En las últimas dos décadas, los cruceros han experimentado un crecimiento descomunal, duplicando su tamaño desde el año 2000. Según un informe de la organización Transport & Environment, los más grandes de hoy en día, como el Icon of the Seas, superan las 200.000 toneladas y pueden albergar a casi 10.000 personas. Este crecimiento no solo ha transformado estos barcos en verdaderas ciudades flotantes, sino que también ha incrementado significativamente su impacto ambiental.
Si el crecimiento de la industria no se ralentiza, en 2050 estas embarcaciones serán 8 veces más grandes, en términos de tonelaje, que el Titanic, el de mayor dimensiones que surcó los mares hace un siglo antes de que se hundiera, según T&E. Los cruceros son solo una pequeña parte de la industria naviera, pero su desarrollo en número y tamaño es constante, por lo que se empieza a pensar que debería ser una prioridad adelantar medidas para evitar o minimizar su impacto ambiental.
Aunque algunos utilizan gas natural licuado para reducir las emisiones de CO2, generan altos niveles de metano, un gas de efecto invernadero aún más potente. Además, la cantidad de los que recorren el mundo ha aumentado exponencialmente, de 22 en 1970 a más de 500 en la actualidad. Este incremento se traduce en un 17% más en las emisiones de CO2 y un alarmante 500% en las de metano entre 2019 y 2022.
Industria en auge
Las proyecciones de la industria sugieren que alrededor de 35 millones de pasajeros viajarán en cruceros este año, lo que significa un aumento del 6%. La investigación publicada por JP Morgan encontró que la demanda de cruceros “sigue siendo robusta”. Señaló que la industria se ha movido más allá de su target central de baby boomers para atraer cada vez más a los millennials. Según datos de la empresa, la industria de los cruceros representará casi el 4% del mercado mundial de vacaciones, 2,47 billones de dólares en 2028.
Aunque los baby boomers con dinero siguen siendo una gran parte d los usuarios, después de la pandemia, la industria ha apuntado a los turistas millennials y más jóvenes. Royal Caribbean International afirma que la mitad de sus clientes pertenecen a ese grupo. El patrimonio neto promedio de los menores de 40 años que viajan en cruceros es ahora de aproximadamente 259.000 dólares. Por ello, la construcción de estos barcos en grandes cantidades. Se espera que para finales de 2026 se incorporen 60, a un precio medio de 760 millones de dólares y una capacidad de 2.346 turistas.
En este sentido, los operadores de cruceros se han dado a la tarea de adquirir islas privadas con el fin de ofrecer exclusividad. Uno de esos destinos, Celebration Key de Carnival Cruise Line, prevé que recibirá cerca de 4 millones de visitantes al año para 2028 y promete un enorme «castillo de arena transitable», una piscina infinita de 11.000 pies cuadrados y una «experiencia única de las Bahamas» a la que no podrá acceder nadie que no viaje en uno de sus barcos.
Sin restricciones de tamaño
El crucero más grande del mundo, el Icono de los Mares, fue construido en Turku, Finlandia, y lanzado en enero de este año por Royal Caribbean. Entre sus 20 cubiertas hay 40 restaurantes, siete piscinas, un teatro y un parque. Tiene 2.800 habitaciones. El buque de 365 metros de largo puede transportar a casi 10.000 personas. Además, está alimentado por gas natural licuado. Que aunque emite menos dióxido de carbono que el combustible marino normal, puede calentar más el planeta a través de la liberación de metano.
Los cruceros enfrentan pocas restricciones de ingeniería en su tamaño más allá de los límites de los puertos en los que atracan. A medida que la demanda de viajes de lujo ha aumentado, los operadores han perseguido economías de escala y han construido barcos más grandes. Y no es para menos, porque el ingreso total de por vida que se puede generar al agregar pasajeros adicionales es mayor que el gasto de construir un barco más grande y contratar más tripulación. De allí que todos quieran tener el barco más grande.
El barco más grande en 2000 era el Voyager of the Seas, también de Royal Caribbean, con un tonelaje bruto de 137.276. Desde entonces, el tamaño promedio de los 10 barcos más grandes se ha duplicado de 103.000 GT a 205.000 GT. Los barcos más nuevos y de mayor tamaño transportan una cantidad desproporcionada de pasajeros. Esto maximiza la eficiencia con la que se puede satisfacer la creciente demanda (18% de la flota mundial representa más del 50% de la capacidad).
Más que una estela en el mar
Hay pocos medios de transporte más perjudiciales para el medio ambiente que un crucero. La mayoría de los que surcan el Mediterráneo o el Caribe lo hacen emitiendo gases tóxicos de diésel. También, cuando están atracados, contaminan el aire de los puertos de acogida mientras sus pasajeros deambulan por las calles adoquinadas aportando su grano de arena al turismo masivo en muchas ocasiones tiene un impacto negativo en el medio ambiente y en las comunidades locales.
Stefan Gössling, profesor de la Universidad de Linnaeus en Suecia que estudia el turismo y la crisis climática, dijo que los cruceros desempeñaron un papel menor en el turismo global, pero que “casi ninguna forma de turismo consume más energía que los cruceros, específicamente en combinación con un vuelo al punto de partida”.
El informe de T&E se publicó cuando los puertos europeos lidian con una afluencia de cruceros durante un verano empañado por olas de calor abrasadoras exacerbadas por la crisis climática. Como los residentes se han quejado de las emisiones y su contaminación, y lo que ven como “overtourism”, un puñado de puertos han tomado medidas enérgicas contra los cruceros. En Barcelona, España, tiene planes anunciados para unirse a Ámsterdam para gravar a los visitantes de cruceros, que a menudo solo pasan unas pocas horas en la ciudad. La capital de Países Bajos tiene aprobado cerrar su terminal central de cruceros, como hizo Barcelona en octubre. Venecia también ha prohibido a los grandes cruceros entrar en su laguna dañada.
Minimizar el impacto ambiental
Al igual que los aviones, los grandes barcos que viajan largas distancias no pueden funcionar con electricidad porque las baterías serían demasiado pesadas para transportarlas. Expertos han recomendado que pasen de la quema de combustibles fósiles a alternativas más limpias que puedan producirse sintéticamente con energía renovable. En su hoja de ruta para alcanzar las emisiones netas cero para 2050, la Agencia Internacional de Energía espera que el 44% de la energía necesaria para el transporte marítimo internacional provenga del amoníaco, seguido del hidrógeno (19%), los biocombustibles (19%) y el metanol (3%).
Los cruceros europeos emitieron en 2022 más óxidos de azufre que 1.000 millones de automóviles, lo que generó una enorme contaminación en las ciudades donde atracan, con discutibles beneficios económicos para los habitantes locales. En algunos lugares, los cruceros pueden conectarse a la red eléctrica de tierra y apagar sus motores. Esto eliminaría la producción de gases tóxicos relacionados con el cáncer, el asma y las enfermedades cardíacas.
Pero esa solución es mucho más costosa que quemar diésel o gasóleo marino. Además, se suma la infraestructura eléctrica deficiente de los puertos. En Southampton, por ejemplo, solo uno de cada diez cruceros se conectó a la red eléctrica desde que se puso en funcionamiento en 2022. Cuando no está enchufado, un solo barco puede emitir tantos gases de escape diésel como 34.400 camiones en ralentí para alimentar las operaciones mientras está atracado.
Evadir regulaciones
La industria de los cruceros, a pesar de ser un sector de lujo, ha logrado evadir regulaciones estrictas sobre sus emisiones. Estos barcos pasan mucho tiempo en los puertos, lo que representa un riesgo inmediato para la salud de las poblaciones locales y el medio ambiente. La falta de transparencia y las prácticas de lavado de imagen han permitido que las compañías de cruceros continúen operando sin asumir la responsabilidad total de su impacto ambiental.
Especialistas afirman que el sector naviero en su conjunto disfruta de enormes ventajas fiscales en todo el mundo. Su combustible no está sujeto a impuestos y sus emisiones no tienen prácticamente ningún precio. No existen los mismos subsidios para el transporte por carretera o aéreo, que claramente no están sujetos a impuestos lo suficientemente altos dado el daño ambiental que causan.
Con “e-fuels” verde en escasez desesperada, activistas han algunas realizado protestas en los puertos de España, Francia y el Reino Unido para señalar a los cruceros y superyates con lujos derrochadores que deberían prohibirse directamente. Otros han argumentado que las industrias son tan ricas que deberían tomar la iniciativa y estimular la inversión tan necesaria para proteger el medioambiente. T&E pidió a los responsables políticos que establezcan zonas sin crucero en aguas con ecosistemas frágiles y establezcan reglas más estrictas para descarbonizar estas embarcaciones. También sugirió un impuesto global sobre los boletos de crucero para ayudar a financiar a los países pobres que luchan por limpiar sus economías.
Seis alternativas energéticas
- Biocombustibles sostenibles certificados internacionalmente: los biocombustibles derivan de materia orgánica y se presentan como una alternativa más limpia a los combustibles fósiles. Su producción a partir de cultivos energéticos, desechos agrícolas o algas reduce significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero. La certificación internacional asegura su sostenibilidad y un menor impacto ambiental.
- E-Metanol: producido a partir de fuentes de energía renovable, es un líquido volátil que sirve como un eficiente portador de energía. Su uso en la industria de cruceros promete una considerable reducción de la huella de carbono.
- Baterías eléctricas: ofrecen una solución de cero emisiones para la propulsión y operación de los cruceros. Aunque su aplicación está actualmente limitada por la capacidad de almacenamiento y el peso, los avances tecnológicos continuos están ampliando su viabilidad.
- Bio GNL: es una versión renovable del GNL, producido a partir de biomasa. Al igual que el GNL, reduce significativamente las emisiones de SOx, NOx y CO2, pero con la ventaja adicional de provenir de fuentes sostenibles.
- Metanol: como combustible marítimo, ofrece una combustión más limpia que los combustibles convencionales. Su adaptabilidad a las infraestructuras existentes y su menor impacto ambiental lo convierten en una opción atractiva para el sector.
- Pilas de combustible de hidrógeno: transforman el hidrógeno y el oxígeno en electricidad, agua y calor, sin emitir contaminantes. Aunque la tecnología está en etapas tempranas para su aplicación en cruceros, promete una propulsión marítima revolucionaria y limpia.