sentido, incluyendo poner distancias físicas entre la cama y el teléfono inteligente. El blogger Andrew Sullivan ha compartido una advertencia de los peligros de la sobrecarga de la tecnología. Y Catalina Steiner Adair, psicóloga clínica y autora de La gran desconexión, ha esbozado algunas formas de desenchufarse en momentos clave, como cuando sus hijos necesitan su atención.
Lo cierto es que el movimiento de la «desconexión» francesa seguro generará nuevos debates sobre las reglas básicas de la vida laboral. «Incluso fuera de Francia, la nueva ley levantará conversaciones sobre la flexibilidad del lugar de trabajo, y lo que se espera de los empleados después de horas» dice Anna Cox, profesor de la Universidad College de Londres.
«Algunas personas quieren trabajar algunas horas en la noche, pero quieren poder tener la posibilidad de desconectarse cuando van a recoger a sus hijos y están cocinando la cena» dijo Cox dijo a la AFP.
El diablo, así como Dios, está en les détails.