Salir a la calle a investigar y documentar, a preguntar, a solicitar información, publicar contenido periodístico en redes sociales o expresar libremente las ideas se han convertido en prácticas generadoras de asedio, acoso y persecución gubernamental. Ser testigo de primera mano de los problemas de las personas para convertirse en su voz y luchar contra intereses creados es muy arriesgado. Ser periodista es una peligrosa opción, puede implicar la cárcel o la muerte,
Cada vez más, la práctica del periodismo crítico e independiente implica asumir riesgos que pueden derivar en cárcel, hostigamiento, persecución o exilio. Pero cuando debe dejar todo atrás por las amenazas, el periodista comienza a recorrer un camino aún más complicado. Aunque no es un fenómeno nuevo, el exilio ha cobrado impulso en los últimos años. La principal razón es la intensa presión que sufren los medios de comunicación en muchos países en conflicto o con regímenes poco democráticos.
En un informe presentado por la relatora especial de la ONU sobre la promoción y protección de la libertad de opinión y de expresión, Irene Khan precisó que los periodistas exiliados no cuentan con un estatuto jurídico internacional que les brinde seguridad y apoyo. A menudo se encuentran en situaciones precarias. Al igual que sus familias, están expuestos a amenazas físicas, digitales y jurídicas por los cuerpos represivos de sus países de origen.
Obligados a escapar
Muchos terminan abandonando su profesión. Son muchos los temores y muy alta la inseguridad. Además, son muchas las dificultades para sobrevivir económicamente y superar las numerosas trabas que supone vivir en otro país. El exilio es otra manera de silenciar las voces críticas, otra forma de censura.
La ONG Comité para la Protección de los Periodistas, con sede en Estados Unidos, asegura que los periodistas exiliados o en vías del exilio ahora representan más de la mitad de las personas que reciben ayuda del CPJ. Entre enero y junio de 2024, brindaron apoyo financiero a 158 comunicadores sociales. Del grupo, 101 (el 64%) habían abandonado sus países de origen o estaban en vías de huir de naciones como Myanmar, Nicaragua y Sudán. Indica que las ayudas que otorgan aumentaron en 227 % entre 2020 y 2023.
Pero la mayoría de los periodistas no quieren abandonar sus países. Lo hacen en casos extremos que implican un peligro inminente, la muerte o la detención arbitraria. Casi siempre deben escapar rápidamente. A veces en cuestión de horas. Una vez fuera encuentran la cruel realidad: existen pocos mecanismos para ayudarlos. A menos que cuenten con doble ciudadanía, un visado previo o la posibilidad de recibir un visado de emergencia, deben permanecer en un país de tránsito. Resolver el destino permanente puede tardar meses o años.
SIP pide apoyo
La Sociedad Interamericana de Prensa acordó en su reunión de medio año pedir a los gobiernos nacionales que dispongan la creación de programas de apoyo humano, económico, psicológico y laboral para los periodistas desplazados a otras regiones dentro de sus países.
Instar a los gobiernos a desarrollar proyectos de inserción para periodistas que huyen de sus países, brindándoles adecuada ayuda humanitaria, económica, psicológica y condiciones laborales. También a agilizar los trámites para el otorgamiento de asilo político o visas especiales de trabajo para que puedan seguir informando desde el exilio
Solicitar a la ONU y a otros organismos intergubernamentales que desarrollen políticas públicas para apoyar la inserción de los periodistas y sus familias en los países adoptivos. Y que pongan en marcha políticas para apoyar su reinserción y la de sus familias en los países de origen cuando mermen las fuentes de violencia.
Reiterar a la comunidad internacional que debe seguir defendiendo la causa de la libertad de prensa. Para garantizar que los periodistas puedan cumplir con su labor sin temor a la persecución y el exilio.
Muchos países de tránsito tienen un pésimo historial en libertad de prensa. Los periodistas exiliados deben enfrentar otras amenazas en situación de vulnerabilidad. Incluso si llegan a países “seguros” pueden ser víctimas de la represión trasnacional. Los organismos represivos de sus países de origen los continúan amenazando, igual que a su familia.
Represión transnacional
Khan precisa que el término “represión transnacional” se refiere a las violaciones de los derechos humanos cometidas por los Estados fuera de su jurisdicción territorial con el fin de intimidar y silenciar la disidencia entre los exiliados. Engloba las amenazas físicas, jurídicas y digitales. Van desde la violencia física, el asesinato, la extradición, el traslado encubierto y el enjuiciamiento en rebeldía hasta la violencia en línea, la vigilancia digital, la piratería informática o el bloqueo de sitios web y la interrupción de las conexiones a Internet.
Los ataques en línea pueden tener consecuencias fuera del entorno digital. Se desconoce el alcance total de la represión transnacional, muchos incidentes no se denuncian ni pueden verificarse. No obstante, testimonios de víctimas, investigaciones académicas y denuncias de organizaciones de la sociedad civil evidencian una alta prevalencia entre los periodistas y medios de comunicación exiliados.
La represión transnacional pretende sofocar y paralizar el periodismo en el exilio creando un clima de inseguridad física, mental, digital y jurídica que merma la capacidad para informar, viajar, comunicarse con sus fuentes, investigar asuntos delicados o incluso vivir con sus familias en condiciones de seguridad. La represión transnacional también reduce significativamente la libertad de los medios de comunicación al empujar a la autocensura a sus reporteros.
Mapa del exilio
Reporteros sin Fronteras elaboró un mapa que muestra el flujo migratorio de periodistas en el mundo. Cada continente produce su propio movimiento de profesionales, pero finalmente que encuentran refugio en Europa y Norteamérica.
El mapa es un reflejo indirecto de los conflictos armados en Europa (Ucrania), África (Sudán) y Oriente Medio (Siria) y de las tensiones y convulsiones políticas que han desencadenado un aumento de la represión de periodistas críticos o independientes en el mundo. Reporteros sin Fronteras subraya que es imprescindible reducir los factores que conducen al exilio combatiendo la represión y ayudando a los periodistas que no han podido escapar. Insiste en que se debe garantizar la supervivencia de los medios de comunicación en el exilio.
RSF se refiere a los centenares de periodistas rusos que han huido porque informar hechos estrecha o remotamente relacionados con la guerra de Ucrania puede llevarlos a la cárcel. Muchos han encontrado refugio en Georgia, en los países bálticos limítrofes o en el seno de la Unión Europea. Particularmente, en Polonia, Alemania y Francia. Sin embargo, más allá de su dispersión geográfica, «la mayoría de las redacciones intentan continuar su trabajo a distancia, como los periodistas de la web de noticias Bumaga, que siguen cubriendo la actualidad de la región de San Petersburgo desde siete países diferentes».
Países híbridos
RFS destaca que un mismo país puede convertirse en refugio para unos y en peligro para otros. Egipto es una de las mayores prisiones del mundo para los periodistas -con 20 profesionales presos de forma arbitraria-, pero ha acogido 40 colegas procedentes de Sudán que huyeron cuando comenzaron los combates fratricidas entre dos facciones del ejército en abril de 2023.
Expresa que un país de acogida también puede sufrir un vuelco y convertirse en uno de peligro. Por ejemplo, periodistas bielorrusos se refugiaron en Ucrania que escaparon la represión del régimen de Lukashenko en 2020, dos años después se encontraban en un país en guerra.
Los periodistas se no solo se exilian de manera individual. En Nicaragua, la dictadura de Daniel Ortega condujo a toda la redacción del diario La Prensa a huir a Costa Rica, donde continúan sus operaciones. España y Estados Unidos son también países de refugio para cientos de periodistas venezolanos, cubanos y centroamericanos que han vivido situaciones políticas similares.
RSF creó un fondo de apoyo a los reporteros exiliados para que continúen su trabajo rápidamente y en función de sus necesidades después de haber huido de la guerra y de zonas con problemas políticos. Precisa que ha entregado 363 ayudas económicas desde principios de 2022 a periodistas de 42 países. El 70% se ha destinado a comunicadores en el exilio.
Llamado de conciencia
Por su parte, la Relatoría Especial sobre la Promoción y Protección del derecho a la Libertad de Opinión y de Expresión considera que los Estados deben:
- Reconocer públicamente el valioso papel de los medios de comunicación independientes, incluidos los periodistas exiliados, en la promoción de la democracia, el desarrollo y los derechos humanos.
- Establecer vías legales claras para que los periodistas que se encuentren en situaciones de riesgo puedan salir de sus países, residir en el extranjero y trabajar hasta que tengan la posibilidad de regresar a casa de forma segura. Deben facilitarse visados humanitarios de emergencia, en virtud de procedimientos acelerados, a los periodistas que se encuentren en situación de riesgo, independientemente de su nacionalidad, así como a sus familiares.
- Velar por que todos los periodistas que se encuentren bajo su jurisdicción, independientemente de su estatuto jurídico, cuenten con protección frente a la violencia, las amenazas y el acoso, así como frente a la devolución o extradición por imputaciones de hechos delictivos que guarden relación con su trabajo.
- Abstenerse de cometer, explotar o tolerar actos de represión transnacional, en línea o fuera de línea, y velar por que todos los actos de represión transnacional que se produzcan en su territorio se investiguen y enjuicien con prontitud, exhaustividad y eficacia.
- Adoptar todas las medidas necesarias para que los medios de comunicación en el exilio puedan trabajar libremente y sin discriminaciones, y apoyar las iniciativas de la sociedad civil que tengan por objeto posibilitar la labor de periodistas y medios de comunicación en el exilio.