A muchos escritores y artistas, en la amplitud de la palabra, les resulta ofensivo que le endosen a las musas o a la inspiración el producto de sus obras. La creatividad, uno de esos conceptos difíciles de definir, podría encajar en la capacidad para generar ideas, encontrar soluciones, pensar fuera de lo establecido, fusionar intelecto con imaginación. Lo cierto es que la creatividad viaja en el interior de la persona, en este caso del escritor, y necesita expresarse, se tope o se concilie con circunstancias que pueden entorpecerla o enriquecerla, ¿la maternidad es una de ellas?
Monica Hesse es una periodista estadounidense y escritora. En su último artículo para The Washington Post reanima la vieja disyuntiva de cómo crear teniendo tantas tareas profesionales y hogareñas. Si se supone, que la creatividad requiere de espacio vital, concentración, trabajo, trabajo y más trabajo para pensar, idear, plantear, pulir y mostrar.
Relata que en una oportunidad una amiga, deseosa de escribir un libro, le pidió consejos para lograrlo. Con la particularidad de que la chica se encontraba en una maravillosa pero apremiante situación. Era madre primeriza, debía cuidar a su bebé, atender las labores de casa y cumplir con un trabajo on line. Menudo reto entre manos.
Sin embargo Hesse le sugirió que reservara dos horas cada noche para su actividad ceradora. “Toma café y supera el cansancio. Puedes y lo harás”, le dijo. Sin percatarse que el día a día de una mamá con su pequeño exige tiempo y dedicación. Y surgen imprevistos que desdibujan horarios y derriban planes. Años después, Hesse también tuvo un bebé.
La creatividad y el oficio de escritor
Cuenta la periodista y autora de ‘La chica del abrigo azul’ y ‘Se fueron a la izquierda’ que se propuso a darle rienda a su creatividad una vez más y escribir un libro al mismo tiempo que experimentar la maternidad y tener un trabajo de tiempo completo. Entonces llamó a su amiga para preguntarle si su consejo había sido tan malo como empezaba a sentir. “No”, le respondió alegremente, “en realidad había sido mucho peor”. Comenta Hesse que su insensibilidad la había sorprendido y reconoció: “yo simplemente no sabía nada mejor, cuando lo supiera, me disculparía”.
Después de algunos intentos, atinados y desacertados, queda claro que el resultado no es la suma de sus partes. El empeño, el deseo y el ímpetu de la persona juegan un papel muy importante en la creatividad.
La acción creadora es exigente y personal. ¿Se puede transferir? En tiempos de Inteligencia Artificial podría ser una ayuda.
Stephen King el famoso escritor estadounidense de novelas de terror, ficción sobrenatural, misterio, ciencia ficción y literatura fantástica intentó dar pistas de cómo encauzar la creatividad a través de la literatura.
En ‘Mientras escribo’ hay un poco de todo: autobiografía, consejos prácticos sobre estilo. Pistas sobre cómo construir personajes, tramas, desenlaces. Hay información sobre cómo publicar, cómo enfrentarse a los editores, a los agentes, esos tips necesarios para escritores noveles y lectores interesados en los entretelones de ese oficio.
Descubrir de primera mano los entresijos de la carrera de uno de los escritores más exitosos de los últimos tiempos, ver que él también empezó escribiendo en una mesa plegable y ahora vende millones de copias de sus libros, es atrayente.
Trabajar y hacerlo con determinación
En el libro de King, se pueden recoger algunas frases de alto impacto: “Si quieres ser escritor, lo primero es hacer dos cosas: leer mucho y escribir mucho. No conozco ninguna manera de saltárselas”. ”¿Me dejas que te sea franco? Si no tienes tiempo de leer es que tampoco tienes tiempo (ni herramientas) para escribir. Así de sencillo”.
En ‘Mientras escribo’, King -autor de 65 novelas, 11 colecciones de relatos y novelas cortas, y 7 libros de no ficción, entre otras obras- descorre el tránsito de la creatividad del escritor. “Cuando descubres que estás dotado para algo”, dijo, “lo haces (sea lo que sea) hasta que te sangran los dedos o tienes los ojos a punto de caerse de las órbitas”.
King y Hesse, guardando las distancias, sus estilos, sus mundos literarios, tienen una percepción común: si existe decisión, claridad de propósito y voluntad, se hace lo que se siente y lo que se quiere.
“Quiero que mi hija sepa que la maternidad no tiene por qué atrofiar la personalidad; puede ampliarla”, escribió Hess en su artículo.“Al querer escribir, desesperadamente, se me ocurrió una rutina que me permitió mantener el control de las partes de mí que eran yo antes de ser madre. Una rutina de creatividad realista, por así decirlo. Escribo entre las 1O pm y la medianoche, o de 2 am hasta as 4. Escribo de 300 a 400 palabras cada vez que estoy en el Metro. Y escribo muy mal. Recordando una cita que una vez escuché atribuida a la autora Jodi Picoult, ella valoraba que siempre se puede editar una página mala. Pero nunca una página en blanco”.
Convicción de hierro
King, enamorado de su oficio, es un defensor del talento, la creatividad, las letras y por supuesto del escritor. “Siempre que pienso en escritores que solo han escrito una o dos novelas en su carrera, pienso… ¿cuánto tardaron en escribir los libros que sí han escrito y a qué dedicaban el resto del tiempo? ¿A organizar mercadillos en la parroquia? Me acusarán de impertinente, y no lo niego, pero también lo pregunto por sincera curiosidad. Si Dios te ha regalado una facultad, ¿por qué no vas a ejercerla, por Dios?”, dijo en ‘Mientras escribo’.
Lorraine C. Ladish, hija de madre norteamericana y padre español, es escritora y madre de tres hijos. Autora de 18 libros en los que habla de sus experiencias personales con el objetivo de inspirar y empoderar a otras mujeres. También es influencer, instructora de yoga y fundadora de Viva Fifty!
Dice que escribir en maternidad “es simplemente diferente. Ni más fácil ni más difícil. Tengo tendencia a la obsesión y la compulsión, lo cual podría ser en principio un defecto o algo negativo. En cambio, para mí ha sido positivo porque he canalizado esa tendencia hacia cumplir mis objetivos, como escribir libros en cualquier situación. Recuerdo terminar una novela la noche antes de dar a luz a mi hija mayor, que ahora tiene 20 años”.
Y explica, en la web de Paloma Corredor, que cuando su hija tenía unos 16 meses, “contraté a una nanny y me encerré tres días en un hotel para editar esa misma novela. Entre aquella nanny maravillosa y mi marido (ahora ex) cuidaron de la niña. Yo cumplí mi objetivo, la novela se publicó. Eso sí, es preciso tener una convicción de hierro para hacer lo que yo hice. Lidias con muchos críticos, incluida la familia”.