La salud mental y el bienestar de sociedades enteras se han visto gravemente afectados por la crisis sanitaria causada por la COVID-19. Dos factores que se deben abordar con urgencia, en especial en los niños y adolescentes. Una parte de la población especialmente vulnerable a trastornos de salud mental
El informe Salud mental en la infancia y la adolescencia en la era del COVID-19 se analizan los efectos del nuevo coronavirus en pacientes con trastornos mentales preexistentes. También la posibilidad de que quienes no los presenten ahora lo hagan después, por el aislamiento y la falta de contacto físico durante la cuarentena e, incluso, en el desconfinamiento.
El estudio de la plataforma de Asociaciones de Psiquiatría y Psicología Clínica por la Salud Mental de la Infancia y Adolescencia de España advierte que la era de la COVID-19 pudiera ser, si no se toman medidas, una crisis de salud mental. La ONU ha hecho la misma advertencia.
«La salud mental, tan importante como la salud física, debería estar al frente y en el centro de la respuesta de cada país a la pandemia COVID-19 y su recuperación”, indica.
Menos vida empezando a vivir
El estudio señala que los trastornos de salud mental representan una de las principales causas de la carga relacionada con la salud. Suponen entre el 15% y el 30% de los años de vida, ajustados por discapacidad, perdidos durante las primeras tres décadas de la vida. Recomienda que los encargados de la salud pública, de la atención sanitaria y la salud mental ayuden a minimizar las consecuencias psicosociales de la pandemia.
La intención es prevenir trastornos mentales en niños y adolescentes que pudieran manifestar:
- Estrés,
- angustia,
- miedo ante los contagios,
- incertidumbre,
- una mayor propensión al aislamiento (después del confinamiento), o
- ser víctimas de la estigmatización si han sido contagiados o si sus familiares lo están.
Advierten sobre un aspecto de suma importancia: la era de la COVID-19 tiene y va a tener una consecuencia en la dinámica social que incidirá en la forma de expresar la enfermedad mental y cómo se atiende. Pudiera repercutir aún más en los casos en que la detección del trastorno es tardía y en la intervención oportuna y acorde.
Un sistema de salud mental más fuerte
Recientemente Unicef España pidió que se fortaleciera el sistema de salud mental y de apoyo psicosocial a las familias y niños. Asimismo, que la respuesta al coronavirus incluyera una estrategia específica sobre salud mental.
En 2018 el Comité de Derechos del Niño consideró prioritario que España adoptara una política nacional de salud mental infantil. Igualmente, que se asegurara la disponibilidad de personal especializado y el aumento de servicios. Unicef España cita un estudio que hizo la Universidad Miguel Hernández y la Università degli Studi di Perugia sobre el impacto emocional de la cuarentena en niños y adolescentes de España e Italia.
Entonces el 88,9% de los padres en España constató cambios en el estado emocional y de comportamiento de sus hijos. Los síntomas más comunes fueron dificultad para concentrarse, desinterés, irritabilidad, agitación, nerviosismo, sentimientos de soledad, inquietud y preocupación.
Factores de riesgo en la salud mental de los niños y adolescentes
Algunos de los factores de riesgo que pueden incidir en los niños y adolescentes en este momento de aislamiento, en algunos sitios, y de desconfinamiento, en otros, son
- El empeoramiento de la situación económica.
- El aislamiento (más aún si se prolonga más de lo debido).
- Las restricciones en el contacto físico.
- El cambio en las rutinas (no recibir clases presenciales, no salir a jugar, incluso durante el desconfinamiento).
- Los posibles contagios.
- La pérdida de familiares y amigos.
- El distanciamiento de los cuidadores (o de sus padres si han tenido que inmigrar, por ejemplo). También por causas laborales o por contagio.
- Trastornos mentales de base y vulnerabilidad personal.
- Sobreabundancia de información o alarmismo.
- Violencia intrafamiliar.
- Cobertura de vivienda y necesidades básicas.
En el estudio de las asociaciones de psiquiatría y psicología clínica agregan que los niños más vulnerables a los cambios de rutinas o con necesidades de apoyo social han sufrido las consecuencias del confinamiento. En ese sentido, se refieren a los niños con trastornos del neurodesarrollo de mayor gravedad o aquellos que están en situación de violencia intrafamiliar.
“Cualquier niño, niña o adolescente puede manifestar transitoriamente síntomas de ansiedad o depresión secundarios a esta situación que estamos viviendo. Estos síntomas pueden ser una respuesta normal y adaptativa a los cambios sufridos. Si presentan gran intensidad o repercusión funcional, pueden beneficiarse inicialmente de intervenciones psicoeducativas breves o de grupos de apoyo”, explican.
Los niños y adolescentes de las minorías étnicas y los grupos marginados también pudieran presentar cambios en el estado de ánimo o de comportamiento. Amnistía Internacional denunció recientemente la actuación desmedida de la policía de Europa contra estos grupos. Entre ellos, los romaníes, los que viven en la calle, los inmigrantes y los refugiados. Entre otros casos, hablaron de cuarentenas más prolongadas de lo estrictamente necesario en asentamientos donde hubo brotes de la COVID-19.
Recomendaciones para la salud mental de los niños y adolescentes
En el estudio recomiendan que se eviten los periodos de cuarentena más largos de lo estrictamente necesario. También, que se aseguren las necesidades básicas. Que se favorezca el acceso a una buena comunicación para evitar el desarrollo de posibles trastornos mentales. A su vez, que se informe sobre medidas generales para disminuir el estrés: dormir, programar actividades, ejercitarse, relajarse, relacionarse y evitar la sobreinformación.
También informar de manera clara y acorde con la etapa de desarrollo del niño y el adolescente sobre la COVID-19. Contribuir a la capacidad de adaptación y resiliencia de los niños y adolescentes y, así, a su salud mental.
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