La actual pandemia ha llenado el mundo de muerte y dolor. Pero también de esperanza. Muchas empresas se han reinventado para producir mascarillas o respiradores. Deportistas y estrellas de la TV y el cine se han lanzado en campañas para recabar fondos para centros asistenciales o reacondicionan Unidades de Cuidados Intensivos. Hay unos que han comprado equipos o a través de las redes sociales regalan su música o sesiones de yoga y estiramientos para hacer más llevadero el confinamiento. La consigna es ayudar ante la COVID-19.
En España impresionó la manera como las costureras se organizaron para tejer mascarillas, unas más sencillas, otras más complejas, pero de gran importancia ante el déficit existente. Más tarde pasaron a las batas desechables, a las de plásticos con elásticos y hasta con cierres de velcro. También confeccionaron delantales y gorros. Uno, 10, 100, miles.
Margarita Gil Baro tiene 84 años. Nació en Jerez de La Frontera (Cádiz) y es una que un día despertó y se sumó desde su máquina de coser a hacer mascarillas para los sanitarios, consciente de que estaban en la primera línea de combate contra la pandemia de la COVID-19. Con los cuatro metros de tela blanca forrada que tenía en casa dio los primeros pasos. Una a una salían simétricas y con sus cuatro tiras para atarlas.
A los 84 años no podía estar de brazos cruzados
Madre de siete hijos comenzó a trabajar de costurera a los 10 años. Llegó a coser para diseñadores de renombre y al Corte Inglés le hacía ropita de bebé. Confeccionó vestidos de novia y de Primera Comunión.
Por medidas de prevención es uno de sus descendientes, Domingo, quien cuenta su historia a El Mundo. Fue actriz, la primera mujer rey mago de su pueblo y la primera en presidir la Asociación de Adultos de la localidad gaditana. A los 73 años obtuvo el título de Enseñanza Secundaria Obligatoria.
«Yo no puedo estar de brazos cruzados viendo cómo pasa esto, enterándome de que cada vez hay más enfermos y más muertos. Me voy a poner a hacer mascarillas. Y se puso a hacer mascarillas», contó emocionado su hijo.
El primer día estuvo desde las 9 de la mañana hasta las 3 y desde las 4 hasta las 8 de la tarde.
Un violinista que reparte comida y medicina
A 4.500 kilómetros de Margarita está Teppo Ali-Mattila, segundo violinista de la Orquesta Filarmónica de Helsinki, quien desde el 17 de marzo estaba prácticamente de baja, por la prohibición de hacer reuniones de más de 10 personas. Sus conciertos estaban cancelados.
Watching our own @HelsinkiPhil play. They do remind me how more often than not we need other people to create something meaningful. #imisspeople #socialdistancing #myhelsinki pic.twitter.com/6vq5Bx2TPQ
— Tommi Laitio (@tommilaitio) April 17, 2020
Por la COVID-19 el gobierno de Finlandia pidió “autoaislarse” a los mayores de 80 años, por lo que desde la dirección de Cultura y Ocio iniciaron una campaña para llamar a casi todas las personas de esa edad en Helsinki y verificar si necesitaban ayuda.
La población demandante ascendía a 27.000 personas y los empleados públicos decidieron apoyarles con la entrega de medicinas y alimentos durante el confinamiento.
Ayudar ante la COVID-19
Uno de los que decidió cambiar su violín por su bicicleta eléctrica y salir a repartir paquetes fue Ali-Mattila. Aunque extraña tocar con sus colegas y estar frente al público se ofreció como voluntario para formar parte del servicio Helsinki Help.
Hoy está feliz de ayudar. Está consciente de que sus entregas pueden ser el único contacto entre los ancianos y el mundo exterior, incluso a los dos metros de distancia que como medida preventiva han tomado en esta ciudad de 650.000 habitantes.
Helsinki Philharmonic violinist Teppo Ali-Mattila delivers food by bike as city fights coronavirus https://t.co/EGNDIokbiB
— Helsinki Philharmonic / HKO (@HelsinkiPhil) April 17, 2020
“Es algo importante para ellos y, por lo tanto, se convierte en algo importante para mí”, dijo a Reuters mientras entregaba víveres a la jubilada Marja-Terttu Lundgren, quien expresó sentirse bien que hayan organizado un operativo como ese. “Cada día recibimos comida, pan e incluso pizza”.
Finlandia es uno de los países europeos que todavía reporta menos de 100 fallecidos. Hasta este sábado el número de contagiados estaba en 3.681 personas con 90 muertes.
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