Los bloqueos por coronavirus han llevado a cielos notablemente más despejados sobre muchas áreas metropolitanas. Al mismo tiempo la gente vuelve a preguntarse sobre los efectos de la contaminación atmosférica. El tráfico y los gases de escape industriales se han relacionado durante mucho tiempo con enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Pero pocos estudios han examinado lo que este smog le hace al cerebro. Eso ha comenzado a cambiar. Recientes investigaciones revelan que la demencia y el deterioro cognitivo también tienen relación con la polución del aire.
Los científicos han determinado que las personas con mayor exposición a contaminantes tienen más probabilidades de desarrollar demencia. Parte del riesgo residiría en el deterioro crónico de los sistemas cardiovascular y cerebrovascular. Los investigadores encontraron que la materia particulada (PM2.5) puede entrar al cerebro a través de los nervios olfativos o de la barrera hematoencefálica. En consecuencia, pueden afectar directamente a las neuronas y la glía.
Ahora, dos investigaciones muestran que la contaminación del aire en las ciudades es un factor de riesgo para enfermedades como el alzhéimer y otras demencias. Vivir con la contaminación de los automóviles, las fábricas, las centrales eléctricas y los incendios forestales aumentan el riesgo personal, junto con el tabaquismo, la diabetes, el consumo excesivo de alcohol y una lesión cerebral traumática.
El caso de de la ciudad de San Francisco
Investigadores de la Universidad de California anunciaron nuevos hallazgos. Sugieren que la calidad del aire en San Francisco, entre otros lugares, es un factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer.
El equipo examinó escáneres cerebrales de más de 18.000 adultos mayores, con una edad promedio de 75 años. A todos se les había diagnosticado deterioro cognitivo leve o demencia. El 40% de los escáneres cerebrales no mostraban placas amiloides, una señal de alzhéimer. Estos voluntarios podrían haber tenido otro tipo de demencia.
Los escáneres cerebrales mostraron que las personas que viven en las áreas urbanas más contaminadas tenían un riesgo un 10% mayor que las de los entornos más limpios.
Pérdida de memoria episódica
Incluso los niveles normales de contaminación atmosférica pueden desencadenar una inflamación crónica, dijo el primer autor Leonardo Iaccarino, del Centro de Memoria y Envejecimiento de la Universidad de California, del Departamento de Neurología y el Instituto Weill de Neurociencias. «Con el tiempo, esto podría afectar la salud del cerebro de varias maneras, incluida la contribución a la acumulación de placas amiloides», dijo.
La exposición que pareció desencadenar las placas estuvo cerca de los promedios anuales en San Francisco
También analizaron la memoria episódica, que involucra recuerdos de eventos específicos y se ve afectada temprano por la enfermedad de Alzheimer. Si la disminución de la memoria episódica se asoció con vivir en lugares con un aumento de PM2.5, se hicieron una pregunta. ¿Podría haber evidencia de que ese deterioro cognitivo específico se produjera como consecuencia de la contracción del cerebro similar a la del alzhéimer?
La comparación con estudios anteriores permitió buscar cambios a lo largo del tiempo en casi 1.000 mujeres. Descubrieron que a medida que aumentaba el PM2.5 al aire libre en los lugares donde vivían estas mujeres mayores, la memoria episódica disminuía. Entre el 10% y el 20% de la mayor disminución de la memoria podría explicarse por una contracción cerebral similar a la del alzhéimer.
Nueva evidencia
Otro análisis, realizado en Europa concluyó que la exposición prolongada a la contaminación del aire puede contribuir al deterioro cognitivo y la incidencia de la demencia en las personas mayores, así como a la reducción de la conciencia espacial.
«La evidencia científica sugiere que la exposición prolongada a la contaminación del aire puede contribuir al deterioro cognitivo y la demencia en las personas mayores. También es probable que reduzca su conciencia espacial», explica la investigadora Juana María Delgado-Saborit, de la Universitat Jaume I (UJI) de la Comunidad Valenciana en España, quien realizó el estudio junto con diversos expertos de la Universidad de Exeter, el University College de Londres, la Universidad de Bristol y la Public Health England, todas en el Reino Unido.
Agrega que, sin embargo, no hallaron «evidencia científica clara de que la contaminación del aire afecte negativamente a otras funciones cerebrales, como la memoria, la capacidad de atención o las habilidades del lenguaje».
Las pruebas examinadas indican una asociación clara entre la exposición crónica a la contaminación atmosférica y la reducción de la cognición global, el desempeño en las habilidades visuoespaciales y el riesgo de desarrollo de la demencia. Sin embargo, los estudios no son concluyentes en cuanto a qué contaminante está más estrechamente asociado con estos efectos adversos sobre la cognición, debido a la diversidad en el diseño de los estudios y los contaminantes analizados.
La nube contaminante que tapa el cerebro
Desde la Gran Niebla de Londres en 1952, cuando la polución del aire cubrió la capital británica entre el 5 y el 9 de diciembre, los investigadores han documentado que la exposición al aire contaminado está relacionada con enfermedades cardíacas y pulmonares y la muerte. Poco a pocos, nuevos análisis se suman a un creciente cuerpo de investigación que también relaciona la contaminación atmosférica con enfermedades mentales.
Hace unos años, un estudio produjo una estimación de exactamente cuánta exposición adicional al carbono del tráfico se necesitó para acelerar el deterioro cognitivo relacionado con el envejecimiento en dos años. Otras investigaciones han relacionado la contaminación del aire con efectos negativos en la cognición de los niños. Altos niveles afectan incluso a los bebés no nacidos, a través de las mujeres embarazadas.
Los estudio actuales incluyen a personas con deterioro cognitivo leve, que a menudo se presenta antes de un diagnóstico de demencia.
¿Cómo nos puede ayudar esta información? Si vivimos en un área con elevados niveles de contaminación atmosférica y tenemos antecedentes de alzhéimer en la familia o estamos experimentando un deterioro cognitivo leve, debemos tomar precauciones.
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