Por esta época del año, las lluvias y las bajas temperaturas se apropian de buena parte del territorio ecuatoriano. En esta ocasión, los chubascos continuos por casi 24 horas, derivaron en un impetuoso aluvión que impactó los barrios altos de La Gasca, La Comuna y Pambachupa, en la zona noroccidental de Quito. Se reportan 26 muertos, 53 heridos y una docena de desaparecidos.
Luego de las incesantes lluvias, un aparatoso torrente de lodo, piedras y ramas de árboles bajó desde los bosques por las laderas de la montaña Ruco Pichincha hasta los asentamientos urbanos. Arrasando con todo a su paso: viviendas, vehículos, motocicletas y, lamentablemente personas.
No se descarta que el número de fallecidos aumente a medida que los grupos de rescate y las autoridades hagan las labores de limpieza en la zona. El alud desenfrenado de espeso lodo afectó a unas 348 personas y dañó más de 38 viviendas, comercios y 15 vehículos volcados aún sin rescatar. Las autoridades han desplegado unos 2377 efectivos de protección civil, bomberos y policías. Y helicópteros que supervisan el alcance del desastre y las ayudas a las comunidades.
El aluvión inhabilitó 40 vías y algunos servicios públicos, entre ellos el eléctrico, al caerse postes y redes de distribución.
Días antes de este extenso aguacero, el organismo meteorológico de Ecuador, el Inamhi, había pronosticado lluvias, días nublados y temperaturas entre 8 y 16ªC. Para todas las regiones (insular, litoral, sierra y amazonía). Pero no alcanzó a prever su magnitud.
Una imagen satelital mostró el lugar de la quebrada El Tejado, situada bajo los picos de la montaña donde se ubica el Teleférico, y justo más arriba de la cancha de la Comuna, donde murió la mayor cantidad de personas.
Quito en emergencia por aluvión
Imelda Pacheco contó que la casa de tres plantas donde empezó a moverse como en un terremoto. Mientras afuera caía un fuerte aguacero acompañado de un inusual y ensordecedor estruendo. De repente caudales de lodo y piedras empezaron a meterse por las puertas y ventanas del primer piso y sólo atinó a correr hacia la terraza.
“Apenas tuve tiempo de agarrar de la mano a mi hijo de cuatro años y corrí a las escaleras. De un momento a otro las paredes de adelante y de un costado desaparecieron. Gritábamos a las vecinas del primer piso, pero el agua se las llevó a la madre y a la hija”, dijo Pacheco a The Associated Press. “Seguíamos gritando a los vecinos de las casas cercanas, pero el estruendo del lodo y el aguacero no dejaba oír nada”.
Aseguró que la calle se había convertido en un río turbulento, con olas de más de dos metros y donde se escuchaban gritos desesperados.
El alcalde de Quito, Santiago Guarderas, detalló la avalancha del aluvión. “La tempestad alcanzó un récord con 75 litros por metro cuadrado. Por lo que la acumulación de agua sobresaturó el suelo y se produjo el aluvión. Uno de los embalses construidos para captar el agua de lluvia en la montaña, con capacidad de 4.500 metros cúbicos, se desbordó porque se calcula una acumulación de 20.000 metros cúbicos. Esto sobrepasó la estructura y produjo el desfogue a través de la quebrada El Tejado”.
Esto, comentó, supone una cifra récord en casi dos décadas, pues un volumen de lluvias similar solo se había registrado en el 2003. Este ha sido un «fenómeno natural extraordinario».
Urbanización, deforestación, cambio climático
Las autoridades aseguran que está abierta una investigación de las causas del aluvión y su
Explicó a BBC Mundo que los cauces y quebradas que tenía Quito, especialmente en la zona noroccidental, han sido rellenados. Para permitir la construcción de edificios y obras por el crecimiento poblacional. Y esa cuenca está ahora urbanizada y pavimentada.
Esta pavimentación ha hecho que el suelo quede «impermeabilizado», dijo. Entonces cuando llueve o se desborda el agua, la tierra no absorbe. Como consecuencia, el agua fluye, añadiendo cada vez más líquido y material sólido. Quito es la ciudad más poblada de Ecuador, con más de 3 millones de habitantes en su zona metropolitana.
La deforestación ha estado descontrolada en la zona occidental de Quito, Y las faldas del volcán Pichincha que están detrás de La Gasca han perdido sus bosques protectores. «Por algo se llaman bosques protectores», agregó Bustillos, señalando que le vegetación original otorgaba una protección frente a fenómenos como los aluviones.
Ante lo ocurrido, Guarderas resaltó que se debe preparar un plan integral de protección de las laderas de la montaña que supondrá un proceso de reforestación en la zona.
Por otra parte, Inty Grønneberg, doctor en Ecosistemas de Innovación ecuatoriano, destacó que es vital tomar acciones urgentes en el corto plazo ya que un evento similar podría ocurrir en el futuro. «Si no tenemos un control certero de que no se puede construir en las laderas, ese avance (de la población) nos va a quitar la protección. En una ciudad que cada vez más va a tener lluvias y por ende, deslaves».