04/01/201
- El dilema del congreso parte en dos al PSOE
- Elecciones: Un mar de dilemas
- Elecciones: España se enfrenta a un nuevo paradigma político
- Iglesias tiende la mano a «los sectores sensatos»
Tanto el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, como la baronesa socialista Susana Díaz han hecho un llamamiento interno para rebajar la tensión, sobre todo a raíz de la situación creada en Cataluña con la negativa de la CUP a investir a Artur Mas como presidente de la Generalitat y la previsible convocatoria de nuevas elecciones autonómicas, una coyuntura que en medios cercanos a la presidenta de la Junta de Andalucía interpretan como delicada puesto que Junts pel Sí, en una desesperada huida hacia delante, podría intentar un acuerdo con los socialistas vinculado a las elecciones generales. Ante una beligerante bicefalia, con las dos facciones del socialismo enfrentadas a cara de perro, se busca ganar tiempo para intentar calmar los ánimos y decidir el futuro sin la crispación actual, una lucha sin cuartel que sólo conduce, como lo definiera el secretario de Acción Política, Patxi López, «a un espectáculo lamentable» que actúa en contra de los intereses generales del partido y siembra desconcierto y desánimo en un electorado que no acaba de digerir el nuevo escenario.
Tras la celebración del último comité federal, que refrendó la negativa a apoyar la investidura de Mariano Rajoy y las líneas rojas para pactar con Podemos, que pasan por la renuncia a la convocatoria de un referéndum soberanista, Sánchez comprendió que se encontraba solo frente al resto de los barones socialistas. Los líderes de las federaciones con más peso orgánico, abierta o veladamente, animaron a Susana Díaz a dar el paso y trasladarse a Madrid para hacerse con el control del partido. Un viaje sin retorno que ya tienen asumido los miembros de su equipo, que admiten en privado que están preparando el equipaje.
En Andalucía, desde la derecha, tratan a la baronesa como «mujer de Estado». Hasta el propio presidente del PP andaluz, Juan Manuel Moreno, se ha dirigido a la presidenta andaluza, en lugar de al secretario general, para apelar a su responsabilidad y sentido común y pedirle, como líder de la federación socialista más importante e influyente, que permita la estabilidad y gobernabilidad de España.
Lo que para el dirigente popular andaluz es un «granito de arena» que debe aportar Susana Díaz «porque en todos los partidos hay personas sensatas y también en el socialismo», para Ferraz no deja de ser una china en el zapato de Pedro Sánchez. Los partidarios del secretario general se multiplican en los medios de comunicación denunciando el enconamiento y los modos de Díaz. Se dice incluso que hay en marcha una conspiración en la federación andaluza y que Sánchez ha sido durante mucho tiempo rehén de la baronesa por intentar integrarla sin conseguirlo en el aparato que controla, pero todo esto sucede desde el anonimato: nadie quiere señalarse en un pretendido frente anti Susana por lo que pueda ocurrir.
Lo que sí está claro es que los barones quieren la cabeza de Sánchez y, una vez obtenido este trofeo de caza mayor, borrar incluso su memoria para proceder a la renovación de la ejecutiva y nombrar un nuevo candidato a la Presidencia del Gobierno. Aquí se vive un síndrome similar al de Alberto Garzón, que dice que se enteró por la prensa de su operación para disolver Izquierda Unida y fundar un nuevo partido. El candidato de Unidad Popular, que ha cosechado los peores resultados de IU en toda su historia, llegó incluso a publicar un tuit en el ponía en solfa la información publicada, pero cuando se le pregunta por sus intenciones no niega que todas las opciones barajadas están sobre la mesa.
Entre los socialistas que sí han dado la cara con nombres y apellidos está Odón Elorza, diputado por Gipuzkoa, que alienta el acuerdo de izquierda desde la convicción de que para pactar hay que ceder y que en el pacto todos ganan. Elorza, rara avis en el partido, anima a Pedro Sánchez a buscar apoyos con astucia con el fin de sacar adelante un programa socioeconómico para salir de la crisis con un modelo justo y solidario de recuperación. «Entonces –apunta– se vería cuál es la vocación de Podemos en función del sentido de su voto: si coincide con el PP o con el camino del estado del bienestar y la cohesión territorial en una España plurinacional».
Para el exalcalde de San Sebastián, en una hipotética partida de ajedrez, la crisis del PSOE resta credibilidad y «no debe precipitar la puesta en movimiento –antes de tiempo y sin suficientes piezas de apoyo– de la dama, con el peligro de perder la partida para siempre». El diputado socialista donostiarra concluye que no es tiempo de congresos ni de disputas internas, «algo que la ciudadanía deplora y castiga y que supondría el suicidio del PSOE».
La tesis de Elorza tiene buena acogida en Ferraz. El diputado madrileño Rafael Simancas ha insistido en esta línea en que el PSOE va a trabajar sin desfallecer para hacer realidad el cambio que han votado la mayoría de españoles porque «tiene la responsabilidad de dar un paso adelante y convocar a todas las fuerzas que puedan hacerlo posible».
La baronesa andaluza, que gobierna su comunidad con el apoyo de Ciudadanos, se opone tajantemente a cualquier atisbo de diálogo con Podemos con el argumento de que la formación de Pablo Iglesias quiere romper España, una defensa de la unidad nacional que centró incluso su discurso institucional navideño. Desde Ferraz se insiste en que Díaz quiere adelantar el congreso federal para hacerse cuanto antes con las riendas del PSOE y posibilitar con la abstención la investidura de Rajoy. Una legislatura corta que le permitiría en dos años dar el golpe definitivo y optar a la Presidencia del Gobierno. La incertidumbre en Cataluña jugaría a favor de esta apuesta por la estabilidad institucional y la gobernabilidad. Pablo Iglesias habría avalado esta versión al afirmar que existen dos PSOE, uno sensato, encarnado por Sánchez y partidario de negociar con la izquierda, y otro inmovilista, liderado por Díaz y respaldado por los barones, que buscaría un entendimiento con el PP.
La propia presidenta de la Junta de Andalucía se vio obligada a cargar contra Iglesias a través de Twitter, donde afirmó que «lo insensato es querer presidir un país que se está dispuesto a romper con un referéndum de secesión» y que «la sensatez de Iglesias consiste en hacerle el juego al PP».
En cualquier caso, parece que aún no ha llegado la hora de Susana Díaz y que la baronesa andaluza prefiere esperar para asaltar el poder y asumir el control del partido cuando tenga garantías de éxito y opciones de mejorar los resultados, algo que no ha ocurrido hasta ahora pese a que ha logrado imponerse en las cuatro convocatorias electorales a las que ha concurrido. En el hipotético tablero de ajedrez dibujado por Odón Elorza, el rey es la figura más importante, pero la dama es más poderosa y, tal como están las cosas, la dama prefiere esperar escondida hasta dar el jaque mate definitivo.