En sociología y psicología social la confianza es la creencia en que una persona o grupo será capaz de actuar de manera adecuada en una determinada situación y pensamientos. La confianza se verá más o menos reforzada en función de las acciones y de valores que deben traducirse en logros en sintonía con la prédica. Confianza es coherencia, consistencia, determinación. Un asunto es la confianza en la psicología social. Otro, en la política. Veamos.
En mi padre confío
Para la psicología social la confianza es una hipótesis, una expectativa positiva. “Voy a contarle todo a mi padre, tengo confianza que me entenderá y me ayudará”. La confianza se refuerza o se debilita si percibo protección o abandono. Si el padre ayuda a su hijo, la confianza se fortalece. Pero si no lo hace o lo hace inadecuadamente lo más probable es que el hijo le pierda la confianza.
«La pérdida de admiración por el otro es perder valoración por nosotros mismos, con lo cual muere el sentido de ciudadanía y de pertenencia»
La confianza, entonces, supone suspensión de la incertidumbre respecto a las acciones de los demás. Cuando alguien confía en el otro puede predecir sus acciones y comportamientos, porque se reconoce a sí mismo [empatía]. La confianza simplifica/facilita las relaciones sociales.
Cuando una relación es de confianza y respeto por sentirnos frente a un buen padre de familia, hablamos de reputación. En el último estudio del Instituto de la Reputación, el doctor Charles Fombrun nos dice quienes figuraron de primeros en su encuesta: Mandela y Federer. Reputación ganada de la confianza que significa altruismo, desprendimiento, disciplina y discreción. La elocuencia no es curricular. Por el contrario, la efusividad puede destruir la confianza.
Otras personalidades que se han ganado la confianza mundial son Bill Gates, Warren Buffet, Richard Branson, Steve Jobs, Oprah Winfrey, Bono, Elizabeth II. Confianza que es admiración, demostrar buenas relaciones con lo material o con lo espiritual; con los amigos o la familia, y con uno mismo. Quien cuida sus pertenencias sin maltratarlas [conservador], demuestra pluralidad, libertad de credo, comparte en familia o exhibe honestidad, es confiable.
Siguiendo la línea de Lechner (2002), el capital social sería “el nivel de confianza en las instituciones políticas”. Quienes poseen poco capital social manifiestan fuerte desafección política y no confían en las instituciones. El autor puntualiza que el capital social depende de los contextos culturales predominantes. “Cuando esos imaginarios sociales [tradición] se vuelven precarios, se debilitan las relaciones de confianza y cooperación”.
No es difícil concluir que en Venezuela perdimos nuestro capital social. “No confiamos ni en el padre nuestro”. La inmensa desconfianza grupal que registramos tiene su origen en la pérdida de valores culturales e identitarios. No nos sentimos capaces de resolver nuestros problemas y denigramos de aquellos a quienes “inmerecidamente» endosamos nuestra confianza. Y no funciona así. El problema sigue siendo nuestro. La pérdida de admiración por el otro es perder valoración por nosotros mismos, con lo cual muere el sentido de ciudadanía y de pertenencia…
A partir de ahí nuestra relación con lo material es despreciativa, ruda. Despojar, expropiar, expoliar es “normal”. Lo espiritual es sustituido por la violencia y la imposición ideológica, y la amistad pierde su sentido prístino y solidario. Así, nuestra autoestima se pulveriza y es desplazada por el Estado opresor. Perdemos el sentido de padres e hijos de la patria…
Restaurando la confianza política
Recuperar la libertad y la democracia es participar en los procesos de reeducación social y de restauración de nuestros valores culturales. Es rescatar nuestra memoria histórica, nuestros protagonistas, próceres, talentos; nuestra alma llanera, nuestro beisbol, la Vinotinto o nuestro pabellón. Es reconocer lo que nos honra.
¿Cuáles son los factores de reconstrucción de lo social y de la política? Van der Meer (2017) identifica cinco principales elementos: i Anticorrupción y justicia; ii Desempeño macroeconómico; iii Instituciones electorales limpias; IV Socialización política; y V Confianza generalizada.
El primero de los factores [corrupción] se ataca con justicia. Es sembrar sentido de intolerancia por la apropiación indiscriminada del Estado [Tanzi, 1995; citado en Begovic, 2005]. La percepción de justicia es la actuación imparcial de la burocracia que evita privilegios y hace posible una vida libre y cooperativa (Rohtstein y Teorell, 2005). La prosperidad ciudadana (Knox Lovell y Turner, 1995) es fundamental. La calidad de los procesos electorales (Van der Meer, 2017) es transparencia y soberanía. La socialización política es formación de individuos capaces y la confianza generalizada es concretar ciudadanos educados.
Los pueblos derrotan la tiranía cuando derrotamos “al tirano” que llevamos por dentro. La educación es capacidad de discernimiento decíamos, que es cultura, que es procesar información calificada, que es acción confiable. Un ejercicio de humildad y elevación social que nos devuelve la confianza grupal y el sentido de nación. Así hacemos que las cosas pasen y funcionen. No que nos las hagan o nos las impongan.
Recuperar la confianza es vital. Y recuperarla en el prójimo o en el líder, es recuperarla primero en nosotros mismos. Ese día todo pasa y todo acaba, por tener de vuelta a los padres y los hijos de la patria.
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