El gigante agroindustrial Cargill encara una nueva confrontación pública con grupos ecologistas que lo acusan de incumplir sus promesas de eliminar la deforestación de sus cadenas de suministro. La multinacional estadounidense, con ingresos récord de más de $ 165 mil millones el año pasado, es la fuerza más grande en agricultura y alimentos a nivel mundial. Al controlar cantidades masivas del mercado de soya, aceite de palma, carne, cacao y huevos, entre una larga lista de productos básicos.
En un próspero suburbio de Mineápolis circularon documentos que inculpan a la compañía privada más grande de EE UU de continuar impulsando la deforestación que provoca el calentamiento del planeta.
La entrega de los documentos fue movilizada por miembros de Stand.earth, una organización ambiental de base, fundada en 2000. Los textos coinciden con la publicación de cartas a página entera, impresas en The New York Times y Minneapolis Star-Tribune, en las que emplazan a la empresa a que deje de talar los bosques tropicales.
“El mayor impulsor de la deforestación es la agricultura”, dijo Mathew Jacobson, director de campaña del grupo. “La agricultura impulsa la deforestación, Cargill impulsa la agricultura. Entonces, si vamos a abordar la deforestación, tenemos que lidiar con Cargill”.
La última táctica de Stand.earth para tratar con Cargill es llamar públicamente a sus escurridizos propietarios y conminarlos a cumplir sus promesas reseñó Inside Climate. La familia Cargill-MacMillan, es la cuarta más rica del país, con la mayor cantidad de multimillonarios en la Tierra. Veinte miembros de la familia poseen casi el 90% de la empresa.
“No tienen una interfaz pública. Nadie le compra a Cargill. Compras en McDonald’s, compras en el supermercado y obtienes un producto de Cargill», dijo Jacobson. «La mayoría de las personas no saben quiénes son».
Cargill continúa con la deforestación
El comerciante de granos más grande del mundo, Cargill, enfrenta además un desafío legal por primera vez en EE UU por no haber eliminado la deforestación y los abusos a los derechos humanos de su cadena de suministro de soja en Brasil.
ClientEarth, una organización de derecho ambiental, presentó la queja formal en mayo. Acusando a Cargill de monitoreo inadecuado y una respuesta tardía al declive de la selva amazónica y otros biomas de importancia mundial, como la sabana del Cerrado y el Bosque Atlántico.
El caso se presentó bajo las directrices de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Argumenta que la «diligencia debida de mala calidad de Cargill aumenta el riesgo de que la carne que se vende en los supermercados del mundo se críe con la llamada soja ‘sucia'». ClientEarth dijo, según The Guardian, que esto infringe el código internacional sobre conducta empresarial responsable.
Los abogados detrás de la demanda enfatizaron la urgencia del problema porque la degradación del Amazonas se acerca a un punto de inflexión. Después del cual los científicos manifestaron que la selva tropical se convertirá en pastizales secos, emitiendo grandes cantidades de dióxido de carbono. El bioma hermano de la Amazonía, el Cerrado, ya ha perdido la mitad de su cubierta arbórea.
Laura Dowley, abogada de ClientEarth, dijo que “Cargill tiene vastos recursos a su disposición para implementar la debida diligencia. La tecnología ya está ahí. No le estamos pidiendo que haga nada para lo que no tiene los recursos. Esperamos que muestre liderazgo”.
Cargill ha prometido estar “libre de deforestación” en la Amazonía y el Cerrado para el 2025 y erradicar por completo esa terrible acción de todas sus cadenas de suministro para el 2030.
Propósito de enmienda
Respecto a las acusaciones de Stand.earth, Cargill indicó que están «extremadamente mal caracterizadas». La multinacional destacó que toma «medidas inmediatas» si encuentra alguna violación de sus políticas ambientales por parte de los proveedores.
La compañía ha estado durante mucho tiempo en el punto de mira de los grupos ambientalistas, principalmente por su papel en la tala de franjas de bosques tropicales críticos para el clima en América del Sur y el sudeste asiático. En respuesta a campañas de presión durante las últimas dos décadas, Cargill también ha obtenido grandes elogios de estos mismos grupos ambientalistas por sus éxitos en la reducción de la deforestación en dos de sus principales áreas de abastecimiento.
Cargill fue miembro fundador de Amazon Soy Moratorium, que ha reducido significativamente la deforestación en la selva tropical más grande del mundo. También es miembro de la Mesa Redonda para el Aceite de Palma Sostenible, a la que se le atribuye la reducción radical de la deforestación en el sudeste asiático.
Pero desde entonces la compañía ha caducado, dicen sus críticos, especialmente con sus promesas más recientes de eliminar la deforestación en sus cadenas de suministro. Y el compromiso de acabar con el trabajo infantil en su producción de cacao en África.
En 2014, Cargill dijo que terminaría con la deforestación en la totalidad de sus cadenas de suministro, incluida toda América del Sur y Asia, para 2020. En 2018, la compañía, junto con otras, fue multada por el gobierno brasileño por deforestación ilegal en el Cerrado. Un enorme ecosistema de sabana adyacente a la selva tropical. Al año siguiente, Cargill admitió que, junto con otras empresas que habían asumido compromisos similares, no alcanzaría su objetivo.
Promesas, destrucción y más promesas
Casi la mitad del Cerrado ahora está deforestado. “Más del 50% ha sido demolido para alimento animal y ganado y necesita ayuda desesperadamente”, sostuvo Glenn Hurowitz, director de Mighty Earth. Un grupo ambiental que no está conectado a Stand.earth, pero ha realizado un trabajo de seguimiento de los vínculos de Cargill con la deforestación.
Hurowitz señaló que hay menos protecciones gubernamentales y legales contra la deforestación en el Cerrado, lo que hace que “la acción del sector privado sea mucho más importante”.
El monitoreo satelital de Mighty Earth continúa encontrando a Cargill “impulsando la destrucción de los ecosistemas nativos en América del Sur”, agregó Hurowitz. Y señaló que la organización recientemente “atrapó a Cargill con las manos en la masa, comprando a un proveedor que había talado ilegalmente tierras protegidas en el Amazonas, en violación de la Moratoria de la Soja”.
En 2021, en la cumbre climática en Glasgow, Cargill, junto con otros gigantes agrícolas, se comprometió a detener “la pérdida de bosques. Asociada con la producción y el comercio de productos básicos agrícolas”. Pero al año siguiente, cuando reveló su plan para cumplir con ese compromiso, los clientes de Cargill, incluidos Wal-Mart y Nestlé, dijeron que el plan era muy débil. Y les impediría cumplir con sus objetivos climáticos y de deforestación si continuaban comprando materias primas de Cargill.
La compañía afirmó que luego firmó otro compromiso, en la cumbre de 2022 en Egipto, para reducir las emisiones de la conversión de la tierra y la deforestación.
Un desafío importante, señaló Mathew Jacobson, es que muchos compradores de productos básicos de Cargill se ven obligados a comprarle a la empresa independientemente de su historial ambiental. Porque su participación en el mercado es muy grande y consolidada.