Ese salmón rosa naranja tan gustoso, jugoso y suave que saboreaste hace unos días, o que quizá estás pensando preparar el fin de semana, es la causa de un conflicto creciente entre defensores ambientales y pescadores artesanales por un lado, y las grandes empresas productoras de salmón en el norte de Europa, por el otro.
El 70% del salmón que se consume en el planeta proviene de criaderos artificiales. En jaulas de 30 metros de diámetro por 35 de profundidad donde se crían hasta 50.000 ejemplares que serán sacrificados y comercializados. Las grandes empresas productoras se refieren a estos criaderos como granjas y los defienden por ser una fuente creciente de ingresos, paralelo al creciente consumo de la especie. En 2023, el consumo mundial de salmón triplicó los números de 1980. Los defensores de los criaderos afirman que estos niveles contribuyen con los objetivos de la Agenda 2030 en materia de producción de proteína animal para consumo humano.
Noruega lidera la producción mundial anual de salmón en granjas con 1,44 millones de toneladas. Le siguen Chile con 1,2 millones; Estados Unidos con 640.000; Rusia con 340.000 e Islas Feroe 200.000 toneladas. En Europa, los otros grandes productores son Escocia, Irlanda e Islandia.
Pescadores temen por su medio de vida
Ante el crecimiento de este modelo de producción, pescadores artesanales de varios de esos países alzan su voz. Temen perder su medio de vida. En Noruega la ciudadanía ha protestado contra los daños en los fiordos, mientras que en Escocia demandaron al gobierno por permitir la expansión de la industria salmonicultora.
Desde octubre de 2023, movimientos ambientalistas de Islandia, pescadores artesanales y artistas del nivel de Bjork y Rosalía, identificados con la protección de la fauna marina, se han manifestado contra la proliferación de la cría de salmones en jaulas. No quieren que los fiordos islandeses, donde se instalan los criaderos usualmente, sufran los mismos daños que sufrieron los de Noruega, pioneros del negocio.
Las granjas contaminan el suelo marino a su alrededor con los desechos de alimentos no consumidos y las heces de los salmones enjaulados. Además, las fugas masivas de peces que desovan en zonas donde crece el salmón salvaje ocasionan una fertilización no controlada, lo que podría derivar en la desaparición del salmón salvaje. Asimismo, algunos de los peces que se fugan de las granjas son portadores de bacterias y enfermedades que matan al salmón salvaje.
El camino de Noruega
La industria salmonera se ha caracterizado por ser poco transparente sobre sus procesos de producción y por infringir normas medioambientales. Algunas que operan en la Antártica chilena, como Nova Austral y Mowi -la más grande del mundo- mantienen altos registros de multas por fugas masivas de ejemplares.
Los ambientalistas chilenos y los productores industriales denuncian que las fugas de peces de los estanques de ambas compañías son recurrentes. Jorge Cash, abogado y ex jefe de la División Jurídica del Ministerio del Medio Ambiente de Chile, llamó la atención del gobierno de Gabriel Boric frente a las prácticas de la empresa noruega Nova Austral. Destacó que esta compañía tiene un “prontuario ambiental” que choca con los intereses de Chile de liderar la industria.
En 2019, los reyes de Noruega visitaron Chile y fueron recibidos por protestas de activistas que se oponían a las concesiones a empresas noruegas para operar en aguas chilenas. Uno de los escapes masivos más recientes ocurrió en octubre pasado, en los criaderos de Artic Fish (propiedad de Mowi) en Patreksfjörður, Islandia. Los activista de una manera alta y fuerte. Sin embargo, en enero, luego de varias semanas de investigación, la policía islandesa determinó que» no hubo negligencia en la actuación de la empresa y cerró el caso».
Poppe Trygve, exprofesor de la Escuela Noruega de Veterinaria, admitió que las prácticas de su país para hacer de la cría de salmón un negocio próspero han «contaminado los fiordos”.
Laxaþjóð | A Salmon Nation
Luego de la fuga de peces de la jaula de cría de salmón en Patreksfjörður, la ONG Patagonia produjo un impactante documental. El filme recogen la reacción masiva y unificada de la sociedad islandesa para proteger su ecosistema.
«Bajo la superficie de los fiordos islandeses, una forma de piscicultura industrial amenaza con destruir una de las últimas regiones salvajes de Europa. Laxaþjóð | A Salmon Nation cuenta la historia de un país unido por sus tierras y aguas, y del poder de una comunidad para proteger los lugares y animales silvestres», dice Patagonia en la presentación del documental.
Científicos de varias organizaciones, entre ellas la Fundación para el Salmón del Atlántico Norte (NASF), explican cómo la mezcla accidental del salmón de criadero con el salmón silvestre ocasiona a largo plazo el debilitamiento genético de la especie. Además, muestran el trabajo de documentación y preservación de los científicos para proteger al salmón.
Peligro de extinción
El salmón se puede criar tanto en agua dulce como en agua salada. En España, hay unas 40 granjas marinas de salmón del Atlántico que producen unas 8.000 toneladas al año. Están ubicadas, principalmente, en Galicia, Asturias y Cantabria. Una de esas granjas, instalada por la Xunta de Galicia en Ría de Muros y Noia, fue motivo de gran polémica desde 2011 hasta su clausura en 2022.
Además hay 20 criaderos de salmón en agua dulce, en las regiones montañosas de norte de la península. Con esta modalidad, se producen otras 2.000 toneladas de salmón al año. La producción es baja en comparación con Noruega, pero a industria se ha fijado la meta de alcanzar 20.000 toneladas anuales en 2027.
En el caso español, el problema que advierten los ecologistas es la extinción de algunas clases de salmón en determinadas zonas de explotación. La señal, indica Galicia Ambiental, se dio en 2021 durante el Concurso Internacional de Pesca del Salmón. El premio se declaró vacante porque nadie logró pescar un ejemplar. “Es un hecho que los científicos vienen advirtiendo desde hace una década. Está clara la ausencia del salmón sin que surjan iniciativas para detener este desastre medioambiental”, apunta la ONG
Un consejo poco efectivo
Uno de los mecanismos pensados para tratar de mejorar las condiciones de cría de peces para consumo humano fue el Consejo de Certificación de Acuicultura, el ASC, un órgano sin ánimo de lucro, creado en 2010, que desarrolla y gestiona un programa de certificación de acuicultura responsable. Trabaja con productores, organizaciones ambientales, científicos marinos y consumidores. Una certificación de la ASC implica que las empresas cumplen estándares de impacto ambiental, responsabilidad social y bienestar animal. Sin embargo, a 14 años de su creación, al menos en lo relativo a la cría de salmón en granjas, no ha sido efectivo.