La Comunidad de Madrid impulsa modelos productivos más verdes y eficientes en alianza con las empresas, que potencien la movilidad no contaminante, la energía fotovoltaica o el aprovechamiento y la reutilización de los residuos. Así lo asentó la consejera de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura, Paloma Martín, en la inauguración del IV Congreso Internacional de Sostenibilidad organizado por Cambio16.
Martín destacó que “la descarbonización forma parte de la estrategia del Gobierno regional para mantener el liderazgo de la economía madrileña y aumentar la fuerza inversora de Madrid atrayendo proyectos innovadores en este ámbito”.
También se refirió a proyectos medioambientales que se desarrollan en la región encaminados a cumplir ese objetivo, como la nueva planta de hidrógeno verde que entrará en funcionamiento en 2023 o el Plan Renove de calderas y calentadores estancos, que permitirá a las familias reducir hasta un 20% el consumo de gas.
Reproducimos la intervención de la consejera de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura:
La sostenibilidad ha estado vinculada exclusivamente al compromiso medioambiental. La mejora reputacional era el principal retorno para las empresas que apostaban por ella. Hoy en día, sin embargo, la sostenibilidad es un concepto mucho más amplio. Porque si algo han puesto de manifiesto las recientes crisis que estamos padeciendo, es que es a través de la suma de la eficiencia y la sostenibilidad, dentro de un marco económico, como mejor se encaran los retos climáticos.
Un mundo más eficiente y más sostenible es un mundo más descarbonizado. Y un mundo que consigue mejorar el rendimiento de los procesos productivos gracias a la acumulación de ciencia y tecnología y que consigue un mejor y más racional aprovechamiento de todos los recursos naturales de los que disponemos gracias a la adaptación, es un mundo más competitivo y capaz de generar más excedentes que poder reinvertir.
De ahí que consideremos a la descarbonización como la palanca sobre la que seguir creciendo. Y de ahí también que la sostenibilidad haya dejado de ser un mero complemento dentro del modelo empresarial, para convertirse en un factor estabilizador incorporado tanto a la estrategia de las empresas como también a la de los poderes públicos. Algo que se pone de manifiesto con la apuesta que la Unión Europea ha hecho por la economía verde para tratar de dejar atrás las consecuencias económicas de la pandemia.
La respuesta a nivel europeo ha sido clara: vamos a convertir esta crisis en una oportunidad para avanzar en la transición hacia una economía verde y digital. Es decir, hacia un modelo económico edificado sobre la sostenibilidad y la eficiencia. Y lo ha hecho a través del Plan de recuperación para Europa, el mayor paquete de estímulo jamás financiado por la Unión Europea. Un plan que apuesta por una Europa más verde, más eficiente y más sostenible.
Pero no hemos terminado de recuperarnos de las consecuencias de la pandemia, cuando estamos ya afrontando de nuevo una crisis de proporciones mucho peores desde el punto de vista económico. Porque a nadie puede serle ajeno que, si la descarbonización es el fin y la eficiencia y la sostenibilidad es el medio, la crisis energética tiene la suficiente entidad como para hacer descarrilar cualquier apuesta por la modernidad antes siquiera de estar sobre la mesa.
Ante semejante situación, la obligación de cualquier gobierno es ayudar al tejido productivo del país. Y se ayuda o no, en función de las políticas que se desarrollen. Por eso conviene que éstas se basen en la tecnología y no en la ideología. Porque las ideas, llevadas a la práctica, sí tienen consecuencias. Porque cuando los costes energéticos minan el poder adquisitivo de los ciudadanos, cuando provocan que los costes superen los márgenes de explotación con alarmante asiduidad, es perjudicial enrocarse en una apuesta por un modelo energético débil, dependiente e insuficiente.
Por no hablar de apostar por una fiscalidad cuasi confiscatoria, de motivación básicamente ideológica. Porque en esta crisis energética, el problema de España no es de suministro. Es un problema de precio provocado por un mapa energético débil y dependiente, impuesto por una política energética diseñada desde el dogma ideológico y de espaldas tanto a la ciencia como a la realidad social. La crisis energética solo tiene una salida: una transición energética que permita tener acceso a energía limpia, barata, segura y estable. Es decir, la descarbonización a la que se llega a través de la eficiencia y la sostenibilidad. Pero transición energética que no solo significa no depender del gas o cualquier otra energía fósil, significa también poder pagarlo. Porque de espaldas a las necesidades de la sociedad y de las empresas no va a haber ningún tipo de transición más que a la decadencia.
Por eso, desde la Comunidad de Madrid ya hemos elevado al Gobierno de España en numerosas ocasiones una serie de medidas de diferente alcance temporal. Medidas a corto plazo para poder rebajar de forma urgente los precios de la energía. Y a largo plazo para invertir en seguridad de suministro con el objetivo de conseguir un mapa energético caracterizado por el acceso a energía barata, segura, limpia, estable y descarbonizada.
Primero, hemos solicitado la revisión urgente del tope del gas, que solo ha conseguido aumentar nuestro consumo de gas para generar electricidad cuando el objetivo era justamente el contrario; y aumentar nuestras compras de gas ruso cuando el objetivo era desvincularse de Moscú. Una medida que de hecho fue descartada por la Comisión Europea ya en mayo para aplicar al conjunto de la UE, precisamente porque incentivaba la demanda de gas y afectaba a la oferta, cifrando el coste de la medida a nivel europeo en unos 200.000 millones de euros.
Segundo, en materia de eficiencia hemos propuesto impulsar de forma urgente un Plan Renove de Calderas para sustituir las antiguas por nuevas calderas de condensación, lo que permitirá ahorros inmediatos del 20% de gas utilizado, ahorro que lógicamente se traducirá también a las facturas. Un plan que, ante la inacción del gobierno de España, hemos impulsado ya en la Comunidad de Madrid, publicando esta misma semana una línea de incentivos por un importe superior a 5 millones de euros.
Tercero, en materia de sostenibilidad, hemos propuesto un programa de incentivo de ahorro energético para que aquellos ciudadanos o empresas que reduzcan su consumo durante este invierno y en comparación con el mismo periodo del año anterior, puedan beneficiarse de reducciones directas de hasta un 40% en sus facturas.
Y todo completado con medidas más a largo plazo de distinto corte, orientadas a garantizar la seguridad del suministro y fortalecer nuestro mapa energético. Medidas fiscales, como la sustitución de los 8 impuestos que gravan la generación de electricidad por un solo impuesto que internalice daños ambientales; y estructurales, como la prolongación de la vida útil de las centrales nucleares, el impulso de las interconexiones gasistas con el resto de Europa, o la modificación de la Ley de Cambio Climático para facilitar la explotación de recursos propios clave en la transición energética.
La energía es la piedra angular sobre la que se sustenta todo el progreso económico y el bienestar social. Porque es un recurso estratégico de cuyo acceso y control depende la estabilidad, el crecimiento, el bienestar, la independencia y la paz de las naciones. Por eso vemos en la transición energética y en la descarbonización, la clave para garantizar una economía fuerte y competitiva.
Una economía que, precisamente por serlo, es una economía eficiente y sostenible. De ahí la importancia de integrar de “lo verde” en el modelo económico. En consecuencia, en la Comunidad de Madrid estamos desarrollando nuevos modelos de sostenibilidad en alianza con la empresa: es el caso de las fotovoltaicas, de la movilidad no contaminante, de la economía circular, del drenaje urbano sostenible, o de la eficiencia energética. Y para ello, hemos fijado una hoja de ruta hacia la descarbonización y el cuidado del medio ambiente.
Somos la región que menos emisiones de CO2 produce por habitante de España, pero queremos seguir mejorando. En materia de movilidad sostenible, estamos a la cabeza. Lideramos la adquisición de vehículos eléctricos: 1 de cada 2 vehículos eléctricos ya se matriculan en la Comunidad de Madrid y somos líderes en servicios de movilidad compartida. Además, dentro del ámbito de nuestras competencias, hemos impulsado proyectos de generación de energía como, por ejemplo, un proyecto pionero de hidrógeno verde a través de Canal de Isabel II.
También, en la construcción de vivienda asequible, estamos primando la sostenibilidad al incorporar todos los avances en materia de eficiencia energética y climatización, e incorporando la industrialización y la digitalización a los modelos de construcción. Y es que la descarbonización forma parte de nuestra estrategia para mantener el liderazgo de la economía madrileña y aumentar el atractivo inversor de Madrid. Fruto de ello, Madrid está hoy en el top-10 mundial de las mejores ciudades para atraer talento, capital y empresas.
De hecho, somos la primera opción entre los inversores internacionales que acuden a nuestro país, con más de 8.000 millones de euros captados el último año. Y lo somos, entre otras cosas, porque apostamos por un modelo sostenible con el que somos capaces de hacer cada vez más con menos recursos, y gracias al cual estamos haciendo de la Comunidad de Madrid la región de vanguardia, eficiente y sostenible que es hoy: más verde, más inteligente y más fuerte que nunca. Madrid tiene presente, pero sobre todo tiene un gran futuro.
Muchas veces la gente se pregunta por qué Madrid es una especie de “oasis”, con un presente y un futuro distinto al que pueden tener otras regiones de su entorno. La respuesta es sencilla. Madrid vive todos los días retroalimentando todos estos procesos. Reflexionando sobre cómo mejorar, sobre cómo ser más sostenible, sobre cómo avanzar y seguir desarrollándose.
Y de ese proceso reflexivo extraemos una conclusión. No hay mejor camino para asegurar un mundo más eficiente y más sostenible que el modelo liberal. Ese modelo que, desde la acumulación de ciencia y tecnología, permite generar excedentes suficientes que poder reinvertir para seguir mejorando.
Porque las políticas medioambientales, lejos de ser un coste, son una inversión. Por eso, no pueden estar orientadas a limitar el crecimiento, sino que deben aspirar a financiarse desde el crecimiento. Y son los territorios que, como la Comunidad de Madrid, llevan esto a la práctica, los que se convierten en territorios más verdes, más eficientes, más sostenibles, más libres y de más oportunidades para todos.
Desde luego, desde el gobierno de la Comunidad de Madrid vamos a seguir trabajando para acompañar a la sociedad en ese camino hacia el éxito y la sostenibilidad. Un camino que queremos que también sea el del resto de España.