Los expertos analizarán las consecuencias de las emisiones de gases de las guerras en la cumbre anual sobre el clima en Azerbaiyán
Los efectos ambientales de los múltiples conflictos armados que azotan al mundo, crispan la anhelada paz global y arrebatan la vida, será motivo de debate en la próxima cumbre del clima de la ONU. Un grupo de expertos llevará a la mesa de discusión de la COP29, en Azerbaiyán, las emisiones de gases de efecto invernadero de las guerras en el mundo.
En esta cita anual no ventilarán en detalle los millones de muertes y heridos, la desintegración de las familias, los desplazados y refugiados de estos cruentos combates. Tampoco los crímenes de guerra y el saldo desolador de destrucción y ruina. El temario que copará dos mesas redondas en el encuentro en Bakú, será la cuantificación de las emisiones de gases de efecto invernadero, sus secuelas y limitaciones.
El ejército ruso en Ucrania, por ejemplo, ha derribado al menos el 90% de la energía eólica y el 45% de la energía solar. Pero, según las autoridades, se hace difícil cuantificar los destrozos ambientales y el daño para la salud de los sobrevivientes. Sin embargo se ha adelantado que las emisiones de la guerra aumentaron a 175 millones de tCO2e. Equivalente a poner en circulación 90 millones de autos a gasolina o construir 260 unidades de energía a carbón de 200 MW cada una.
Además que el costo social actualizado del carbono, basado en literatura revisada por pares publicada en Nature, que eleva el daño climático total a más de 32 mil millones de dólares. En otras guerras, como la de Israel-Palestina el impacto podría ser igualmente brutal.
Las guerras y su estela de emisiones de gases
Lennard De Klerk, un ingeniero holandés que dirigió una empresa que trabajaba para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en Europa, vivió en Ucrania durante tres años y presenció el inicio del conflicto. Podía percibir el miedo en las voces de los refugiados que había acogido en su albergue. Esto le hizo pensar: “¿Qué más puedo hacer para ayudar a Ucrania?”, comentó a The War Horse. Una sala de redacción sin fines de lucro que educa sobre el servicio militar.
Decidió que calcular estas emisiones de gases resultantes del combate en Ucrania podría motivar a las personas, que no se vieron afectadas por el conflicto, a preocuparse más por el asunto. La contaminación de las guerras destruye «el clima de todos», dijo. Entonces reunió a un grupo de colegas para calcular las emisiones desde los incendios provocados por los bombardeos hasta el combustible consumido por los tanques rusos. Así como las emisiones de los tubos de escape de los autos de los ucranianos que huyen de sus hogares.
El equipo pasó los dos años siguientes trabajando en el primer estudio jamás realizado para calcular las emisiones de un conflicto en tiempo real, reseña Inside Climate News. Ahora hay señales de que la batalla por las emisiones militares está a punto de intensificarse.
De Klerk dirigirá una mesa redonda sobre las emisiones de gases de las guerras en la cumbre anual sobre el clima en Azerbaiyán. Será una de las dos mesas redondas de la conferencia que tendrá lugar del 11 al 22 de noviembre y en la que una determinada coalición de científicos del clima, grupos ambientalistas e investigadores esperan sacar a la luz una controversia que lleva latente más de un cuarto de siglo.
Aprovechando exenciones militares
“Obtener un lugar en la mesa del evento ambiental más importante del mundo demuestra que nuestros esfuerzos colectivos están camino de convertirse en un tema central en los debates internacionales sobre el clima”, afirmó Benjamin Neimark, investigador y profesor titular de la Universidad Queen Mary de Londres.
“No podemos reducir lo que no conocemos, y ahora mismo sabemos muy poco sobre las emisiones militares”, confió.
Estados Unidos y muchos ejércitos europeos han tomado medidas en los últimos años para publicar datos más detallados sobre los gases de efecto invernadero. Pero investigadores como de Klerk y Neimark dicen que siguen frustrados. La mayoría de los ejércitos todavía se niegan a rendir cuentas de todas sus emisiones.
Incluso cuando los líderes militares expresan profundas preocupaciones de que el clima rápidamente cambiante ha tenido un enorme impacto en las cadenas de suministro militares críticas, ha destruido bases y ha expuesto a las tropas a un calor abrasador.
Los investigadores sostienen que estos ejércitos están aprovechando las exenciones militares en los tratados internacionales sobre el clima y subestimando su contribución al cambio climático. Sin embargo, muchos funcionarios militares de Estados Unidos y otras democracias occidentales indican que están siendo lo más transparentes posible en materia de emisiones.
La cuestión de las emisiones de gases de las guerras ha estado en el foco de la ONU desde finales de los años 90. Entonces 37 países industrializados y la Unión Europea acordaron fijar objetivos vinculantes de reducción de emisiones en el marco del Protocolo de Kyoto. Pero los militares quedaron específicamente exentos de esos requisitos. Y el Congreso de Estados Unidos no ratificó el tratado.
La otra cara del horror de los conflictos
La exención se mantuvo hasta 2015, cuando prácticamente todos los países del mundo firmaron el Acuerdo Climático de París. El pacto alentaba a los ejércitos a informar sobre sus niveles de emisiones. Pero no lo exigía, lo que dio lugar a una mezcolanza de políticas sobre el tema, recoge Inside Climate.
«Las emisiones de los intensos bombardeos y ataques con cohetes los primeros 120 días de la guerra de Israel en Gaza superaron las emisiones anuales de 21 países y territorios».
Según el estudio del equipo de De Klerk, los dos primeros años de la guerra rusa en Ucrania provocaron la emisión del equivalente a al menos 175 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono. Superando las emisiones anuales de 90 millones de autos a gasolina, o todas las emisiones de los Países Bajos en un año.
La cifra incluye las emisiones de las obras de construcción que serán necesarias para reconstruir las ciudades, carreteras y centrales eléctricas de Ucrania. Esas emisiones representan casi un tercio de las emisiones totales informadas en el estudio, que fue el primero de su tipo en incluir los costos de reconstrucción.
La investigación de Neimark y sus colegas, publicado en junio, estimó que las emisiones de gases de los primeros 120 días de la guerra de Israel en Gaza generaron el equivalente de carbono a hasta 61 millones de toneladas métricas. Dijo que las emisiones de los intensos bombardeos y ataques con cohetes en ese período superaron las emisiones anuales de 21 países y territorios.
Si se incluye la infraestructura bélica, como la construcción de túneles de Hamás y el Muro de Hierro de Israel, esa cifra se eleva a 32 países y territorios. Si se incluyen además las emisiones proyectadas de la eventual reconstrucción de Gaza, la cifra se dispara a 127.