Enseñar a escribir creativamente luce como una quimera en estos tiempos de teléfonos móviles inteligentes que parecen saberlo todo. Pero Jordi Folck está empeñado en hacerlo a través de la lectura, pero no digital. Ha sido la cruzada de su vida y no piensa abandonarla. Se niega a que lo derrote la generación de la ignorancia.
Conocido por sus libros y su cuestionamiento a un modelo educativo que destierra la creatividad, vuelve por sus fueros con el libro Rodari 2.0, Tècniques creatives per fomentar l’escriptura a casa i a l’aula. Retomar una cruzada con medio siglo a cuestas y en medio del tsunami que han generado las nuevas tecnologías en los hábitos de lectura y en la creatividad es toda una proeza digna de don Quijote.
Folck retoma los principios de Gramática de la fantasía, el arte de construir historias de Gianni Rodari, un libro revolucionario y parcialmente olvidado, y los actualiza. Los usa como punta de lanza en su propósito de que los jóvenes lean más libros impresos. Una idea que parece de un gran romanticismo en tiempos de teléfonos móviles, tablets y aplicaciones con inteligencia artificial.
Generación de la ignorancia
Folcks puede ser un soñador, pero no alucina como Alonso Quijano. Tiene los pies bien puestos en la tierra y ha visto desde su base el Everest que se ha propuesto escalar. “Problemas de comprensión lectora, errores ortográficos y gramaticales enmarcan a la generación de la ignorancia que, nacidos después del 2010, llegaron con un móvil bajo el brazo y pronto con un chip en el cerebro”.
Su diagnóstico no termina ahí. Pedagogo y maestro, subraya que cuando fracasa la comprensión lectora, cuando triunfan las adicciones a pantallas y a móviles, y las devoluciones de los libros alcanzan el 50%, “descubrimos que el mundo del libro está atravesando una edad oscura”.
Pegados a las pantallas
Begoña Gros Salvat, catedrática de la Universidad de Barcelona, cita en The Conversation el Estudio sobre los hábitos de lectura y compra de libros en España del año 2018, que muestra el aumenta el volumen de lectura de contenidos digitales (textos largos en webs, blogs o redes sociales). El 78,3% de los españoles a partir de los 14 años lee algún tipo de contenido en soporte digital, un porcentaje que sigue en ascenso. Prácticamente todos los lectores digitales son lectores frecuentes. En los últimos 8 años, los lectores de libros en formato digital pasaron de un 5,3 % en 2010 al 28,7 en 2018.
El problema radica en que los tipos de lectura que se realizan en las redes sociales, medios preferidos por niños y adolescentes, no pueden compararse a la lectura de un texto narrativo o discursivo. “La lectura en redes sociales o de las secciones de comentarios de los diarios digitales son más similares a la comunicación oral que a la comunicación escrita”, apunta.
Menos concentrados
Maryanne Wolf, una neurocientífica que ha dedicado su vida profesional a investigar los trastornos de la lectura en Universidad de UCLA (Los Ángeles) y en la Universidad Tufts (Boston), es una lectora compulsiva, pero reconoce que cada vez le cuesta más leer varias páginas de un tirón o acabarse un libro.
No se trata de un niño o un adolescente, es una científica de primer nivel. Padece de lo que los expertos denominan ‘impaciencia cognitiva’. Afecta especialmente a las nuevas generaciones de nativos digitales, pero también a los lectores de otras generaciones. Un trastorno que se está transformando en una verdadera epidemia.
Nueva manera de leer
La propia Wolf lo explica. Cree que la manera de leer (a saltos, echando vistazos rápidos, pulsando enlaces) que imponen los formatos digitales (el móvil, la tableta, el libro electrónico) limitan nuestra capacidad para la lectura profunda y reacondicionan nuestro cerebro. «los seres humanos no nacimos con la capacidad de leer. No es algo innato, como hablar. Algo que hacemos desde hace 400.000 años y dio tiempo a inscribirlo en nuestros genes”. Leer es el acto cognitivo más complejo del que es capaz el cerebro humano. “Para aprender a leer, el ser humano necesitó reconfigurar sus circuitos neuronales. Hace menos de 6.000 años que los sumerios inventaron la escritura cuneiforme y los egipcios los jeroglíficos”, asienta.
Lo grave para Wolf es que estaríamos perdiendo nuestra capacidad de lectura profunda que es donde se desarrolla la imaginación, la capacidad deductiva y el pensamiento crítico. Y, como ocurre con todas las habilidades: si no se ejercita, se pierde.
A merced de la ignorancia
Un estudio realizado por Anne Mangen en la Universidad de Stavanger (Noruega), en la lectura de un texto por un grupo de estudiantes con las mismas habilidades lectoras comprobó que quienes lo leyeron en papel comprendieron mejor y recordaban con mayor precisión el argumento, el orden cronológico y los personajes que quienes lo hicieron en un dispositivo electrónico.
La psicóloga Patricia Greenfield lo considera una evidencia de la incapacidad de muchos estudiantes para leer con un nivel analítico suficiente y comprender la complejidad del pensamiento o el hilo argumental en textos densos. “No solo estamos perdiendo la capacidad de leer una buena novela; también un contrato o una pregunta ambigua en un referéndum. Quedamos a merced de cualquier embaucador», alerta.
Readiestrar el cerebro
Si no queremos perder una capacidad que nos costó desarrollar miles de años tenemos que volver a adiestrar el cerebro. Greenfield y muchos otros estudiosos señalan que el mejor método para hacerlo es leer por placer, mejor aún si es en libro de papel. El tipo de lectura que muchos jóvenes nunca ha experimentado. “El resultado es que hay una nueva generación de analfabetos”, puntualiza la psicóloga.
Ya los países nórdicos descartaron el uso de los dispositivos digitales en el aula y vuelven medios los tradicionales: libros y cuadernos de papel, y retomar la escritura manual. Hacen lo que funciona en las escuelas de élite donde estudian los hijos de los líderes de las grandes tecnológicas, han optado por esta estrategia educativa y mantienen a los jóvenes lejos de las pantallas.
La cruzada de Jordy Folck parece simple, pero siempre ha encontrado resistencia. Su estrategia es inundar las escuelas de pensamiento creativo mediante la escritura. Hacer que los jóvenes escriban sus propias historias y que exploren otros autores.
Folck: Salir del reino de la estupidez
“Muchos docentes exigen como lectura obligatoria Don Quijote o a La Regenta, que no despiertan ningún interés lector en los adolescentes. Así matan la escritura y, por ende, la lectura. La escritura creativa tiene que ser divertida, alocada, sugestiva, original, romper moldes”, insiste.
Folck afirma que si los hombres y mujeres del mañana carecen de la sensibilidad, la imaginación, la capacidad de comprender el mundo y a sí mismos, “lo que se alcanza a través de los libros, no de las clases-apunta-, el mundo, la humanidad, va directo al cubo de la basura. De hecho, estamos entrando ya en el Reino de la Estupidez. Asómense a las redes sociales”.
El problema es gravísimo. Pero el maestro y escritor catalán no se amilana. Cree que esa capacidad de sumergirnos en la lectura profunda se puede recuperar con creatividad. «Todos somos creativos pero la mayoría no lo sabe. Aprendamos a vivir creativamente y salvaremos la vida. Para empezar, leamos, observemos, pensemos, hablemos, con el móvil apagado”.