Las redes sociales en los últimos años han impuesto modas y tendencias. Desde juegos, bailes o canciones inofensivas hasta retos peligrosos. Entre lo más reciente de ese mundo amante de lo viral está el «bed rottig» de Tik Tok o «podrirse en la cama», que sería su traducción. Son millones las visitas a cientos de videos que abordan esta práctica como algo bueno para la salud mental.
La idea es que puedas quedarte en la cama desde que amanece hasta que anochece y quizás hasta un fin de semana completo o más. Solo dejarla para ir al baño, conseguir comida u obtener otros elementos esenciales. Todo asociado a «recuperar» tiempo que se dedicaría al trabajo, a la práctica de deportes, a hacer ejercicio o a estudiar.
A diferencia de cuentas de autocuidado de TikTok que impulsan a las personas a dedicar horas al cuidado personal y al entrenamiento físico, «podrirse en la cama» alienta a simplemente acostarse sin hacer nada. Algunos «podridos» afirman en la red social que se sienten rejuvenecidos después de practicarla. Un usuario contó que permanecer tres días en cama le había dado “la mejor concentración mental en dos meses”.
Los defensores aseguran que es perfecto, pues literalmente es hacer nada y huir de la optimización del tiempo y la productividad. Dicen, pero no detallan, que es una técnica 100% apoyada por la ciencia. Una forma de disfrutar el tiempo, vivir un rato sin preocupaciones y buscar la conexión con uno mismo. Psicólogos consideran que el «bed rotting» puede ser bueno, pero es necesario saber por qué se hace. Además, deben agregarse otras estrategias para poder relajarse.
La cama y sus peligros
Aunque algunos encuentran el “bed rotting” restaurador, sus beneficios pueden ser un bumerán. La inactividad altera el método natural y confiable de reinicio de nuestra mente y cuerpo. Además, es contradictorio. Rechaza todo sobre lo que se basa la salud mental y física: el ejercicio y la actividad. A su favor indican que ayuda con el estrés, pero hay que tener cuidado. Pasar largos períodos en la cama afecta el estado de ánimo y hay que estar atentos a la duración. Dos días o más acostado puede relacionarse problemas mentales.
Los psicólogos recomiendan que si se ‘pudren en la cama’ porque se sienten ansiosos o deprimidos, exploren otros mecanismos, como ejercicio o terapia. También que se considere la visita a un profesional de salud mental para obtener apoyo. Aseguran que el cerebro tiende a asociar espacios con actividades específicas. La cama es para dormir y si se emplea para actividades distintas, la mente no conseguirá conciliar el sueño y relajarse a la hora de descansar. Algo vital para fomentar una mejor higiene del sueño.
Perder el sueño
Si convertimos las camas en centro de entretenimiento o en la mesa del comedor, colocamos obstáculos para que el cuerpo y la mente se relajen adecuadamente antes de dormir. La luz y el ruido de la televisión pueden estimular el cerebro y dificultar la transición hacia el descanso. Comer en el colchón generar una asociación negativa entre la comida y el sueño, que puede afectar la digestión y la calidad del descanso. Tan pronto como uno se mete en la cama, el cerebro sabe que se va a dormir. Si se pasa una cantidad excesiva de tiempo en la cama mirando televisión, hablando por teléfono, comiendo y haciendo otras actividades, se diluye esa relación. Incluso, actividades que son de apoyo para quedarse dormido, como leer en la cama, puede dificultar quedarse dormido.
Con la práctica de «podrirse en la cama» o el «bed rotting» se corre el riesgo de que cambie el ritmo circadiano, nuestro reloj interno que está sintonizado con la luz y la oscuridad y regula el ciclo de sueño-vigilia. El deseo de dormir aumenta a lo largo del día por la actividad y el ejercicio. Cuando llega la noche, debemos estar preparados para dormir. Un día acostado inhibe el deseo de dormir.
No es malo que la gente se quede tumbada una tarde o un día, una vez al mes. Sin embargo, consideran que períodos más largos o más frecuentes pueden causar fatiga, desregular el reloj interno y niveles más altos de estrés cuando enfrentemos las tareas de la que escapamos temporalmente.
Tendencia no tan sana
El gran peligro del «bed rotting» es que puede desembocar en el trastorno de ansiedad que se denomina clinomanía o clinofilia. Quienes lo padecen sienten una necesidad extrema e, incluso, obsesiva de permanecer en la cama durante varias horas sin justificación y sin realizar otro tipo de actividad. El término, que viene del griego y significa la obsesión con el sueño, es poco conocido. Muchos piensan piensan que las personas que la sufren son vagas e incluso asociales. A diferencia de los vagos, que se caracterizan por huirle a tareas que requieren esfuerzo, los clinofílicos tienen el deseo incontrolado de permanecer en la cama, incluso pueden llegar a estar acostados durante varios días sin que exista una enfermedad que lo justifique.
El trastorno es tan desconocido que puede confundirse con otros más comunes como trastornos del sueño, ansiedad, apneas o depresiones. Sin embargo, las personas que tiene esta condición le cuesta levantarse y lo único que quieren en seguir en la cama aunque no tengan sueño, se encuentran mejor si están en posición horizontal. Dormir es su mayor prioridad y no les importa abandonar las obligaciones
El exceso de horas de estar tumbado tiene consecuencias para la salud: pérdida de masa muscular, fatiga, úlceras, mala circulación. Quienes padecen esta patología nunca descansan lo suficiente. De hecho, aunque hayan dormido muchas horas no quieren salir de la cama. Cualquiera puede padecerlo, pero es más habitual en personas mayores por la cantidad de horas que pasan dentro de casa.